La ciudad de Miami es mundialmente conocida por ser uno de los destinos vacacionales más importantes, de Estados Unidos, por la influencia de su benigno clima y de sus hermosas playas. Se puede decir que en esta ciudad el ambiente está asegurado los 365 días del año, aunque no un ambiente estrictamente atlético, como podéis imaginar. Miami es una ciudad que nunca duerme y en la que se pueden encontrar fiestas por doquier hasta altas horas de la madrugada, pero no viene al caso hablar de eso en este blog.
El maratón de Miami cumplía 20 ediciones este año, retornando tras la pausa obligada por la pandemia; en una ciudad tan grande y con tantos puntos de interés desparramados por su geografía, era previsible imaginar que iba a ser una tarea difícil el toparse con participantes en la prueba por la calle, aún más si tenemos en cuenta que la participación es grande, unos 15.000 corredores, pero no masiva como en otros eventos. Pero es mejor ceñirse a los puntos calientes de la prueba, empezando por la feria del corredor, que se celebra en el pabellón de exposiciones de Miami Beach, un entorno muy adecuado que recibe asistencia masiva durante el viernes y sábados, los únicos días de actividad. La feria estaba muy animada, llena de atletas y acompañantes pululando por los pasillos; la mayoría de los participantes en la prueba son latinos, pues además de los residentes en EE.UU, hay una masiva participación de corredores países cercanos como Colombia, Perú, Méjico, Panamá... Me pareció una feria muy española y con un ambiente especial.
Ya he comentado que no era fácil ver a corredores por la calle, así que pasamos directamente a la carrera, que comienza a una hora muy temprana, las 6 de la mañana, lo cual no evita que en la salida el ambiente fuera estupendo, muy animado, con música latina a tope y un speaker que hablaba más en español que en inglés; muchas luces, una bandera americana gigante y mucho tránsito de gente dirigiéndose a su cajón, hasta que llega la salida, en la que un numeroso grupo de personas anima desde las aceras a los esforzados atletas. Pero la animación acaba pronto, pues enseguida, la carrera se dirige a un puente y por allí ya no hay rastro de animadores, sólo las. luces de los barcos atracados en el puerto.
La primera parte de la carrera discurre por Miami Beach, pero apenas se ve gente animando debido al horario tan temprano, aunque el paso por Ocean Drive es peculiar, pues un grupo de "rezagados de la noche" animaban con la efusividad y parafraseando a Radio Futura "extraño acento en el hablar" , que les otorga la influencia de Baco; pero aparte de eso, la carrera está huérfana de público hasta que amanece y se dirige al paso de la media, de nuevo en el Downtown, en el que ya están acabando los que sólo corren 13,1 millas y eso genera una afluencia considerable de público que anima con efusividad.Tras completar la mitad del recorrido, la carrera discurre por una autopista para adentrarse, posteriormente, en la zona de Coconut Grove, muy bonita, por cierto, pero la ruta discurre principalmente por un parque en el que no se ve casi nadie y cuando sales del parque se pasa por una calle con varias terrazas donde la gente está más atenta a sus tostadas que al paso de los corredores.
Pero como siempre, lo bueno llega al final y es entonces, en los último dos kilómetros cuando el público se agolpa a ambos lados de la carrera y anima sin cesar hasta que los atletas cruzan exhaustos la línea de meta con una sonrisa en los labios por haber recibido ese apoyo tan importante para una maratoniano que se precie. Afortunadamente, yo siempre llevo conmigo el ambiente y aunque esta vez la representación ha sido modesta, tan solo Marisa y Andrea, una amiga de Pili, me dieron ese apoyo tan necesario en dos puntos de la carrera y lógicamente tras cruzar la línea de meta.
En resumen, es difícil que un maratón que empieza a las 6 de la mañana sea la alegría de la huerta, Miami no lo es, pero tiene dos o tres zonas que valen la pena, aunque no son suficientes para calificar esta prueba como animada, aunque quizás lo compense con las bonitas vistas del recorrido. O no...
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