No me gusta correr con calor, bien lo saben todos los que siguen este blog, pero si quieres preparar un maratón que se disputa en octubre, no tienes más remedio que entrenar fuerte en pleno verano, como llevo haciendo varias semanas. Las sucesivas olas de calor que azotan España, han condicionado mis entrenamientos desde hace días, pues siempre busco las mejores condiciones posibles para salir a correr y las mejores no son equivalentes a óptimas.
En definitiva, que no hay manera, porque si madrugas mucho, el cuerpo está inactivo y cuesta bastante ponerse a punto justo después de levantarse y más aún si no se ha descansado mucho por culpa del calor; si salgo a correr al atardecer, la temperatura no suele bajar de los 30º y hasta me ha tocado hacer unas series de 1000 metros a 35º, con el sol escondiéndose en el horizonte, pero con un calor intenso. Personalmente prefiero madrugar, porque la temperatura es siempre más baja y el cuerpo se refrigera un poco, al menos.
En estas condiciones, sigo preparando el maratón de Chicago, donde estaré el próximo 11 de octubre a las 9 de la mañana. Falta lo más duro, pues quedan tres meses por delante en los que me esperan series a ritmos altos, ritmos controlados y tiradas largas, es decir, muchos kilómetros por recorrer y si es posible, deprisa; no me asusta el reto, ya tengo experiencia en el tema, pero me resulta incómodo salir a entrenar pensando en que lo voy a pasar mal por culpa del calor. A mi me gusta entrenar, disfruto cada rodaje, cada serie, cada sesión de gimnasio... pero en verano las cosas cambian y a veces es un suplicio correr mientras el sol te aplana sin piedad alguna y el sudor empapa la camiseta evitando una refrigeración adecuada del cuerpo, lo que puede incluso provocar un golpe de calor.
Los expertos aconsejan reducir el ritmo en los entrenamientos que se realizan con tanto calor, pero no les hace falta que me lo aconsejen, porque mi ritmo se resiente con las altas temperaturas y por eso, después de entrenar con calor, no sé si estoy bien, mal o regular, ya que se supone que en otras condiciones los tiempos hubieran sido mejores, pero ¿como de mejores?
De hecho, estoy entrenando bien, haciendo rodajes a buen ritmo y series cortas muy rápidas, pero no puedo valorar si serían más rápidas en otras condiciones. A día de hoy, creo que mi preparación va bien y espero afrontar las 26,2 millas de Chicago con ambición, en busca de una buena marca, obviamente un sub3h si soy capaz o al menos acercarme mucho; no quiero tirar la toalla antes del kilómetro diez, aunque si lo hiciera, tampoco sería una gran decepción. Sin embargo, mi estado de forma es una incógnita y me temo que tendré que esperar para comprobar como estoy de forma, cuando las temperaturas den una tregua.
Hasta entonces, seguiré luchando contra el calor, hidratándome bien y conservando intacta la ilusión que siempre supone una preparación maratoniana. En Chicago me espera mi sexto y último major y espero que, por fin, venga con sorpresa.
En definitiva, que no hay manera, porque si madrugas mucho, el cuerpo está inactivo y cuesta bastante ponerse a punto justo después de levantarse y más aún si no se ha descansado mucho por culpa del calor; si salgo a correr al atardecer, la temperatura no suele bajar de los 30º y hasta me ha tocado hacer unas series de 1000 metros a 35º, con el sol escondiéndose en el horizonte, pero con un calor intenso. Personalmente prefiero madrugar, porque la temperatura es siempre más baja y el cuerpo se refrigera un poco, al menos.
En estas condiciones, sigo preparando el maratón de Chicago, donde estaré el próximo 11 de octubre a las 9 de la mañana. Falta lo más duro, pues quedan tres meses por delante en los que me esperan series a ritmos altos, ritmos controlados y tiradas largas, es decir, muchos kilómetros por recorrer y si es posible, deprisa; no me asusta el reto, ya tengo experiencia en el tema, pero me resulta incómodo salir a entrenar pensando en que lo voy a pasar mal por culpa del calor. A mi me gusta entrenar, disfruto cada rodaje, cada serie, cada sesión de gimnasio... pero en verano las cosas cambian y a veces es un suplicio correr mientras el sol te aplana sin piedad alguna y el sudor empapa la camiseta evitando una refrigeración adecuada del cuerpo, lo que puede incluso provocar un golpe de calor.
Los expertos aconsejan reducir el ritmo en los entrenamientos que se realizan con tanto calor, pero no les hace falta que me lo aconsejen, porque mi ritmo se resiente con las altas temperaturas y por eso, después de entrenar con calor, no sé si estoy bien, mal o regular, ya que se supone que en otras condiciones los tiempos hubieran sido mejores, pero ¿como de mejores?
De hecho, estoy entrenando bien, haciendo rodajes a buen ritmo y series cortas muy rápidas, pero no puedo valorar si serían más rápidas en otras condiciones. A día de hoy, creo que mi preparación va bien y espero afrontar las 26,2 millas de Chicago con ambición, en busca de una buena marca, obviamente un sub3h si soy capaz o al menos acercarme mucho; no quiero tirar la toalla antes del kilómetro diez, aunque si lo hiciera, tampoco sería una gran decepción. Sin embargo, mi estado de forma es una incógnita y me temo que tendré que esperar para comprobar como estoy de forma, cuando las temperaturas den una tregua.
Hasta entonces, seguiré luchando contra el calor, hidratándome bien y conservando intacta la ilusión que siempre supone una preparación maratoniana. En Chicago me espera mi sexto y último major y espero que, por fin, venga con sorpresa.
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