Una vez finalizada la temporada maratoniana en Alcalá, toca comenzar a preparar los retos de 2018, pero también competir en distancias más cortas con el objetivo que mejorar mi ritmo o simplemnete de divertirme, Este año, mi calendario prácticamente repite lo que hice el año anterior y salvo Canillejas, donde no pude estar, he corrido los 10k de Alovera, el Akiles y me quedan la Carrera de las Empresas, la legua Navideña de Camarma y por supuesto, la San Silvestre Vallecana para dar por finalizado el año atlético 2017.
Siempre me ha gustado competir en invierno, levantarse a temperauras por debajo de cero, abrigarse o no tanto, para correr y sentir que el frío en la cara se disipa poco a poco mientras el cuerpo va entrando en calor; es bien sabido que prefiero el frío al calor para correr y aunque el cambio cilmático ha alargado el verano hasta casi noviembre, los mercurios han descendido por fin y he podido disfrutar de unas condiciones mucho más favorables para entrenar y para competir.
Mi primera carrrea invernal volvieron a ser los 10K de Alovera, una competición que disputé por primera vez el año pasado y que me gustó por su perfil y porque me pilla prácticamente al lado de casa; además, el año pasado hice una buena carrera, algo que no he podido reeditar este año, pues he llegado peor de forma y sin apenas entrenamiento tras el descancso post-Alcalá; Depa me planteó hacer un entrenamiento de calidad y así me lo tomé, pero el cromo se fue a unos modestos 42'26'', que no están mal para lo que había entrenado, pero que me dejaron mal sabor de boca porque las sensaciones no fueron demasiado positivas. Después de un salida esperanzadora, a 4 min/km, las piernas dejaron de carburar y fue perdiendo segundos con la sensación de tener las piernas tiesas y sin llegar a estar a gusto en ningún momento, en parte debido al molesto viento que soplaba, aunque no con suficiente intensidad como para afectar tanto a mi tiempo.
Estaba claro que había que remontar en el Akiles, un clásico de la temporada madrileña y de la mía, pues siempore coincido con mi hermano Viry y con buenos amigos, en esta edición fueron Beto y Alfredo. El Akiles de este año ha sido de los clásicos de verdad, pues hacía un frío "que pelaba" en la madrileña Casa de Campo donde volvimos a reunirnos un montón de valientes atletas desafiando las condiciones meteorológicas y la subida mítica al Garabitas, siempre dura a la par que divertida.
No es esta una carrera fácil de correr, pues hay que utilizar una buena táctica para evitar hundirse en la subida, así que, sabedor de mi estado de forma, adopté una estrategia conservadora hasta coronar el cerro, para después acelerar en la bajada y en el llano final y acabar en 41'59'', medio minuto mejor que en Alovera, pero sobre todo mejores sensaciones, ya que en la segunda parte de la carrera me sentí muy bien y aparte de caer kilómetros por debajo de 4 minutos en la bajada, tambén cayó el último en 4 minutos pelados, demostrando que voy progresando adecuadamente, poco a poco, como siempre.
El domingo volveré a disputar, por segunda vez, la Carrera de las Empresas, representando a Enaire y espero superar la marca realizada en Akiles, pues ya tengo más entrenamientos en las piernas y el circuito es relativamente mejor; después me meteré de lleno en las competiciones navideñas y sin darnos cuenta estaremos en 2018, donde esperan nuevos apasionantes retos, pero antes, hay que terminar los pendientes de 2017 y espero que con buena nota.
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