Tres semanas después mi participación en Amsterdam decidí correr con mi hermano Viry esta prueba solidaria como vuelta a la competición. A priori, no me convencía que fuera una carrera de 10 Km después de tan sólo 21 días, ni tampoco que fuera una carrera tan masiva, 10.000 participantes.
La salida estaba fijada a las 9 de la mañana en el paseo de la Castellana, una hora muy temprana que ha impuesto el ayuntamiento de Madrid para evitar problemas de tráfico. A mucha gente le parece mal el horario, pero creo que es un lujo correr por arterias principales como la Castellana o Príncipe de Vergara y eso tiene el coste del madrugón, que, en este caso, fue mayor aún pues aparcamos el coche en Atocha, donde terminaba la prueba, y nos desplazamos a la salida en metro.
Llegamos bien de tiempo y recogimos el chip sin demoras. La zona de salida es amplia, con amplias zonas peatonales que permiten calentar sin agobios. Se organizaron unos cajones en los que los atletas se debían colocar sin necesidad de registro alguno, basándose sólo en el buen sentido de cada uno y el resultado fue excelente, pues nos colocamos en el primer cajón y practicamente no había ningún corredor "lento" que se hubiera colado.
Los primeros kilómetros son de cómodo descenso por la Castellana, sin aglomeraciones molestas debido a la anchura de la calzada. Se gira a la izquierda para subir hasta Príncipe de Vergara, donde se inicia otro descenso moderado, que se convertirá en fuerte al final de Menéndez Pelayo. en todo ese trayecto, dejé a Viry tirar, mi intención era correr y llegar juntos, porque ni yo tenía aspiraciones ni él quería forzar mucho. Aún así, creo que se le fue un poco el pie en la bajada de los kilómetros 6 a 7, pues pasamos por éste último en 28:36, realmente rápido.
La carrera era muy rápida, cierto, pero el final en el Retiro obliga a subir y en el caso que nos ocupa lo hizo por el lado más duro, por el paseo que lleva a la estatua del Ángel Caído, una cuesta de un porcentaje y una longitud considerable, que hizo pinchar a más de uno, entre los que se encontraba mi hermano. No es que yo fuera sobrado, pero iba mejor, así que me puse delante de él e intenté que no se hundiera del todo. Cuando acababa la subida, aún quedaban dos kilómetros por dentro del parque hasta llegar a la meta que cruzamos en 42'28'', una marca realmente meritoria para Viry, pues no hay que olvidar que entrena sólo tres días a la semana, no hace series por sus problemas articulares y además, no es ya un juvenil...
Una vez en la zona post-meta, me di cuenta que la elección había sido buena. No había corrido excesivamente rápido, la carrera me había resultado muy bonita y además había corrido junto a mi hermano todo el rato. ¿Qué más se puede pedir?
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