jueves, 24 de noviembre de 2016

Canillejas 2016

Siempre me ha gustado la carrera de Canillejas, pero este año se disputaba justo una semana después del maratón de Ravenna y no estaba en mis planes volver a competir  en esa fecha; sin embargo, mi amigo Alfredo Varona me ofreció un dorsal y decidí aceptarlo, porque me gusta el recorrido, el ambiente y además podía correr sin presión alguna, porque no me iba a plantear ningún objetivo, tan solo llegar a meta.
Amaneció un domingo lluvioso en Madrid y aunque no me apetecía mucho correr, me desplacé hasta Canillejas un poco escaso de tiempo, aparqué y me fui en metro hasta las inmediaciones de la salida (esta carrera tiene un recorrido lineal).  El metro te deja a 1,5 km de la salida, así que tuve que correr hasta la salida para no llegar tarde y de paso, calentar un poco. 
Me coloqué bien en la salida y salí sin pensar mucho en el ritmo, guiándome por mis sensaciones que no eran del todo malas, de manera que completé el primer kilómetro en menos de cuatro minutos; animado por ese paso, decidí seguir a buen ritmo, pero sin  volverme loco porque sabía que podía pagarlo más adelante. Y aunque el segundo y el tercero se fueron por encima de 4 minutos, en la bajada de Arcentales volví a recuperar un poco, para luego volver a bajar el ritmo en la subida subsiguiente. La bajada y posterior subida de esta popular avenida es, de siempre, la parte más difícil del recorrido, pero corrí con cabeza y pude llegar entero a la parte final de la prueba, los últimos tres kilómetros que pican constantemente hacia abajo.
Miré el reloj y me di cuenta que estaba haciendo una buena carrera y que tenía posibilidades de bajar de 41 minutos, así que no me lospensé y seguí manteniendo un buen ritmo, aunque sin pisar a tope el acelerador porque mis piernas ya estaban un poco cansadas. El caso es que encaré la recta mirando el reloj y acelerando un poco para acabar en 40'58''.
Es un buen crono, teniendo en cuenta los dos maratones que he corrido en quince días y me ha ratificado que sigo en un buen momento de forma, que espero conservar para las competiciones que me esperan durante el mes de diciembre, en el que voy a entrenar menos y competir más; órdenes de Depa para final de año.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Maratona di Ravenna (3) - La carrera

Habíamos incrementado un poco el ritmo en los últimos kilómetros, mis piernas aguantaban y la maltrecha rodilla de Pili también; entonces pasamos por el punto kilométrico 41 y como dos buenos maratonianos olfateamos claramente la línea meta, e incrementamos inconscientemente el ritmo con la pancarta al fondo y el sonido del la última banda de animación que interpretaba Africa de Totto, un grupo italiano muy popular en los 80. Los ánimos de los tiffosi nos dieron el empujón definitivo, "andiamo ragazzi" (y eso que yo, de ragazzo no tengo ya nada) antes de que Pili me ofreciera su mano y cruzáramos juntos la pancarta levantando los brazos; era el colofón perfecto para una carrera de esas que se recuerdan siempre, una carrera en la que cumplí con creces mi objetivo que no era otro que disfrutar de la distancia de Filípedes y llegar entero a una meta donde me esperaba una ragazza para colgarme esa anhelada medalla de mosaico.
Ese último kilómetro fue el más rápido (a 4'22'') de una carrera que comenzó, como siempre, muy temprano, para tomar el desayuno con tiempo en el hotel; había dormido plácidamente pues no me preocupaba nada el tiempo que podía hacer, mi objetivo era salir y llegar con Pili y recibir la medalla. Repasamos el recorrido en el desayuno con Marisa, que hacía uno y mil cálculos para elegir los puntos apropiados de animación, aunque el trazado se lo ponía muy difícil. Tras los últimos preparativos, nos dirigimos en coche al aparcamiento del que partía la Navatta (lanzadera) hasta la línea de salida, a la que llegamos con tiempo suficiente para ponernos la camiseta de competición y hacernos la fotos de rigor con nuestros particulares "tiffossi". Calentamos un poquito y a la línea salida.
Pili no tenía muy buenas sensaciones en su rodilla y yo tenía dudas sobre como iban a responder mis piernas tras el esfuerzo realizado dos semanas antes en Frankfurt, así que decidimos tomarnos con calma el inicio de la prueba que empezamos ligeramente por debajo de los 5 min/km. Fuimos incrementando poco a poco nuestra zancada hasta ponernos justo por detrás del globo de las 3h30', pero justo entonces decidí hace runa parada "técnica" para ir "al baño" de manera que tardamos un poco en adelantar a ese numeroso grupo y así correr de una manera más relajada.
Ya por entonces nos habíamos impuesto un cómodo ritmo de 4'45 a 4'50'' que no íbamos dejar en toda la prueba; recorrimos las animadas calles del centro, cruzamos un parque por un estrecho camino, y esquivamos algún que otro tramo adoquinado antes de llegar al kilómetro 10 en el que se sale de la ciudad y donde nos esperaba nuestra afición capitaneada por Marisa para darnos nuestro primer "gel de ánimo".
Tras salir de la ciudad, se toma una carretera que lleva a la espectacular iglesia de San Apolinar en Classe; la animación desciende, pero Pili y yo seguimos buen ritmo, adelantando atletas, hasta que encontramos a un español, Jose, miembro del grupo de los "Amigos de la Tapia"; le sugerimos que se una a nosotros y lo hace, así que pasamos de duo a trío de españoles.  Tras llegar a San Apolinar, giramos 180º para continuar por la misma carretera  en sentido contrario. Al llegar a las afueras de Ravenna se toma una carretera a la derecha que lleva hasta la Marina. Aunque se pasa por algún barrio aislado, es una carretera sin apenas animación, hasta que llegamos al paso de la media donde vuelve a estar nuestra "afición" y no sabemos como, pero han llegado para darnos otro empujón moral.
A partir de la media, la ruta se torna un poco tediosa y sufro una pequeña crisis tras tomar mi primer gel, pero no bajo el ritmo porque Pili sigue firme y no tengo intención de  perderla de vista; me recupero, el grupo de hispanos sigue intacto y los pasos por los kilómetros son muy regulares. Todo marcha en regla por el km 28 en el que tomo mi segundo gel y Pili bromea con la posibilidad de "empezar a correr" a partir del km 32, pero le digo que si me quedan fuerzas lo haré a partir del 37.
Mis piernas aguantan y la rodilla de Pili también y entre unas cosas y otras llegamos al km 32 y entonces Pili decide que hay que poner un poco más de picante a la carrera e incrementa ligeramente el ritmo; Jose se queda un poco, así que volvemos a quedarnos los dos solos, aunque nos sigue una italiana desde hace unos kilómetros a la que Pili anima constantemente.
Mis piernas no fallan, están mejor que al principio y no me cuesta nada seguir el ritmo que llevo; entramos de nuevo en la ciudad por el plaza de Aldo Moro donde hay unos sillones de mosaico que le gustan a Pili; luego volvemos al parque que  cruzamos al principio de la prueba, pero ahora es más fácil porque ya no hay gente. Seguimos recogiendo cadáveres y encaramos el km 40 y luego el 41 y el resto de la historia la habéis leído al principio.
Nada más cruzar la meta, Marisa nos felicita por nuestro tiempo, 3h22'47'', un corno muy decente teniendo en cuenta que dos semanas antes había acabado en 3h09´en Frankfurt. Luego nos colgaron la medalla, nos hicimos fotos y comimos algo para recuperarnos. El maratón Ravenna es el número 26 de mi carrera y aunque la marca no es de mis mejores, os aseguro que voy a recordar esta carrera por mucho tiempo, pues la he disfrutado mucho, he cumplido mis objetivos y he corrido de principio a fin con una gran atleta y mejor amiga. Gracias Pili por compartir esta carrera conmigo.

viernes, 18 de noviembre de 2016

Maratona di Ravenna (2) - La organización

Es evidente que una organización modesta, como la de Ravenna, no cuenta con tantos medios como los de otros eventos más importantes, pero con un presupuesto pequeño es posible hacer una buena carrera, que se ocupa principalmente del bienestar de los corredores, sin olvidar al público de una ciudad que se vuelva con su maratón.
Puede que la falta de un gran presupuesto sea la razón por la que la página web de la carrera no es de las mejores que conozco y además es compartida con otras carreras, pues pertenece al Ravenna Runners Club; sin embargo, cumple su función informativa y de registro, aunque su diseño no sea muy novedoso.

El local elegido para la feria del corredor es un palacete en pleno centro de la ciudad, así que se queda un poco pequeño para la cantidad de visitantes que tiene, pero la recogida del dorsal es ágil y la visita es muy interesante, pasando de habitación en habitación donde, sobre todo, hay stands de maratones italianos, aunque también de patrocinadores de la prueba, incluyendo el de Diadora, la marca deportiva que tiene un pequeño puesto con merchandising de la prueba.
Ravenna es una ciudad pequeña y su centro histórico se recorre durante la carrera, de manera que no se puede acceder a la zona de salida ni en coche, ni en transporte público, por lo que la organización fleta unos autobuses/lanzadera desde un gran aparcamiento en las afueras de la ciudad, hasta el centro. El servicio es rápido y cómodo y además puede ser utilizado indistintamente por corredores y sus acompañantes, sin restricciones.
La carrera comienza en la céntrica Via Roma, frente al museo de Arte de Ravenna; la zona de salida está bien organizada, aunque con las típicas esperas en los camiones/ropero y en los baños, que no son demasiado numerosos, así que la gente utiliza una zona arbolada aledaña por la que también se puede calentar sin agobios. Se sale por una calle amplia en la que se definen unos cajones que están bien controlados. Tras el pistoletazo de salida, la carrera discurre por los lugares más emblemáticos del centro histórico aunque se puede correr con suficiente fluidez. Pero los primeros errores se ponen de manifiesto en el primer avituallamiento, el de los 5 Km, donde no pude beber porque no había agua para todos; el problema no sólo es ese primer puesto, sino todos los demás, pues son muy cortos y los voluntarios no dan abasto para reponer con suficiente rapidez, aunque, lógicamente, el problema se minimiza con los kilómetros cuando la carrera se estira de verdad. Después de ese primer avituallamiento, la cosa tampoco mejora, pues la carrera cruza un parque por un camino estrecho y de tierra, lo cual me hace pensar en lo molesto que sería si hubiera llovido.
Pronto se abandona la ciudad por una carretera que lleva a San Apolinar in Classe, donde tras rodear un parque se vuelve por donde se ha venido hasta coger otra carretera que lleva a la Marina de Ravenna; es entonces cuando se cruza la media y se sigue por una carretera muy escasa de público hasta llegar a dicha Marina, donde se da la vuelta sin ver el mar y se vuelve por otra carretera paralela a la anterior. Se llega a la ciudad de nuevo para recorrer los últimos kilómetros y de nuevo se pasa por otro parque por si no había suficiente con el primero; los kilómetros finales ya discurren por el centro, con mucho público y una bonita llegada en la misma avenida donde partió la carrera.
Una vez que cruzas la meta te cuelgan una preciosa medalla realizada con mosaico; para realizar la medalla, se toman como modelo los adornos de la iglesia de San Vital y se hacen una por una en un taller de la ciudad; no hay dos medallas iguales, son artesanales y realmente bonitas. Luego puedes recuperarte un poco en una zona de avituallamiento donde no falta de nada: bebidas, fruta y hasta pasta y vino, porque el avituallamiento está abierto, no es sólo para corredores, sino que todos están invitados al final de fiesta. Una gran idea.
La maratona di Ravenna es una carrera bien organizada, con fallos subsanables, pero se nota que se realiza un gran esfuerzo para dar un trato exquisito a corredores y acompañantes; en una época en la que las carreras tratan de aumentar la participación a toda costa disminuyendo los servicios a los atletas, es muy grato descubrir que en algunos lugares todavía se organizan las cosas a la antigua usanza y a fuego lento.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Maratona di Ravenna (1) - El ambiente

La Cittá D'Arte es una ciudad especial, no sólo por sus extraordinarios edificios declarados patrimonio de la humanidad por la UNESCO o por su intensa agenda cultural, sino porque es una ciudad volcada con el deporte, como demuestra el hecho de ser la cuna del voleibol transalpino o la gran cantidad de instalaciones deportivas bien cuidadas que se pueden ver en ella y como lo es la disputa de uno de los maratones más importantes del país de la bota y eso que estamos hablando de una población de apenas 150.000 habitantes.
Ravenna recibió a nuestra expedición un frío sábado a mediodía en el que se ultimaban los preparativos en la zona de salida/meta de la prueba atlética que se disputaría al día siguiente recorriendo la mayor parte del casco urbano, como atestiguaban la infinidad de carteles alertando de los cortes de tráfico debido al paso de los esforzados emuladores de Filípedes. Tras comer, como no, pasta, en un popular restaurante, nos dirigimos al centro, que ya era un hervidero de gente, pues además del fin de semana atlético, en la coqueta Piazza del Poppolo, se celebraba la "Feria del Chocolate", que , como podéis imaginar, estaba de "bote en bote", incluyendo los que íbamos a disputar la prueba del domingo. De hecho, el tránsito de gente era intenso entre dicha plaza y la Piazza de Kennedy, donde se ubica el palacete en el que se celebra la feria del corredor.
Una feria pequeña pero muy animada, repleta no solo de corredores, sino de curiosos y es que en Ravenna el maratón se vive a parte iguales por los que corren y los que no corren, ya que estos también participan de la fiesta general de una ciudad con las calles repletas de ciudadanos que disfrutan de las iniciativas culturales y deportivas que se llevan a cabo en la ciudad; en este sentido, es curioso el contraste con Frankfurt, una ciudad semi desierta tanto  el sábado como el domingo maratoniano.
Es lógico que en una ciudad pequeña, no haya suficiente público en las calles para animar durante todo el recorrido, de un maratón, pero durante la carrera se puede disfrutar de puntos "calientes" en el que la presencia de público es bastante notable; obviamente la salida es una de ellas, así como varias partes del recorrido inicial, que discurre por el centro de la ciudad; luego se abandona el casco urbano para dirigirse aS an Apolinar in Classe por una carretera en la que se corre sin público durante gran parte del tiempo, salvo la parte que bordea el impresionante edificio patrimonio de la UNESCO. Aún menos público se ve en el tramo de carretera que llega casi hasta el mar, pero se compensa con los últimos kilómetros, ya en Ravenna, donde el público vuelve a ser  numeroso muy animoso y es que los italianos animan de una manera "especial".
Claro que para especial, tengo que hablar de mis seguidores, capitaneados, como siempre por Marisa que volvió a conseguir animarme en tres partes distintas del recorrido y eso que no era nada fácil en este caso; junto a ella, dos debutantes Paco y Maribel y la madre de Pili, que volvió a estar al pie del cañón, con muleta y todo. Sin duda, fue la animación que más nos gustó.
No me gustaría dejarme en el tintero otra apreciación sobre la carrera y es que la participación femenina es muy grande, pero no solo en las carreras de 10k y media que también se disputan, sino en el maratón; una prueba más de lo que significa de esta carrera.
Estoy seguro que no me equivoco calificando el ambiente de Ravenna como muy bueno, porque a pesar de ser una carrera modesta, se nota que está organizada con cariño y que toda la ciudad participa de un espectáculo tan emocionante como es ver a miles de atletas esforzándose por completar los 42,195 Km del recorrido.

martes, 8 de noviembre de 2016

Ravenna, città d'arte

Hace ya unos años que conocí a Pili Isidro, la mejor maratoniana de España, sin lugar a dudas; a Pili, como a mi, nos apasiona la distancia de Filípedes y ambos hemos coleccionamos maratones alrededor del mundo, aunque ella lleva más que yo y hasta ha conseguido alguna victoria. A ambos nos gusta vivir con intensidad los fines de semana maratonianos, la visita a la feria del corredor, vivir el ambiente en carrera,  una simple charla con otros atletas... pero hay algo que a Pili le gusta por encima de todo y es recibir la medalla de finisher, porque ella es bastante "friki" de las medallas.
Os preguntaréis el porqué esta introducción, pero lo cierto es que viene al caso porque la primera vez que supe algo de la Maratona di Ravenna fue al navegar por  páginas de maratones en internet y descubrir que la medalla de finisher de esta prueba es una auténtica obra de arte, pues está hecha de mosaico; lógicamente se lo conté a Pili y enseguida decidimos poner este maratón en la lista de futuribles, de manera que este año, por fin , cae.
Para los que no lo sepáis, Ravenna se ubica unos kilómetros al sur de Venecia , en la región Emilia-Romaña y es conocida como la "Ciudad del Arte" por los hermosos mosaicos que se pueden admirar en varios edificios históricos. Ravenna también es conocida por albergar la tumba del gran poeta Dante Alighieri. Y además de estos datos culturales, es una ciudad que organiza múltiples eventos deportivos, entre ellos, un maratón que parece estar bien organizado, con un recorrido atractivo y bastante llano y que espero completar el próximo domingo junto a Pili.
Será la segunda vez que corra un maratón sólo dos semanas después de otro, pues ya probé la experiencia en 2014 con los maratones de Coruña y Praga; aquella vez corrí muy fuerte en Coruña (3h04'46'') y me costó acabar en Praga (3h21'32'') y creo que en esta ocasión las cosas van a ser similares, pues he corrido a tope en Frankfurt y pronostico una carrera complicada en Ravenna, aunque mi intención es salir a rodar sin más junto a Pili, hacer el maratón juntos y acabar por debajo de las 3h30'.
También será mi primera cita maratoniano en Italia; el país transalpino siempre ha estado en mi agenda de futuribles y espero volver para correr en Roma, Florencia, quizás en Venecia... ya se verá. Y hablando de números, cumpliré 26 citas con los 42,195 km, justo dos semanas después de haber celebrado mis particulares "bodas de plata" con la distancia de Filípedes. Será mi cuarto maratón de 2016, un año en el que he mejorado mis marcas respecto a años anteriores y espero seguir haciéndolo en 2017, aunque siga acumulando años, pero también voy a acumular ilusión.
El centro histórico de Ravenna nos espera  en una jornada que previsiblemente va a ser lluviosa; no importa, vamos a disfrutar de la carrera, sin presión por la marca, sólo a correr porque nos gusta correr. En las calles estará, como siempre, Marisa animando y esta vez junto a la madre de Pili y mis cuñados Paco y Maribel. El próximo domingo espero colgarme una nueva medalla, esta vez realizada en mosaico y después de haber vuelto a disfrutar de una prueba que crea adicción, porque un maratón es una prueba única que merece ser amada y respetada como merece.

jueves, 3 de noviembre de 2016

Maraton de Frankfurt (3) - La carrera

La noche previa a la carrera coincidía con el cambio al horario de invierno en Europa, de manera que pude dormir bien antes de que el despertador sonara a las 7 de la mañana; desayuné en la habitación y me volví a tumbar un rato para descansar hasta última hora porque la salida estaba a 10 minutos caminando.


Quedé con en un parque aledaño a la salida con Mario, su cuñado y su amigo Luis, para calentar y darnos los últimos ánimos antes de comenzar a disputar la prueba; hacia frío, pero el viento soplaba con muy poca fuerza y el cielo estaba despejado, un clima casi ideal par afrontar una prueba en la que había puesto muchas esperanzas.
Tras despedirme de Marisa y de mis hijos, me dirigí a mi cajón de salida, donde ya estaban casi todos los atletas, de manera que Mario y yo tuvimos que colocarnos en un lateral esperando el pistoletazo de salida y el avance de la "riada" de atletas. A pesar de este inconveniente, la salida fue limpia, jaleada por el numeroso público que abarrotaba las calles a esa hora tan temprana; tenía decidida mi táctica y aunque era similar a la de Mario, decidí no seguirle porque sé perfectamente que no estoy a su nivel. En definitiva, me puse a un ritmo aproximado de 4'18'' y aunque el comienzo fue un poco más lenta, intenté compensar en los siguientes kilómetros. Cometí el error de seguir el globo de las 2h59'59'' durante un kilómetro, pero es evidente que no llevaban un ritmo muy regular porque me salió a 4'05'' aproximadamente, así que volví echar el freno.
Los primeros kilómetros de la carrera discurrieron por el centro de la ciudad; había demasiados atletas y demasiados giros y pasos de bordillos e incluso un atasco alrededor del kilómetro 5 que me obligó a pararme unos segundos; había nervios entre los que queríamos llevar un ritmo cercano las 3 horas, pero poco a poco la carrera se fue estirando en la zona más desfavorable del recorrido que va del kilómetro 6 al 10 y que yo conocía pues Juan me había relatado a la perfección los pormenores del recorrido dos días antes. El caso es que pasé el km 10 en 43'04'', a ritmo de 4'18'' que yo quería, después de recibir por primera vez la inyección de moral que suponen los ánimos de Marisa y mis hijos.
A partir de ese punto, se inicia un tramo más favorable de unos 3 km en el que incrementé ligeramente el ritmo; luego la carrera se vuelve definitivamente plana y mi ritmo seguía siendo constante, a pesar de haber perdido ya la referencia, aunque seguía con los globos a la vista delante de mi.
Pasé la media en 1h30'47', es decir, a 4'18'' el kilómetro, pero no me sentía con fuerzas para incrementar el ritmo, así que decidí ser prudente e intentar mantener el que llevaba, lo cual significaba que el sub3h se alejaba casi definitivamente. Pero mi ritmo se iba resintiendo poco a poco y en el km 28 mi tiempo ya se había ido a 2h02'30'', pero en vez de desanimarme busque un nuevo objetivo y ese era acabar en 3h06'.
Marisa, Ángela y Alonso no faltaron a su cita a falta de 6 km, cuando mi ritmo ya había disminuido hasta los 4'40'' y mi nuevo objetivo era bajar de 3h10'. Intenté no venirme abajo en el tramo final de la carrera e incluso conseguí acelerar un poco en los últimos dos kilómetros, pero mi tiempo se fue hasta las 3h09'14'', un tiempo digno para cruzar la línea de meta de mi 25º maratón.
No puedo estar contento con mi actuación en Frankfurt, pues creo que tenía un sub3h05' en las piernas, pero estoy satisfecho por haber logrado el quinto mejor tiempo de mis 25 maratones completados, un tiempo por debajo de las 3h10'. Cumplí el plan que había establecido, saliendo a 4'18'', pasando la media entre 1h291 y 1h31', alternando agua/isotónico en los avituallamientos y tomando los tres geles habituales, más una pastilla de sales para evitar calambres; sin embargo, las piernas no dieron para más y la explicación es simple, no estaba tan bien como yo pensaba.  Habrá que entrenar mejor para la próxima vez que quiera intentar hacer una buena marca, que será en septiembre de 2017 en Varsovia.
Hasta entonces intentaré disfrutar un poco más de la carrera y dejaré al margen la marca en los tres maratones que tengo programados; en 10 días correré en Ravenna, el próximo mes de enero en Las Palmas y en mayo en Lima, con lo que tacharé un nuevo continente donde habré disputado la distancia de Filípedes.



miércoles, 2 de noviembre de 2016

Maratón de Frankfurt (2) - La organización

El auge de la carrera a pie y la competencia entre los respectivos organizadores para conseguir más participación, ha supuesto un notable aumento de la calidad organizativa de los eventos; sin embargo, el caso que nos ocupa es Frankfurt, una carrera muy veterana y con una buena organización desde siempre que ha cumplido con mis expectativas, aunque hay algunos aspectos mejorables, en mi modesta opinión.
Mi relación con el maratón de Frankfurt comenzó hace casi un año cuando me inscribí por medio de su página web; la página es buena, tanto para inscribirse como para obtener información útil de cara al fin de semana y además se actualiza de manera periódica con el consiguiente envío de la newsletter vía mail; desde mi punto de vista, roza la perfección.
Una vez en Frankfurt, las cosas discurren por un camino similar; la feria está bien comunicada y prácticamente al lado del hotel oficial del evento, aunque yo no me alojé en el. El pabellón es grande, de manera que no hay problemas de congestión; la recogida del dorsal es ágil, aunque luego tienes que hacer una peregrinación hasta otros dos stands que están de punta a punta para hacerte con la bolsa y la camiseta oficial. Me parece innecesario que te hagan recorrer la feria para que pases por todos los puestos de anunciantes, yo creo que si no te gusta visitar los stands, no tienen porqué "obligarte".


La feria es de tamaño medio, en lineas generales dividida en los puestos de la organización, stands de maratones y por último muchos puestos de venta de artículos deportivos, aunque sólo uno oficial, el de Asics, organizador de la carrera. Es entretenida, con juegos, interactivos, mucha variedad de productos y cerveza sin alcohol gratis, pero el merchandising de la carrera es muy deficiente, compuesto de unas cuantas camisetas de algodón muy feas y una zona de retales en las que se podía adquirir la camiseta oficial de años anteriores, pero la camiseta oficial de este año no; no sé si el merchandising es o no rentable, pero, por lo general, a los participantes nos gusta llevarnos algún recuerdo maratoniano.
Como ya he comentado, el día previo al maratón disputé la popular Family Run, que en este caso se llama Pretzel Run; ha sido mi primera participación en una carrera de este tipo y me resultó divertida, además de bien organizada. El recorrido era agradable, cercano a la ribera del río Meno y a la llegada, todos pudimos comer unos o dos pretzel, beber cerveza sin alcohol y bebidas isotónicas a demanda; incluso hubo medallas para todos los participantes. Muy logrado.
No asistí a la comida de la pasta, pero las referencias que tengo son buenas, pues la comida y la bebida son gratuitas con la inscripción, un detalle que deberían copiar otras organizaciones de maratones.
Llegamos ya a lo importante, la carrera del domingo; la salida se ubica al lado del Messe, de manera que el mismo día de la carrera se puede recoger el dorsal; hay sitio para calentar sin problema y sin aglomeraciones de gente. Sin embargo, creo que había pocas cabinas de wc en la calle, de manera que los arbustos fueron pasto del ácido único de los nerviosos participantes. Se sale por una avenida amplia, sin problemas de aglomeración, es decir, se puede correr bien desde el inicio.
El recorrido se adentra en el cetro de la ciudad en los primeros kilómetros y aunque la animación es muy buena, creo que le sobran giros y sobre todo cambios de superficie, pues se corre por el asfalto de las calles, por las aceras, por zonas peatonales y hasta por un empedrado, con el consiguiente riesgo de caídas debido a los bordillos que hay que subir y bajar; además, alrededor del kilómetro 5 hay un estrechamiento importante al pasar de una calle ancha a una zona peatonal y cuando yo pasé se produjo un embudo que nos obligó a parar; creo que deberían buscar una alternativa.
Se abandona el centro cruzando un puente sobre el Meno en curso a a coqueta zona de los museos, que se cruza hasta llegar a una zona residencial muy cuidada en la que los residentes sacan sillas y viandas a la calle para pasar la mañana; es una parte agradable del recorrido, sin giros, pues se circula paralelo al río hasta llegar a la media maratón, que se ubica en una zona en la que ya no hay demasiadas casas, pero donde la organización ha colocado más puestos de animación.
Después de completar la mitad del recorrido, llega la parte más fea de la carrera, ya que discurre por carreteras y hasta por una autopista sin apenas público y en alguna ocasión por una parte marginal de la autopista; esta parte no me gustó demasiado, obviamente. Se cruza un puente y de nuevo, el recorrido entra en la ciudad, dirigiéndose poco a poco al centro, por el que se recorren prácticamente la mismas calles que al principio de la prueba.
El final es muy animado, con mucho público y con un colofón espectacular sobre la alfombra roja del Frankfurt Messe, un recuerdo imborrable para cualquier atleta. Una vez cruzas la linea de meta, llegas a una sala muy grande donde te puedes hacer una foto de estudio y desde ahí sales de nuevo a la calle donde te cuelgan la medalla y en un patio hay numerosos puestos con fruta, sopa, batidos de proteínas, agua, bebidas isotónicas y por supuesto, cerveza (sin alcohol).
La organización del Maniova Frankfurt Marathon es sobresaliente, aunque no les vendría mal pulir algunos defectos; aún así, ocuparía un nivel destacado en la clasificación de los maratones que ya he disputado, que como sabéis son veinticinco.






martes, 1 de noviembre de 2016

Maratón de Frankfurt (1) - El ambiente

La ciudad bañada por el río Meno acoge el maratón más antiguo de Alemania,una prueba de la que se enorgullecen sus moradores y que es uno de los acontecimientos más destacados del año en esta importante ciudad industrial germana. El Frankfurt Messe, una especie de pabellón en el que se celebran tanto ferias como conciertos musicales masivos, acoge la feria, la salida y la llegada de la carrera y se convierte en el punto neurálgico de la ciudad durante el fin de semana maratoniano. No es de extrañar que el ambiente atlético se ciña en gran medida a esa parte de la ciudad pues los hoteles y el centro comercial aledaño están repleto de maratonianos durante todo el fin de semana. Obviamente, también se pueden ver muchos turistas con zapatillas "voladoras" paseando por el centro de la ciudad.
Llegué el viernes a Frankfurt y ese mismo día me dirigí a la feria, que ya estaba bastante animada tanto por dentro como por fuera del recinto; la feria ofrece bastantes atractivos para que la gente pase un buen rato visitándola, aunque su tamaño se ajusta al número de participantes, es decir, tamaño medio; el ambiente de la feria, también se traslada al centro comercial aledaño cuyos restaurantes estaban repletos de atletas comiendo hidratos. De hecho, en algún restaurante nos dijeron que se notaba la gran afluencia de público durante el fin de semana, algo que también se podía ver en el centro de la ciudad, aunque en menor medida, pero que me lleva a concluir que en la ciudad de  Frankfurt se vive de manera especial este evento tan importante.
En esta ocasión, decidí correr la Family Run el día antes del maratón, que en Frankfurt se denomina Prtezel Run pues tras finalizar el recorrido de 5 km, a todos los asistentes se les obsequia con pretzels y bebida, además de una bonita medalla; calculo que fuimos unos 500 participantes, la mayoría alemanes y en muchos casos disfrutando del deporte con sus hijos de corta edad. Fue una excelente manera de hacer el rodaje previo a la carrera del domingo junto con Marisa y otra prueba que indica que los francforteses viven con intensidad su maratón.
Los buenos augurios sobre el ambiente se refrendaron el domingo, pues la salida era ya un hervidero de atletas y público muchos minutos antes del pistoletazo de salida; después, se recorren los primeros 10 km prácticamente por el centro y la animación es constante, con mucha gente en las calles jaleando a los atletas. Cuando se cruza el río, desciende un poco la cantidad de público salvo en las inmediaciones de algún puente, pero los habitantes de los barrios por los que se cruza también disfrutan la carrera y se pueden ver sillas al borde de la carretera para disfrutar en primera fila del espectáculo. Pasada la media, la carrera se adentra en una autopista y durante unos cuanto kilómetros no se ve prácticamente a nadie animando, pero a partir del km 28 se vuelve a entrar en la ciudad y la afluencia de público aumenta progresivamente hasta llegar a los kilómetros finales, en los que se vuelve a pasar por el centro de la ciudad donde la afluencia es masiva hasta llegar a la espectacular llegada en el interior del Frankfurt Messe. La llegada es realmente espectacular, de esas que se recuerdan toda la vida.
Creo que no es descabellado calificar con un notable alto el ambiente de esta veterana prueba en la que además de correr rápido por su correcto trazado, se puede disfrutar de un gran fin de semana atlético.