Correr una media tres semanas antes de una cita maratoniana tiene sus pros y sus contras, pero teniendo en cuenta que Valladolid es mi ciudad y además mi media favorita, no dudé en inscribirme a sabiendas del riesgo que corría en caso de no cosechar un buen resultado; junto a mi, compitieron buenos amigos como Duquito, Jaime, Saul y Andrés, otro aliciente más, unido a la participación de Marisa en la prueba de la legua.
Llegaba a Valladolid con la moral alta, pues tras la aventura africana, los entrenamientos se estaban dando bien y todo presagiaba una buena marca; sin embargo, mi objetivo era más modesto, porque no quería exponerme a quemar mis naves en una fecha tan cercana al maratón y por eso decidí salir a rodar a ritmo de maratón, esperando que no hubiera margen para el desgaste.
No pasé buena noche, debido aun incipiente resfriado, pero llegue con tiempo suficiente a la salida para calentar unos 4 km dando vueltas al Campo Grande; no me sentía mal, pero tampoco bien, aunque tras el viaje del día anterior y el resfriado, lo consideré normal.
Me coloqué muy bien en la salida, junto con Duquito y Jaime, al que acompañé durante los primeros tres kilómetros, pues su ritmo se ajustaba a lo que to quería, unos 4'15'' por kilómetro: sin embargo, Jaime se descolgó pronto y Duquito se había ido más adelante, así que continué solo, intentando buscar algún grupo o compañero de viaje. Aparentemente no iba mal, pues rodaba sin esforzarme demasiado, pero mi ritmo empezó a resentirse con el paso de los kilómetros y empezaba a notar que no iba tan cómodo como pretendía al principio.
Al paso por el kilómetro 10, mi crono se había ido a los 43 minutos, un poco por encima del objetivo de la 1h30', pero lo malo es que no me veía con frescura para acelerar en la segunda parte de la carrera. Aún así, entre el kilómetro 12 y el 15 me empecé a sentir mejor, con las piernas más sueltas, pero sin el consiguiente reflejo en el reloj. Decidí llegar sin gastar demasiado y sin perder demasiado tiempo, aunque el calor y el resfriado cada vez me pesaban más.
En el kilómetro 17, me adelantó Joselete, que me sugirió que le siguiera, pero no podía, así que le dejé ir y seguí mi camino sin pena ni gloria hasta que a un kilómetro de meta también me pasaba Jaime, al que seguí hasta cruzar la meta del Campo Grande; 1hora 31' 33''.
No es un gran tiempo, peor de lo esperado, pero tampoco es un resultado decepcionante, pues creo que conseguí mantener el tipo; echar la culpa al resfriado no es muy muy valiente, así que habrá que pensar que fue un día regular y nada más. Obviamente, si hubiera rodado a ritmo de maratón, hoy estaría mucho más satisfecho y confiado, pero el resultado me ha dejado un poco confuso, porque si bien la media no ha salido bien, mis entrenamientos siguen demostrando que estoy en buena forma.
Y como no me gusta tirar la toalla, voy a seguir esforzándome durante las duras sesiones de entrenamiento que me quedan para poder llegar a Chicago con la convicción de poder superar la barrera de las tres horas, porque conformarme con menos no me vale esta vez; esta vez voy a por todas.
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