El 14 de junio de 1989 el estadio José Zorrila de Valladolid vivió una de sus noches más mágicas al acoger la semifinal de la Copa del Rey que enfrentaba al Deportivo de La Coruña, frente a mi Real Valladolid. Fue un partido duro, bronco, muy peleado, que generó mucha polémica entre las aficiones y que se resolvió con un gol del malogrado Manolito Peña en la prórroga; No hace falta contar que aquel gol supuso una explosión de alegría colectiva de la afición vallisoletana que nunca olvidaré, pues para mi suponía cumplir un sueño, el de de ver al Pucela en una final de Copa, algo que ya había vivido mi padre en 1950, en la única final del equipo blanquivioleta hasta aquel año y a la que asistió en el, por aquel entonces, nuevo estadio de Chamartín. Presencié aquella semifinal junto a mi padre, con quién siempre acudí al fútbol hasta su fallecimiento y disfrutamos juntos de esa gran noche.
Venticinco años después voy a correr el maratón de La Coruña, una carrera a la que me inscribí con la idea de lograr una gran marca favorecido por la rapidez de su recorrido y de su ubicación a nivel del mar. La rivalidad con la afición coruñesa ya no es lo que era y estoy seguro que el público va a empujar a todos los corredores a conseguir su objetivo, incluso a mi, un pucelano acérrimo. Sin embargo, la carrera se prevé incómoda y dura, debido a la borrasca que visita estos días Galicia y que puede provocar fuertes vientos y algún que otro chubasco.
Mi padre, gran aficionado del Real Valladolid, pero también de los equipos de sus hijos, decía que yo no era un gran futbolista, pero que le echaba muchos "huevos" cuando jugaba; no le faltaba razón, pues ya sabéis que soy un futbolista mediocre, pero que llevo a gala haberme dejado la piel en el campo cada partido, como contrapartida. He entrenado bien, creo que estoy en una forma óptima para afrontar esta carrera, pero está claro que eso no va a ser suficiente para pelear contra el viento y la lluvia. Voy a tener que echarle mucho coraje este domingo y que voy a tener que pelear cada kilómetro, apelando a ese espíritu de los jugadores del Pucela en el año 89, apelando a ese espíritu de lucha que tanto le gustaba a mi padre. No me considero un gran corredor, pero disfruto de este deporte, me esfuerzo y disfruto de cada entrenamiento y lo doy todo cada vez que compito; el domingo, tengo otro oportunidad de demostrar que soy un luchador.
Hoy no quiero hablar de marcas, aunque todos sabéis lo que estoy persiguiendo. Estoy cansado de contar malas noticias, lesiones, decepciones, carreras malas y no quiero volver a generar falsas expectativas; mi amigo Alfonso me dijo hace unos meses que ya sólo me faltaba ponerme de parto en una carrera y Daniel, que iba a dejar de leer mi blog porque sólo ponía malas noticias. Es hora de cambiar y de acabar un maratón como se debe, sin lesiones, sin retirada, con una buena marca, la que sea, pero tras una buena carrera. Se lo debo a todos los que me apoyáis cada día, a todos los que estarán pendientes de lo que voy a hacer el domingo y especialmente a mi familia, que volverá a animarme a pie de calle en Coruña.
Como dice mi amigo Alex, que también correrá en Coruña, soy un castellano puro y le voy a volver a echar dos cojones a un maratón. Venticinco años después, espero conseguir otra gran victoria, como la de aquella noche en Valladolid, pero esta vez no contra el Deportivo, sino en Coruña. Y aunque sé que voy a recibir ánimos de todos vosotros, en esta ocasión espero tener más cerca a la persona con la que viví ese gran partido, así que esta carrera va por ti papá, va por ti Ervi.
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