miércoles, 27 de abril de 2011

London Marathon 2011 (3)- La Carrera

Amaneció un día precioso en Londres. El cielo tenía un azul intenso, salpicado por unas cuantas nubes que no presagiaban precipitación alguna. Un autobús recogió a la expedición Marathinez del hotel y nos dirigimos a Greenwich cruzando la ciudad. En el bus se palpaba el nerviosismo de la gente; gestos de concentración, de preocupación, de esperanza...
Llegamos a la zona de salida y tras charlar animosamente con una pareja de canarios, empecé a cambiarme junto con mi compañero Andrés, con el que no me despegué en todo el rato. Fuimos al baño por turnos, dejamos la ropa, calentamos y en un santiamén ya estábamos en el cajón de salida. Quedaban pocos minutos y la gente comenzó a avanzar; aunque estaba terminantemente prohibido, Andrés y yo decidimos echar la última "meada" en una mediana, momento que fue inmortalizado por un cámara inglés.
Suena el pistoletazo y salgo alegre, intentando hacer 7'05'' por milla como me había propuesto. La primera cae en 7'10'', pero no me preocupa, el terreno empieza a picar hacia abajo y pronto recupero; las millas van cayendo a 7'055 y a 7' justos, pero me encuentro bien, no fuerzo y me parece que el ritmo es el adecuado. Paso el kilómetro 5 en menos de 22', un poco rápido, pero esperanzador, sobre todo porque vuelvo a repetir lo mismo en el paso del km 10, cuando tengo el primer subidón al ver a Marisa y los niños animándome. Poco antes, Andrés decide bajar el ritmo, va atascado y aunque yo aminoro la marcha, no es suficiente y se descuelga, de momento...
Sigo a buen ritmo,  paso del 10 al 15 ligeramente por encima de los 22 minutos. El ambiente es impresionante y mi camiseta personalizada con mi nombre empieza a hacer efecto en forma de ánimos del estilo: "Come on Chuli", "Go Chuli" o "Well done Chuli". La gente me lleva en volandas, aunque ya no tanto porque el terreno ya no pica hacia abajo y el calor empieza a apretar.
Poco a poco me acerco al momento más emotivo de la carrera, que no es otro que el paso por el puente de la torre, repleto de gente animando. Cuando lo cruzo pienso en la suerte que tengo por ser corredor, por poder vivir algo así, reservado sólo para los que desgastamos zapatillas día a día, haga frío o calor, llueva o nieve. poco después, siguen las buenas noticias, 1h 33' en la media, es decir, lo previsto. Me zampo mi primer gel y encaro la segunda parte.
Pero las cosas se empiezan a torcer, noto que bajo el ritmo y cada vez tengo más calor. Las piernas funcionan bien, pero no con la alegría del principio y mis parciales de 5 km empiezan a caer por encima de los 22:30 en el 25 y en el 30y por encima de los 23 en el km 35. Antes, más o menos en el km 24 Andrés me pasa, me dice que va bien y le digo que intento mantener el ritmo. Le sigo hasta el km 30, pero ahí se pierde (me sacó tres minutos en meta). No me vengo abajo, sabía que Andrés estaba mejor que yo, así que sigo a lo mío y sé que lo mío es seguir sufriendo.
Los últimos diez kilómetros fueron un calvario. Mis piernas ya no iban, estaba asfixiado por el calor y por la humedad. Seguí con los geles, pero no notaba el efecto, salvo que me dolía el estómago de tanto beber agua. A falta de 5 km vuelvo a ver a mi familia, Marisa tuerce el gesto, nota que voy mal, pero no me preocupa, lo sé yo también. 
Los últimos kilómetros son espectaculares, las calles atestadas de gente animando, voces que me animan en español: "vamos Chuli, vamos España" y todo eso me ayuda a sacar fuerza de donde no me quedan. acelero la última milla, cuando dejo atrás el Golden Eye para pasar por delante del Parlamento y del Big Ben. No queda nada, giro a la izquierda y entro en The Mall; su asfalto rojo me da alas y comienza la cuenta atrás con cartel de 800 m, 600 m, 400 m, 200 m... Ya he rebasado las 3h 10', pero no me importa, la meta está a la vista y vuelvo a recuperar la sonrisa: voy a acabar mi décimo maratón y con una marca digna.
Entro en meta, no siento las piernas... bueno lo demás tampoco. Miro el crono: 3h 11' 36'', mi tercera mejor marca. No está mal, teniendo en cuenta que estoy hecho picadillo y que me cuesta llegar al camión a recoger la ropa. allí está Andrés, le felicito, ha hecho un carrerón.
Un poco más adelante Marisa me espera para darme el abrazo que siempre espero. Londres ya es historia, Nueva York es la próxima parada y esta vez voy a bajar de 3h 10'. ¿Qué apostamos?



sábado, 23 de abril de 2011

London Marathon 2011 (2) - La Organización

Teniendo en cuenta que Londres es considerado por muchos el mejor maratón del mundo, esperaba mucho de la organización del evento, pues tras correr en Tokio y dos grandes como son Boston y Berlín, la comparativa a aplicar era realmente exigente. Sin embargo, ya antes de acudir a Londres, pude comprobar la eficiencia de la organización, cuya página web es una auténtica fuente inagotable de información útil para corredores y acompañantes. No puedo juzgar la gestión de la inscripción, pues he acudido contratando con Marathinez y no tengo argumentos válidos, aunque por lo leído en la web, da la impresión que funciona a la perfección.
Una vez en Londres, mi primer contacto con la carrera fue mi visita a la feria del corredor, una feria a la que se accede fácilmente por el metro, ubicada en unos pabellones feriales bastante cómodos. La exposición es grande, las zona de recogida de dorsal no tenían colas y los expositores son muchos y variados, pero destacaría que hay muchos maratones promocionándose. En cuanto al merchandansing, es caro, acorde con la ciudad, pero no había problemas de tallas ni de colas a la hora de pagar.
Un autobús privado nos acercó a la salida el día de la carrera. Hay varias zonas de salida en varios puntos de la ciudad; la mía era la más numerosa en corredores, la de Greenwich, con tres zonas diferenciadas dentro de ella, para que los corredores pudieran estar cómodos para cambiarse y calentar. Estábamos ubicados en un enorme campo de hierba donde te podías sentar, calentar o simplemente vagar por ahí. Había agua, Lucozade y café gratis, sin colas, pues había un montón de voluntarios muy agradables. El clima ayudaba, pues no hacía frío y se estaba bien con un simple chandal. Había urinarios para aburrir, así como WC portátiles, por lo que las colas no eran demasiado pesadas para esos menesteres. Pasé el rato charlando con Andrés y otros corredores de Marathinez, aparte de hacerme fotos y mirar a la pantalla gigante que había instalado la organización y que estuvo muy animada.
Cuando se acercaba la hora de la salida, los corredores fueron colocándose ordenadamente en los cajones dispuestos a tal efecto. Los cajones estaban muy bien controlado y no detecté que nadie se colara. De hecho, tras el pistoletazo de salida, los primeros kilómetros discurrieron sin agobios, sin adelantamientos a corredores lentos ni aglomeraciones. Una salida de diez.
El recorrido es realmente magnífico, pues tras recorrer los alrededores de Greenwich, una agradable zona residencial, se dirige al puente de la  Torre de Londres, cuyo cruce es espectacular y tras callejear un poco se mete de lleno en la City, donde se corre entre grandes edificios, para acabar volviendo hacia la Torre y encarar las espectaculares últimas millas en las que se pasas junto al London Eye, el Big Ben y acabar en The Mall, a las puertas de Buckingham Palace.
Una vez cruzada la meta, la entrega de medallas, la recogida de la bolsa del corredor y de la ropa, es muy cómoda, sin colas ni agobios, así como la amplía zona de encuentro con los familiares, amplía y bien señalizada. 
Pero algo imperfecto tendrá que tener este maratón y en mi opinión lo es la pobre bolsa de corredor que se entrega una vez cruzada la meta. En ella se puede encontrar agua y bebida isotónica, además de unos pocos alimentos, muy inferiores en número a los de otros maratones que he corrido. Pero lo más sorprendente es la camiseta de "finisher" que regalan, más acorde con una carrera de barrio, que con un evento de esta enjundia.





jueves, 21 de abril de 2011

Lodon Marathon (1)- El ambiente

La capital del Reino Unido organiza el maratón más importante de Europa y por lo que se ve, están orgullosos de ello. Lógicamente, es difícil respirar ambiente maratoniano en una ciudad tan extensa, volcada en la preparación de una boda real a fin de mes y tan llena de turistas, pues la carrera coincidía con el comienzo de las vacaciones de Semana Santa, Easter, para los ingleses.  Aún así, era fácil adivinar que el domingo 17 se celebraba el maratón de Londres, pues se podían ver carteles que lo anunciaban en el metro, en las paradas de bus o en los escaparates de las tiendas de deporte, donde la ropa oficial del Virgin Marathon 2011 se mezclaba con la ropa conmemorativa de los Juegos Olímpicos de 2012, que se celebrarán en la capital británica el año próximo.
Pero no sólo el merchandansing genera ambiente atlético en esta gran ciudad orgullosa de su maratón. Ese ambiente atlético se respiraba en los hoteles, o en los lugares turísticos, plagados de corredores, así como  en los numerosos parque de Londres, donde runners como yo, dieron el último toque a sus músculos el día antes de enfrentarse a la distancia de Filípedes. Es obvio que en la feria se respiraba atletismo por los cuatro costados, una feria llena stands promocionando otras carreras y de marcas atléticas dedicadas exclusivamente al atletismo. 
La noche antes de la carrera, Marisa y yo estuvimos leyendo la guía que la organización edita para los espectadores. La guía aconsejaba evitar ciertos lugares debido a las posibles aglomeraciones, pero aún así, no fui capaz de imaginar lo que me esperaba el día D a la hora H.
La carrera comienza en Greenwich, muy lejos del centro, pero no evita que desde la primera milla, las calles estén llenas de aficionados. En los primeros kilómetros, el recorrido discurre por barrios periféricos de Londres, cuyos animosos habitantes comienzan a generar un ambiente mágico para el corredor. 
Con el paso de los kilómetros aumenta la cantidad de gente, que ya por el kilómetro 10 es de una o dos filas por detrás de las vallas. Pero si hay un momento que supera todo lo anterior y es el paso por el puente de la torre, totalmente atestado de gente gritando, animando, generando uno los momentos más emocionantes que he vivido como corredor. Simplemente espectacular.
Tras el paso de la media, la multitud ya es enorme. Se callejea un poco por la zona de los muelles, por calles pequeñas repletas de gente en todo momento. El paso por la City es especialmente bonito, pues además de los impresionantes edificios, la gente ya se agolpa en  dos y tres filas por detrás de la valla. Se abandona la City dejando a un lado el puente y a partir de entonces la carrera se dirige hacia el centro, pasando al lado del London Eye, Parlamento, Big Ben, donde ya el griterío es ensordecedor, aunque yo recibía con agrado los gritos de los españoles que me reconocían por mi camiseta. 
Por fin se entra en el Mall y tras un kilómetro de asfalto rojo se cruza el deseado arco de meta y se deja atrás la carrera soñada, esa en la que el público te lleva en volandas, donde tu sufrimiento es mitigado por los gritos de miles de personas que reconocen de manera anónima tu esfuerzo.
No puedo decir si en Londres hay más gente que en Tokio o en Boston, tampoco creo que sea necesario hacer comparaciones. lo que si es verdad es que correr en Londres es una de las experiencias más intensas de mi carrera atlética y que su ambiente raya en la perfección. Es una carrera para repetir, sólo por el ambiente. Habrá que ver si New York es capaz de hacerle sombra.

jueves, 14 de abril de 2011

Bye bye

La espera llega a su fin. Mañana a las 7 de la mañana, despegaré de Barajas rumbo a mi décima cita maratoniana. Esta vez toca Londres, ¿el mejor maratón del mundo? os lo contaré el lunes, después de vivir este fin de semana lleno de emociones que me espera.
Esta mañana pasé por mi fisio, Cristina, que me hizo el último apaño de chapa y pintura. Como suele ser habitual, tengo los gemelos mal, pero espero que aguanten las 26,2 millas del domingo. El masaje me ha tranquilizado antes de terminar de hacer las maletas esta tarde. Ya está todo preparado y en mi mochila, las Asics DS Trainer 16, los calcetines, el pantalón y la camiseta con la que correré el domingo. Por primera vez voy a repetir equipación, pues volveré a lucir la camiseta de España que llevé en Amsterdam, pero esta vez personalizada con mi nombre. No soy supersticioso, así que repetir me da igual, porque lo que haga el domingo depende de lo que he trabajado estos meses y no de la camiseta que lleve.
Claro que un factor que puede afectarme es la temperatura el día de la carrera. La previsión da 16º de máxima y 8º de mínima con viento ligero; no está mal, aunque no vendría mal que bajara el mercurio un poquito más. Aunque temo más a la humedad y en Londres no va a faltar.
Mañana llegaré temprano y visitaré la feria del corredor, que promete ser espectacular. El resto del día de visita turística tranquila, pues tengo que cuidar mis piernas para la carrera. El sábado toca Legoland y cena temprana en el hotel para irse pronto a la cama, aunque los nervios no creo que me dejen dormir plácidamente.
Y el domingo a correr. Esta vez creo que el resultado es una incógnita. Me veo bien, pero no me veo mejor que en Masterdam o Tokio. Creo que tengo más capacidad para resistir al final, pero es sólo una suposición. ¿Qué pasará? No lo sé. Voy a intentar salir entre 7'05'' y 7'10'' por milla, es decir, un ritmo que me permita llegar entre 3h05' y 3h08'; quiero pasar la media en 1h 32 a 1h 33' y para eso debo completar cada 5.000 en unos 22'15''. Como veis, tengo hecho los cálculos, pero al final mandarán mis piernas y mi cabeza.
No sé si este será mi último post antes de la carrera, pues intentaré dar noticias desde Londres. Si no es posible, simplemente quiero dar las gracias a todos los que me seguís y espero poder cumplir con las expectativas el próximo domingo por todos vosotros. Muchas gracias


lunes, 11 de abril de 2011

El maratón y sus sensaciones

Desde el primer día del año hasta hoy, he entrenado 70 días, en los que he recorrido 1037 kilómetros en 86 horas y media a un ritmo medio de 4'57'' cada kilómetro. Estas cifras muestran de manera objetiva el esfuerzo que he realizado para conseguir un estado de forma óptimo que me permita realizar un buen papel en mi décimo maratón: el London Virgin Marathon. 
Pero hoy, cuando falta una semana para la gran cita, no quería hablar de kilómetros, de ritmos, de series, de rodajes... pues muchos de los que leéis el blog no sois unos expertos en estas materias. Para que todo el mundo me entienda, es mejor hablar de sensaciones, las sensaciones que percibe un runner cuando decide correr el maratón, cuando entrena para lograr su objetivo y por último, cuando logra hacer realidad su propósito.
El maratón comienza el día que decides correrlo, pues desde ese momento comienzas a imaginar como serán esos 42,195 kilómetros que te esperan un día determinado a una hora determinada. Es el día en el que tu sensación es de inquietud, pues queda mucho por hacer y hay que hacerlo bien para conseguir tu objetivo. Esa inquietud se transforma en ilusión el día que te inscribes en la carrera y sobre todo en los tiempos que corren, pues conseguir un dorsal en algunas carreras es harto complicado. El día que te apuntas, sabes que ya no hay vuelta atrás y que hay que ponerse serio con el entrenamiento. Podría decir que el sentimiento que se produce es el de ansiedad, porque quedan por delante muchos días de entrenamiento y hay que planificarlo bien para que todo salga a pedir de boca.
El tiempo pasa y los sentimientos son cambiantes de acuerdo con tus días de entrenamiento: desánimo cuando las cosas salen mal, euforia cuando salen bien o simplemente cansancio porque pasan las semanas y se acumulan los kilómetros. Hay momentos en los que piensas en dejarlo todo, dejar de salir cuando hace frío o llueve, dejar de trasnochar para cuidarte o dejar de controlar tus comidas. Pero todo buen runner sabe que correr no es un deporte sencillo y que su dureza forma parte del día a día del corredor.
Cuando se acerca el maratón y comienzan a aparecer las dudas; dudas sobre el estado de forma, sobre que zapatillas llevar a la carrera, sobre la estrategia a seguir... También empiezan a dolerte músculos que nunca te habían dolido, incluso a veces parece que te estás poniendo enfermo, pero en realidad es el efecto del miedo. Ahora mismo estoy en esos días, queda muy poco tiempo y me gustaría tener todo controlado, pero eso es imposible y lo que pase el domingo dependerá de muchos factores que no puedo manejar.
Los dos días previos al maratón son días de nervios, de inquietud. Debo evitar pasarme demasiado tiempo de pie de visita turística, debo evitar las bebidas con gas, debo evitar pensar en la carrera... pero siempre acabo andando más de la cuenta, revisando mentalmente el recorrido o consultando la previsión meteorológica. La noche previa es también movidita, nervios, dudas, dolores... todo contribuye a que no pueda dormir tan bien como debiera.
Suena el despertador, me levanto, me visto, me voy a desayunar, normalmente solo. Entonces, mientras preparo cuidadosamente mi desayuno, me tranquilizo y empiezo a sentir ese hormigueo en el estómago que indica que el gran momento se acerca. Después me dirijo a la carrera, ya no hay nervios, sino ansiedad por comenzar a mover las piernas. Me preparo, caliento, me dirijo a la salida y por fin un disparo indica el inicio de otro maratón.
Con el disparo se acaba todo, se acaban los nervios, el miedo, la ansiedad... Quedan 42,195 kilómetros, 26,2 millas para disfrutar, esforzarse, sufrir y luchar por un objetivo. Lo que pase en la carrera os lo contaré cuando acabe, porque a día hoy, lo único que tengo claro es que, pase lo que pase en la carrera, cuando llegue volveré a sentir la alegría de encontrarme con mi familia.

viernes, 8 de abril de 2011

Alea jacta est

Esta mañana he completado mi último entrenamiento "duro" haciendo 21 km en 1h 45'. Mañana descanso y a partir del sábado empiezo a "deskilometrar" con la intención de llegar a Londres descansado y listo para afrontar el maratón.
Ha sido una preparación dura, más kilómetros, más gimnasio, más abdominales y unas sensaciones no muy positivas; de hecho me he empezado a encontrar mejor las dos últimas semanas porque hasta entonces mis progresos no han sido palpables, como se demuestra en mis marcas de las medias. Sin embargo, el análisis de lo hecho hasta ahora habrá que hacerlo cuando cruce la línea de meta en el Mall, pues será entonces cuando tenga el dato clave para valorar si la preparación ha sido la correcta.
Desde mi punto de vista, no he ganado velocidad, aunque creo que al aumentar el kilometraje la resistencia también va a aumentar, de manera que pueda mantener mejor el ritmo en la parte final de la carrera. Además, espero que el trabajo de gimnasio haya servido para algo y que también ayude a mantener un ritmo alto después del kilómetro 36.
No me atrevo a dar un pronóstico, creo que puedo bajar de las 3h 10', incluso acercarme a las 3h 05', pero veo difícil conseguir ese objetivo. Aún tengo que darle más vueltas al tema, pero voy a intentar salir a 4'25'' el kilómetro e intentar aguantar ese ritmo todo lo que pueda, de manera que el paso de la media debería estar entre 1h 32' y 1h 33'. Si lo consigo, habrá que esperar para saber si puedo mantener el ritmo en la segunda parte de la prueba.
Todo esto puede entenderse como un "marear la perdiz" o "hablar por hablar", porque el domingo 17, las calles de Londres me pondrán en el lugar que me corresponden. Hasta entonces voy a tener tiempo de correr un poco más, de escribir un poco más y de dar vueltas a la estrategia un poco más. Todo esto forma parte del maratón y si no fuera así, sería mucho menos divertido.

viernes, 1 de abril de 2011

Puertas abiertas a un año mas

El gran Antonio Vega repetía esa frase en uno de los grandes éxitos de Nacha Pop, éxitos que forman parte de de la vida de toda mi generación. Obviamente no voy a hablar de Nacha Pop, porque este blog no trata temas musicales, sino que voy a hablar de mi, de mi 45 cumpleaños y de atletismo, claro.
Entiendo que mucha gente piense que tengo una edad en la que debería estar pensando más en hacerme un buen plan de pensiones y  jugar al mus que en andar por ahí en pantalón corto o mallas, pero lo cierto es que sigo pensando en correr y en superar metas, pues sin esos estímulos mi vida sería aburrida. No es que yo sea una persona excepcional, pues cada día miles de veteranos desgastan zapatillas en España y en todo el mundo y todos ellos sienten la misma pasión que siento yo por este bello deporte.
Cumplo 45 y en 17 días correré mi décima maratón, esta vez, en Londres. Soy un corredor tardío, supongo que lo sabéis si os habéis leído el título alguna vez. Corrí mi primer maratón con 40 años, pero 5 años después ya llevo diez completados y espero que me queden muchos. Correr se ha convertido en una parte importante de mi vida, un ritual que llevo a cabo cinco días a la semana haga frío o calor, llueva o nieve, sea soleado o ventoso. Correr me ayuda a relajarme, a evadirme un poco de mis problemas y a forjar mi espíritu de lucha ante los problemas cotidianos; de hecho, me ha sido de gran ayuda en la crisis laboral que atravieso.
Pero ciñéndome al espíritu del blog, lo que quería comentar es el hecho que con 45 años voy a intentar mejorar mi marca en la mítica distancia de Filípedes. Hasta hace unos meses, pensaba que a partir de los 45 mi rendimiento debería ir irremisiblemente cuesta abajo. Sin embargo, mis amigos foreros y algún entendido más, me han hecho ver que aún tengo margen de mejora y si a eso le sumo que no me gusta mucho la palabra "conformismo", resulta que aquí me tenéis, machacándome para lograr bajar las famosas 3h 10' que hice hace unos meses en Amsterdam.
Mañana toca descanso y fisio, pero hoy me he regalado 4 magníficas series largas que me han subido la moral de cara a la gran cita. Sé que tengo margen de mejora, que si planteo bien la carrera me puedo acercar a 3h 05' y que si sigo esforzándome, la barrera de las 3h no será una utopía. Con esa ilusión cumplo 45 y espero que en años sucesivos conserve la ilusión por ese u otros retos.
No quiero terminar sin volver a agradecer a Marisa, Alonso y Ángela el apoyo que me dan día a día, pues soportan mis entrenamientos y me animan en todas las carreras en las que pueden. Puede sonar a tópico, pero sin Marisa entre el público, estoy seguro que hoy no contaría todos mis maratones como completados. Y también quiero agradecer el apoyo que me brindáis los lectores de este blog y en general a todos los amigos que alguna vez me habéis dado vuestro apoyo. Hoy con 45 años os quiero volver a dar las gracias.