Elegí la Legua de Valverde del Majano para volver a la competición tras el Maratón de Viena; había que empezar sin forzar demasiado y una legua es una distancia ideal para evitar sufrir más de lo necesario. Además, los entrenamientos que me ha estado programando Depa, no han sido demasiado fuertes, con poco volumen de kilometraje, cuestas y velocidad. En cualquier caso, nada específico para competir. El objetivo era volver a tener contacto con la competición y correr lo más rápido que se pudiera y se cumplió, en parte.
Debido a la celebración de las elecciones municipales el domingo, la legua se disputó el sábado, en la jornada de reflexión. Acudí en familia a la provincia de Segovia y es que en Valverde volvimos a correr en varias categorías, pues Marisa y mis sobrina Esther corrieron la general conmigo y mis sobrinos Hugo y Mauro, las carreras para más pequeños; todos dejamos el pabellón bien alto.
Calenté bastante por las calles de este coqueto pueblo segoviano, pues quería tener los músculos a punto antes de iniciar una carrera rápida y corta; hacía calor, viento y la inspección previa del circuito, una sucesión de tramos hacia arriba y hacia abajo en tres vueltas, presagiaba una carrera dura.
Éramos poco y me coloqué muy bien, así que la salida fue muy rápida, a la estela de atletas mucho más rápidos que yo. El nivel era alto y obviamente no estoy a ese nivel, menos aún, después de no haber preparado específicamente la prueba, así que después de mantener bien el tipo los tres primeros kilómetros, corriendo por debajo de 4 min/km, el viento, las cuestas y mis piernas me devolvieron a la realidad y me quedé casi clavado hasta que conseguí cruzar la línea de meta en 23'58''.
El tiempo no es muy bueno, pero teniendo en cuenta los factores que se daban, sobre todo el poco entrenamiento, es para estar satisfecho. Queda mucho camino por delante antes de empezar a preparar específicamente Chicago, el calor aprieta cada día más y los entrenamientos empiezan a restringirse a horarios tempranos o nocturnos, el resto del día es imposible. Toca volver a sufrir los rigores estivales, pero convencido que estoy en el buen camino y recuperando esa chispa que había perdido en los último doce meses.
Debido a la celebración de las elecciones municipales el domingo, la legua se disputó el sábado, en la jornada de reflexión. Acudí en familia a la provincia de Segovia y es que en Valverde volvimos a correr en varias categorías, pues Marisa y mis sobrina Esther corrieron la general conmigo y mis sobrinos Hugo y Mauro, las carreras para más pequeños; todos dejamos el pabellón bien alto.
Calenté bastante por las calles de este coqueto pueblo segoviano, pues quería tener los músculos a punto antes de iniciar una carrera rápida y corta; hacía calor, viento y la inspección previa del circuito, una sucesión de tramos hacia arriba y hacia abajo en tres vueltas, presagiaba una carrera dura.
Éramos poco y me coloqué muy bien, así que la salida fue muy rápida, a la estela de atletas mucho más rápidos que yo. El nivel era alto y obviamente no estoy a ese nivel, menos aún, después de no haber preparado específicamente la prueba, así que después de mantener bien el tipo los tres primeros kilómetros, corriendo por debajo de 4 min/km, el viento, las cuestas y mis piernas me devolvieron a la realidad y me quedé casi clavado hasta que conseguí cruzar la línea de meta en 23'58''.
El tiempo no es muy bueno, pero teniendo en cuenta los factores que se daban, sobre todo el poco entrenamiento, es para estar satisfecho. Queda mucho camino por delante antes de empezar a preparar específicamente Chicago, el calor aprieta cada día más y los entrenamientos empiezan a restringirse a horarios tempranos o nocturnos, el resto del día es imposible. Toca volver a sufrir los rigores estivales, pero convencido que estoy en el buen camino y recuperando esa chispa que había perdido en los último doce meses.
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