Como ya expliqué en el post previo, el Maratón de Egipto no se puede considerar una prueba estándar, se podría definir como un maratón "privado" cuyo epicentro de operaciones se encuentra en un hotel ubicado a las afueras de Luxor, donde se alojan prácticamente todos los participantes y donde se celebra una cena como fin de fiesta con todos los atletas invitados. Es fácil averiguar que no se trata de una prueba masiva, la participación es modesta pero el hecho de convivir en el mismo lugar durante el fin de semana, hace que sea sencillo conocer atletas e incluso entablar amistad con algunos.
El día previo a la prueba se entregan los dorsales en un horario establecido, de manera que puedes ya conocer a tus compañeros de aventura y compartir experiencias con algunos; todos los atletas son extranjeros y de procedencia diversa, no solo de países europeos como Italia, Francia o Alemania, también había norteamericanos, chilenos, japoneses, australianos... El ambiente atlético impregna las zonas comunes del hotel esa tarde, pero continúa por la mañana en el desayuno y posterior desplazamiento a la zona de salida y llegada de la prueba, junto a la tumba de la reina Hatsetsup.
La prueba se inicia muy temprano, no hay demasiada gente en la zona de salida y llegada, básicamente los atletas, amigos y familiares que les acompañan; es una salida bonita, muy familiar, aderezada por los globos aerostáticos que sobrevuelan ese área en ese mismo momento. Una vez metidos en el recorrido de la prueba, nadie anima, no hay aficionados por las carretera, tan solo los voluntarios y algunos niños que a veces se ponen a correr a tu lado, te chocan la mano o te preguntan tu nombre; aunque a veces se ponen un poco pesados, me gustaron mucho los ánimos de los pequeños durante la carrera, le dan un toque especial.
El último kilómetro y medio es cuesta arriba, no hay nadie animando, pero se compensa con la llegada a meta, donde se concentra todo el público que anima sin parar a cada corredor, porque al ser tan pocos, fuimos llegando de uno en uno y es muy emotivo recibir los ánimos de los aficionados cuando cruzas la línea de meta. Después te ponen la medalla y pasas a la zona de llegada donde puedes compartir la experiencia con otros atletas o simplemente con el público.
Capítulo aparte merece mi animación particular, compuesta, esta vez, por 12 personas, incluyendo nuevas incorporaciones desde Alicante; una vez más fueron los protagonistas de la carrera con sus banderas, sus ánimos y su buen humor. Otros españoles se unieron al grupo para dar un color verdaderamente español a la prueba; fueron los verdaderos animadores de la competición, volvieron a ser los mejores. Soy un atleta del montón con la mejor animación del mundo.
Me ha gustado el ambiente de este maratón, es muy familiar, hay mucho contacto entre los atletas y la llegada es muy emotiva; no todos las carreras pueden tener este ambiente, lógicamente las pruebas masivas carecen de estas condiciones, aunque la animación ene las calles es mucho mayor; en fin, he quedado satisfecho con la experiencia, a pesar de los múltiples fallos organizativos, pero esa historia os la contaré en el próximo post.
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