Indudablemente Florencia es la ciudad del Renacimiento, un lugar privilegiado que cada año visitan millones de turistas de todo el planeta; no es de extrañar que su maratón sea uno de los más atractivos que se pueden disputar en Europa, como lo demuestra su elevado número de participantes, unos 20.000 que compiten en la distancia de Filípedes, además de los que disputan el 10K. No es de extrañar que la ciudad estuviera "de bote en bote" ya el sábado por la mañana cuando llegamos a la estación de Santa María la Novella.
Después de dejar las maletas en el hotel, nos dirigimos a la feria del corredor que estaba atestada de corredores haciendo cola para recoger su dorsal, así que me tocó esperar un buen rato para recoger mi kit, para luego curiosear por los expositores en un espacio plagado de participantes y curiosos. Pero no solo la feria estaba abarrotada, también los bares y restaurantes del centro, se podían ver colas para acceder a monumentos y era difícil caminar por las estrechas calles del centro urbano; turistas y atletas, generaban un ambiente especial en la ciudad de los Medici.
El domingo por la mañana empezaba lo importante, los alrededores del Duomo eran testigo del calentamiento de los atletas que iban a disputar la prueba, que junto a los espectadores, generaban un ambiente especial de grandes ocasiones, los florentinos y sus visitantes, estaban listos para animar am los esforzados atletas que iban a tomar la salida. Como es habitual en todas las salidas, los primeros kilómetros están llenos de público animando, pero a pesar de que los kilómetros van aumentando, el público no desaparece casi nunca, ni siquiera por el recorrido que se hace por el Parco de Cascine.
Tras recorrer el parque, se vuelve al centro de la ciudad donde sigue habiendo mucha animación, especialmente en el espectacular paso por el Ponte Vecchio y posteriormente por la Santa Croce, donde la emoción sube a niveles muy altos. Después, la carrera se aleja del centro para dirigirse al estadio Artemio Franchi, donde la afluencia de público no es muy notable, aunque tampoco están la calles vacías. Es un momento de relax antes de afrontar los últimos kilómetros, totalmente por el centro, donde las calles están absolutamente repletas de animosos espectadores que llevan en volandas a los corredores hasta cruzar la preciosa meta del Duomo.
Además de recibir los ánimos del público florentino, había muchos españoles animando por las calles italianas, además de espectadores de otras nacionalidades, como Francia, Bélgica o Gran Bretaña; como siempre, mis animadores fueron los mejores de la carrera, dándome soporte en cuatro puntos diferentes con sus banderas y sus gritos de ánimo.
Florencia es un maratón bonito de correr, no solo por la belleza de sus calles y monumentos, también por la animación casi constante del público durante la carrera; la presencia de numerosos turistas ayuda para que la animación sea permanente, pero también la capacidad que tiene la prueba para hacer partícipe a la población florentina y hacer del evento una verdadera fiesta.