miércoles, 2 de enero de 2013

La mejor manera de acabar 2012

Lo conseguí; prácticamente sobre la bocina que marcaba el final de 2012, he logrado bajar de la barrera de los cuarenta minutos en una carrera de diez kilómetros; la San Silvestre Vallecana, ha vuelto a ser una prueba propicia para batir una marca que se me ha atragantado varios años. Me he quitado un gran peso de encima, no sólo por el tiempo conseguido, sino por la manera de lograrla.
Cuando decidí inscribirme en la San Silvestre de este año, lo hice sin ánimo alguno de competir por una buena marca, entre otras cosas porque preveía que iba a bajar de los 40 minutos en alguno de los diezmiles que había programado en los meses de octubre y noviembre. Pero como bien sabéis, fracasé estrepitosamente en todos los intentos, de manera que la última carrera del año iba a ser la encargada de poner la guinda a este buen año atlético o quizás añadir una decepción más. 
Nadie de mi entorno atlético se explicaba porqué no era capaz de bajar esa barrera de los cuarenta minutos teniendo en cuenta mis entrenamientos y mis marcas en otras pruebas; palabras como obsesión, miedo psicológico, bloqueo etc, me venían a la mente constantemente; ni siquiera Depa se explicaba el porqué e intentaba variar mi preparación para dar con la tecla adecuada que me condujera a la marca que merecen mis piernas. Visto desde la distancia, es obvio que el responsable he sido yo, que no he sabido competir de una manera adecuada en las ocasiones que he tenido, atenazado por la presión de conseguir mi objetivo.
Había entrenado muy bien las dos semanas previas a la carrera de ayer, pero Depa y yo apenas habíamos hablado de la carrera; supongo que él no quería presionarme y yo no quería pensar en lo que pudiera pasar, pues mi objetivo prioritario es el maratón de Sevilla y me resistía a que otra decepción me afectara más de la cuenta. Además yo sabía que no es tan fácil correr la vallecana popular, pues la salida es tan caótica que te puede arruinar la carrera, como estuvo a punto de pasar ayer.
Pero vamos al grano; como es habitual acudí a la última carrera del año junto a mis hermanos, después de comer un plato de pasta a horas intempestivas; llegamos con tiempo a la salida y nos dispusimos a calentar un rato hasta dirigirnos a los cajones de salida, con tiempo suficiente para evitar problemas. Me coloqué bien, pero teniendo en cuenta que mi cajón era el sub42, era evidente  que tenía muchos atletas por delante y muchas oportunidades de encontrar problemas en la salida, como me ocurrió.
Un poco más tarde de la hora prevista se dio el pistoletazo de salida, pero desde donde yo estaba hasta la línea de salida me tocó andar un buen rato para, por fin, salir como un rayo hacia la cuesta de Concha Espina; me encontraba bien, no quería forzar pero iba suelto, pero el problema no era ni la cuesta ni mis piernas, sino la cantidad de gente que se había colado de nuevo y que vagaban a un ritmo tan lento que obstruían el paso de los corredores cada momento. Traté de no enfadarme y de seguir a lo mío, a correr, pero la frustración me iba invadiendo a cada metro, porque era incapaz de alcanzar al globo de lo 40 minutos, pero no porque no pudiera, sino porque la gente me lo impedía.
Ni me enteré del paso del primer kilómetro, pero en el segundo iba por encima de lo 4 min/km y empezaba a preocuparme; la calle Serrano iba ensanchando y pude remontar, adelantar al globo y psar el km 3 en 12 minutos pelados, es decir, un tiempo razonable, pero insuficiente, porque debía asegurarme un margen de tiempo que me permitiera afrontar la subida de la Albufera. Así que aceleré, pero reservando fuerzas, simplemente poniendo un buen ritmo que me permitió pasar el kilómetro 5 en 19'33".
Estaba bien, lo sabía, pero tenía que aprovechar la Avenida Ciudad de Barcelona para rascar algún segunda más antes de afrontar las subidas finales; las piernas seguían frescas y cuando crucé la M30 y comencé la subida, me dije que ya no podía reservarme más y había que tirar a saco. Empecé fuerte la subida y al paso por el kilómetro 8, calculé que tenía un margen de más de 45 segundos; fácil, pero no tanto, así que apreté los dientes, seguí a lo mío y al paso del 9 y ya con la Albufera superada, mi margen se había reducido a 35 segundos; "chupao", pensé, pero no podía dormirme en los laureles y apreté todo lo que pude para cruzar eufórico la línea de meta en 39'37''.
Cuando crucé la meta pensé en mucha gente, sobre todo en mis seres queridos, pero también en todas esas personas que me han animado tanto para conseguir esto; en mis amigos del foro, que me han dado tan buenos consejos, en mis compañeros de Running Bajo Control, en mis seguidores del blog y como no, en Depa, al que le  debía esta marca.
Creo que tengo bastante margen de mejora, pues la marca podría haber sido un poco mejor en otras condiciones, pero lo importante es que ya está conseguido el reto; ahora me voy a olvidar de los diezmil hasta marzo y con la moral por las nubes, voy a ponerme a trabajar duro para intentar superar otro reto, ser sub3h en Sevilla.

1 comentario:

Darío Collado dijo...

Un sub40' peleado y bien merecido. Al final, todo el que lucha obtiene su recompensa, además con margen. Con este aporte extra de motivación empiezas 2013 con las pilas cargadas y reforzado para Sevilla.
Buen año!
Un saludo.