Todos los que nos dedicamos a correr ponemos objetivos a nuestro ejercicio; algunos sólo corren por mantenerse en forma, otros por relacionarse con amigos, otros para competir en alguna carrera popular y lo menos, para competir. Alberto era un runner de Madrid. Hasta el pasado domingo no sabía ni que existía, hasta que leyendo el diario Marca digital, me fijé en la información sobre la muerte de un corredor en la media maratón de Madrid. No conocía al runner del que hablaban, pero un escalofrío recorrió mi cuerpo; tras cruzar la línea de meta en poco más de dos horas, Alberto cayó desplomado y no pudo ser reanimado.
Cuando entreno, casi a diario, cuando planifico mis carreras y mis objetivos, siempre pienso en mejorar, en superar mi marca, en divertirme, en que la meteo acompañe ese día, en correr junto a algún amigo... La muerte nunca forma parte de mis pensamientos, ni por lo más remoto, pero sé que está ahí.
Se ha generado cierta polémica en los foros atléticos la semana pasada; que si no estaba bien preparado, que si la gente corre sin cabeza, que si había demasiados runners, que si no se había hecho prueba de esfuerzo... en definitiva, hablar por hablar. Yo planifico mi temporada concienzudamente, entreno cinco días a la semana, me hago la famosa prueba de esfuerzo anual, cuido mi alimentación, pero todo eso no me garantiza la vida eterna. Seamos serios, ni Alberto, ni ningún corredor de los que estaban en la salida de la media de Madrid pensaba en que le podía pasar eso. Todos sabemos que el esfuerzo es notable en una media, pero no se puede correr con miedo a algo tan infinitamente improbable.
Sin embargo, no está mal que los corredores se se den cuenta que correr entraña un riesgo, mínimo, pero un riesgo. Hay que entrenar, hay que cuidarse, hay que hacerse controles médicos... No sé si Alberto hacía todo eso, pero espero que otros muchos tomen nota después de esta tragedia. También me gustaría llamar la atención de la organización, cuya atención al enfermo fue inmediata, de eso no hay queja, pero la obsesión por batir récords de participación, por llenar las calles de runners aunque no quepan y por salir siempre en portada, desvirtúa el espíritu de estas competiciones, cuyo principal protagonista es el corredor. La bolsa del corredor, la animación en la calle, los hitos kilométricos gigantes y muy publicitados, no tienen sentido sin esos runners que se dejan la piel en el asfalto.
En breve salgo a correr. Es un día primaveral. Llueve, sale el sol, los árboles están floreciendo, los pájaros cantan... y todo eso lo puedo disfrutar desde la mejor butaca, la del que forma parte del entorno en primavera, en el caluroso verano, en el ventoso otoño y en el frío invierno. Alberto no podrá disfrutar más sus entrenamientos, ni sus carreras, ni las cañas con sus amigos contando batallitas. Todos los runners hemos muerto un poco con Alberto, pero vamos a seguir corriendo. Descansa en paz compañero.
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