sábado, 27 de febrero de 2010

Velando armas

Quedan apenas doce horas para que se de la salida al maratón de Tokio 2010. Estaré bien colocado en la salida, en el cajón B, con mi dorsal 23105. Estoy escribiendo justo antes de ir a cenar pasta. Luego a la cama, espero dormir bien, para poder estar a tope mañana. Está todo preparado, la camiseta con su dorsal, las zapatillas, la bolsa de la ropa... Ahora sólo me queda darlo todo y hacer buenas mis expecttivas.
Esta mañana me he sentido muy suelto en mi último entrenamento en los alrededores del hotel, aquí en Tokio. El viaje de ida fue duro, pero no he pasado mala noche y estaba bien por la mañana. He dedicado el día a hacer una visita relajada de Tokio y a recoger mi dorsal en la feria del corredor, de la que ya os hablaré. El tiempo no es bueno, en torno a los 8º y espero que la lluvia que se anuncia para mañana de una tregua.
Estoy con ganas; parece que hay mucha expectación por la carrera en la ciudad. Esta mañana, en el desayuno, me he hecho una foto con unos kenianos que mañana estarán en cabeza con seguridad, espero que se me haya pegado algo. Llego muy bien de preparación, muy bien de moral y con ganas de acabar mi octavo maratón, primero en Asia, donde me gustaría que cayeran algunos más, como Pekín, Hong Kong, Seúl...
Pero siendo sincero, estoy nervioso. Quiero que todo vaya bien mañana y estoy planificando la carrera cada rato. Esta vez, mis seguidores son numerosos, doce, encabezados, como no, por Marisa que ha traído banderas de España para aburrir. Tengo ganas de que acabe todo, pero por otro lado, tengo ganas de que la ilusión que me genera un maratón nunca termine. 
Mañana, a estas horas, sabremos el resultado. Sea bueno o malo, quiero dedicarlo especialmente a las doce personas que me acompañan en este viaje, a mis hijos, que me siguen desde Madrid, a mis seguidores del blog y atodos aquellos que os habéis dejado caer por aquí alguna vez o que me habéis animado para conseguir mis objetivos. Muchas gracias, espero que mañana no decepcione a nadie, porque pienso dar todo lo que tengo.

jueves, 25 de febrero de 2010

Miedo escénico

Estoy preparando la maleta. Mañana, tras mi último entrenamiento en España, salgo para Japón a mediodía. Ya no queda casi nada para que llegue la fecha que marqué en el calendario hace meses. En todo este tiempo, he entrenado muy duro, con mucho frío a veces, con nieve, con lluvia, ¡mucha lluvia!; he competido bien, he mejorado notablemente en las series, he batido mi marca en una media... pero ahora tengo miedo.
No importa que tenga sobrada experiencia en estas lides, ni que mi preparación la haya cuidado al detalle, ni siquiera que yo me encuentre "fino", en buena forma; todo eso está muy bien, pero cuando se acerca la carrera siempre tengo miedo. Miedo a quedarme dormido el día antes, miedo a lesionarme, miedo a no poder terminar, miedo a equivocarme en la estrategia, miedo a que sople el viento, o a que llueva mucho, incluso miedo a sufrir más de lo previsto. Pero no me importa tener miedo, forma parte del maratón, una carrera a la que siempre hay que tener respeto, a la que no se puede ningunear porque cuando más confiado estás te machaca. Correr un maratón es relativamente sencillo, correrlo bien, exige dedicación, entrega y ganas, porque sabes que pase lo que pase vas a sufrir, el sufrimiento forma parte de la carrera.
Quedan esos días en los que sólo pienso en el maratón, en los que me voy poniendo cada vez más nervioso, en los que me empieza a doler todo y empiezo a dudar de todo. No me quejo, forman parte de una experiencia maravillosa que es correr una maratón. Cuando empiece a correr el domingo, los nervios se habrán acabado y cuando termine, empezaré a pensar en la próxima meta, porque para un maratoniano, la consecución de un objetivo implica la preparación del siguiente.
Espero poder escribir el próximo post desde Tokio.

domingo, 21 de febrero de 2010

Ocho maratones

Han pasado casi cuatro años desde mi debut maratoniano en Madrid. Era el año 2006 y aún recuerdo la ilusión con la que emprendí un viaje que me ha llevado a completar siete maratones y cuyo final no me planteo. Aquel primer maratón fue más duro de lo que pensaba, corrí lesionado durante gran parte del recorrido y cuando llegué a meta estaba exhausto, me dolían las piernas, apenas podía andar y pasé muy malos momentos. Mientras caminaba hacia la salida, mi mayor deseo era encontrar a Marisa, que me había seguido en la carrera. Tardé en encontrarla y cuando lo hice, nos fundimos en un profundo abrazo, que fue lo mejor de la carrera. Había sufrido mucho, se lo conté y recibí el ánimo necesario para volver a correr un maratón, a pesar del sufrimiento.
Desde entonces, he corrido seis maratones más y en todos ellos Marisa ha acudido a la cita. Me ha seguido en todos los recorridos, de punto kilométrico a punto kilométrico, de estación en estación. Nunca he corrido una maratón solo, porque siempre ha estado ahí para darme  ese ánimo necesario para seguir corriendo, para seguir luchando hasta alcanzar la meta. Y tras llegar al final, me ha dado el abrazo más reconfortante, cuando te duele todo, cuando sabes que lo has vuelto a conseguir y lo quieres compartir con el ser más querido.
En Tokio, correré mi octavo maratón. Marisa volverá a estar conmigo y mientras yo recorro los 42 kilómetros y 195 metros, ella se moverá por el metro para darme su apoyo. Ella, como yo, va a cumplir su octavo maratón, uno distinto al que corro yo, pero con tanto valor como el mío, porque, Marisa es la clave de mi éxito. Ella soporta durante meses mi preparación, mis comidas, mis salidas intempestivas a correr y, sobre todo, me soporta la noche previa al maratón, cuando soy un manojo de nervios.
Por eso, en este post, quiero dar las gracias a Marisa por haber estado siempre a mi lado en esta aventura. Sin ella, esto no sería igual, ni tampoco mi vida.

viernes, 12 de febrero de 2010

No me podrán parar

Quedan poco más de dos semanas para la gran cita de Tokio. Como podeis imaginar, el volumen de entrenamientos de las últimas semanas, ha ido en aumento. Rodajes largos, series más duras y todo ello aderezado con una nueva ola de frío que visita España. Nada nuevo, pensareis, para alguien que ya lleva siete maratones a la espalda.
Pero esta vez, las cosas son distintas. El Gobierno de España y más en concreto su Ministro de Fomento, ha decidido modificar de manera abusiva e ilegal las condiciones de trabajo de mi colectivo, todo ello, tras haber llevado a cabo una vergonzosa campaña de desprestigio durante los últimos dos meses. Como también sabeis, ocupo un cargo sindical desde hace años, por lo que es fácil suponer el enorme volumen de trabajo y la presión que estoy sufriendo en estas semanas, en las que debería estar centrado en las últimas sesiones de entrenamiento.
Algún compañero me ha preguntado si aún me quedan ganas de entrenar o incluso de irme tan lejos a correr. La respuesta es rotunda: SI. Llevo muchos meses preparándome, correr es parte de mi vida y doblar la rodilla ante los problemas, sería reconocer que ellos han ganado. Sé que a pocos le importa mi resultado en el maratón de Tokio, pero para mi y después de todo lo que estoy viviendo estos días, es un reto aún mayor. Quiero correr y quiero correr bien, para demostrar al ministro,al presidente de Aena y demás personajes siniestros que les apoyan, que conmigo no van a poder. Me han aplicado un decreto ilegal, me han apretado  las clavijas, están acosando a mi familia y a mis compañeros, pero no me van a quitar la ilusión por correr. 
Estas semanas no están siendo tan duras como en ocasiones anteriores, están siendo mucho más duras, porque tengo que sacar el tiempo justo para entrenar entre reunión y reunión, entre viaje y viaje. Pero estoy entrenando bien, me noto en forma y creo que si las cosas transcurren con normalidad lograré mi objetivo. Por eso, les digo a mis enemigos algo parecido a lo que cantaban los Celtas Cortos hace unos años: No me podrán parar, soy un atleta con ganas de luchar.

lunes, 1 de febrero de 2010

Cuatro semanas

Quedan cuatro semanas, es decir, 28 días, por tanto, 19 sesiones de entrenamiento antes de correr en Tokio. Sin duda, las cuatro semanas más duras de entrenamiento, las cuatro semanas en las que puedo echar a perder todo el trabajo hecho hasta ahora, o en las que puedo dejar mis piernas en la forma ideal para conseguir superar el reto que me he impuesto. Estoy fino, lo sé, no sólo por la marca de Getafe, sino por como entreno, como me veo día a día. Vivo momentos duros en lo laboral, así que tengo que exigirme una concentración aún mayor para poder afrontar esta fase tan dura con la moral alta y con ganas.
Esta tarde comenzaré  con un entrenamiento a ritmos altos, para seguir con series y más rodajes y culminar la semana con el rodaje largo, 2h 20'. Un buen palizón, vamos, pero con fecha de caducidad.
Tengo casi todo el trabajo hecho, pero estas cuatro semanas son vitales. A diferencia de los maratones del año pasado, estoy descansado, com moral, más delgado y muy en forma. Lo que pase en Tokio depende de estas cuatro semanas, así que hay que hacer el último esfuerzo y culminar poniendo una pica... en Asia.