Teniendo en cuenta el título de este post, más de uno estará pensando que me he puesto a escribir sobre teatro, algo que podría considerarse normal teniendo en cuenta que en esta época se está celebrando el famoso Festival de Teatro Clásico de Mérida; otros pueden pensar que me estoy refiriendo al movimiento artístico desarrollado a mediados del siglo XVIII que promulgaba una vuelta al estilo clásico como modelo de modernidad; sin duda, sería muy interesante escribir sobre esos temas y más para mi, un geógrafo medio historiador que disfruta de las artes escénicas y del arte con asiduidad, pero en este blog yo escribo, o al menos lo pretendo, de atletismo y he decidido titular de esta manera para introducir el debate de la conveniencia de volver a lo que ha funcionado en otros tiempos, en tono metafórico, volver a lo clásico.
Han pasado muchas cosas desde aquella media de Palencia en la que competí días antes de que la pandemia cambiara todo, pero entre esas cosas no hay más que un reducido número de competiciones, muy pocas en dos años. Sin embargo, cuando hace unos días revisaba mis dorsales, me di cuenta de lo que había competido hasta aquella fecha y además con buenas marcas porque en 2019 preparé a conciencia el maratón de Valencia. Así que después de volver a competir tras la pandemia, la re lesión, la retirada en Cognac y los entrenamientos para volver a la normalidad, ha llegado la hora de retomar esa dinámica que me llevó a hacer buenas marcas y por eso estoy programando lo que queda de año al detalle, para intentar estar en diciembre en Málaga en las mejores condiciones posibles.
Y para empezar con un verdadero clásico, estrenaré la temporada estival compitiendo por tercera vez en la Carrera de San Lorenzo, una carrera de toda la vida que discurre por El Barrio de Lavapiés de Madrid; el recorrido es un sube baja constante y con el aderezo del calor siempre resulta una prueba dura, pero muy gratificante por su ambiente y por las calles en las que se compite; una semana después me desplazaré a Segovia para correr una carrera que llevo muchos años queriendo hacer, la carrera popular del barrio de San Lorenzo, que organiza mi gran amigo Abel: es un 5k cuyo perfil no debe ser precisamente plano, pero es de esas pruebas en las que vale la pena competir.Después de estas dos competiciones en julio no tengo nada programado hasta el maratón de Kosice, que se disputa el 2 de octubre, pero voy a intentar hacer una media, preferiblemente la Ribera Run Race, pero estoy expensas de mis turnos de trabajo. El objetivo en Kosice es hacer una buena carrera y disfrutar de un maratón tan especial (hablaré de el en otro post) para después empezar a preparar bien el maratón de Málaga, en el que mi objetivo es llegar lo mejor posible el próximo 11 de diciembre; para ello, ya tengo programada una media en Alicante en el mes de noviembre, aunque sigo buscando pruebas atractivas para completar mi preparación.
La planificación está perfilada, ahora toca entrenar duro, competir y sobre todo, disfrutar cada carrera, seguro que será así.
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