domingo, 3 de junio de 2018

Someone in the crowd

Algún cinéfilo avezado habrá caído en la cuenta del título de este post, un título idéntico a la canción que interpreta Emma Stone en el musical "La la Land"; el porqué de este título es fácil de explicar pues la película es una de las favoritas de mi hija, Ángela, que ha pasado este curso escolar estudiando en EEUU y a la que volveremos a ver en unas días cuando vayamos a recogerla para luego disfrutar las vacaciones por la zona. De hecho, decidí correr el Rock and Roll Seattle Marathon  cuando supe el destino escolar de mi hija, allá por el mes de agosto pasado tras estudiar las numerosas opciones de maratones que se disputan por la costa noroeste norteamericana en el mes de junio; por tanto, este título no es casual y me viene al pelo para hablar de mi próxima cita maratoniana.
La capital del estado de Washington siempre me ha atraído como un bonito lugar para hacer turismo, aunque nunca me había planteado correr allí... hasta el pasado agosto; en Seattle se disputan dos maratones, uno en otoño y el que voy a correr yo, el St Jude Rock&Roll Seattle Marathon, una prueba atractiva pues recorre los lugares más emblemáticos de la ciudad, pero también dura, pues a pesar de ser una ciudad costera, tiene muchas colinas lo que genera un recorrido cuyo perfil impresiona.

Tras la pequeña decepción vivida en Rotterdam, acudo este maratón sin grandes pretensiones en cuanto a marca, con el único objetivo de hacer una buena carrera y disfrutar del recorrido y el ambiente; no obstante, voy a llegar en un buen estado de forma, no tan bien como en Rotterdam, pero no mucho peor, como demostré en Azuqueca, donde vovlvía bajar de la hora y treinta en una media después de cuatro años; por eso, aunque la idea inicial es salir a rodar cómodo, podría cambiar de opinión e incrementar mi ritmo si me veo con fuerza suficiente,  pero sin volverme loco, pues repito que el perfil es muy complicado y no es conveniente desgastarse cuando se sabe que hay pocas opciones de conseguir una buena marca. Además, la semana previa al maratón estaré haciendo turismo y eso también me puede pasar factura el día de la prueba. Como dato positivo, todo indica que la climatología será benigna para mi, porque se espera un domingo lluvioso y frío

Para los amantes de la estadística, este será mi trigésimo segundo maratón, el cuarto en Estados Unidos (Boston, New York y Chicago) y el quinto en norteamérica, pues corrí también en Quebec; correré mi segundo maratón del año y me quedarán dos más para completar esta temporada, Chisinau y Tenerife. Y como dato anecdótico, estrenaré la camiseta que me ha regalado mi amigo y gran maratoniano, Jaime, con el dorsal  20158 en el pecho.
Afronto este nuevo reto con ilusión, pues me gusta correr en Estados Unidos, donde los maratones gozan de un gran ambiente con mayor afluencia de público y animación en las calles que en Europa  y con un carácter menos competitivo entre los participantes; sin presión, sin la obligación de mirar mi reloj en cada hito kilométrico, volveré a ser "someone in the crowd", uno más de los participantes cuyo objetivo principal es difrutar de la prueba y cruzar la línea de meta, aunque no descarto fijarme un objetivo una vez comenzada la prueba.
Para ello, volveré a contar con los ánimos de toda mi familia, algo que no ocurría desde el maratón  Frankfurt en 2016 y es que los nueve meses que Ángela ha pasado fuera de casa se nos han hecho eternos y por eso considero que es una buena idea dedicarle este maratón a mi hija, que volverá a estar al borde de la calle animándome con esa frase que tanto me gusta y que ya es famosa en varios continentes: Vamos Papi. Lo dicho, este va por ti Ángela.

No hay comentarios: