miércoles, 25 de noviembre de 2015

Sube la participación, baja el respeto al corredor

Hace unos días me he inscrito para la San Silvestre Popular 2015, que este año contará con una participación de 40.000 atletas; han pasado 10 años desde mi primera participación en el año 2005 y desde entonces ésta y otras carreras han cambiado mucho, tanto que podrían morir de éxito si algún día los participantes nos pusiéramos de acuerdo en exigir más respeto por el elemento fundamental de cualquier carrera: el corredor.
No pretendo hablar de aquellos tiempos en los que unos cuantos "locos" de este deporte organizaban carreras populares de verdad, en la que la participación no pasaba de un puñado de entusiastas deportistas vestidos de manera extravagante ante la mirada atónita de los viandantes; como reza el título de mi blog, yo soy un corredor tardío, que se incorporó hace diez años a las competiciones populares, no hace demasiado tiempo, pero el suficiente para poder comparar esa época con el boom que se ha producido en los últimos tres años.
En el caso de la última carrera del año, el aumento de participación ha sido espectacular y es normal porque es una carrera especial, con un ambiente insuperable y con la magia de correr por la noche en un Madrid iluminado para Navidad. Pero no es oro todo lo que reluce, porque con una participación tan masiva aumenta los riesgos de los competidores, pues se está más expuesto a caídas, aparte del agobio que supone correr practicante codo con codo con el de al lado. Parece que a los organizadores no les preocupa eso, pues cada año aumenta la participación, se agotan antes los dorsales y es más complicado inscribirse. Este año, las inscripciones se han agotado en menos de dos días y eso que la organización jugó al despiste anunciando solamente el día de apertura de las inscripciones, pero no la hora, de manera que muchos, entre los que me incluyo, pasamos horas delante del ordenador hasta que nos "permitieron" pagar los 20 euros de la inscripción. Es obvio que no me puedo quejar mucho, pues yo mismo he entrado por el aro.
Un caso diferente es el de la famosa Carrera Popular de Aranjuez, considerado uno de los 10k más rápidos de la Comunidad de Madrid y que agota sus dorsales cada año en tiempo récord. Supongo que animados por esta circunstancia, los organizadores han decidido que el dorsal debe ser recogido viernes o sábado en su particular feria del corredor y que no entregan dorsales el día de la carrera; este sistema es también utilizado por otras carreras, pero la diferencia fundamental es que Aranjuez está a unos 60 km de Madrid y si hablo de mi casa, la cosa se va a 75; eso quiere decir, que para correr en esa carrera tan guay y tan rápida, tengo que hacerme 150 km un día o dos antes de la competición. Lógicamente, he descartado ir, como muchos otros corredores, pero a la organización le da igual faltar al respeto a los corredores, porque agotan los dorsales. Una vez más, entramos por el aro.
No me entendáis mal, el respeto al corredor no se ha perdido sólo en España, hay casos más sangrantes fuera de nuestras fronteras, como el archifamoso maratón de New York que todo "runner" quiere hacer, al menos, una vez en su vida; conscientes de la elevada demanda, la organización cobra 7 dólares sólo por el hecho de apuntarse al sorteo y como os podéis imaginar, ese dinero no se devuelve si no eres agraciado en la lotería. Entiendo que se quiera hacer negocio, pero esa práctica roza lo inmoral, como también lo roza el viaje de más de dos horas que normalmente hacen los corredores para llegar a la zona de salida, la espera de más de una hora en los cajones o la supresión del punto de encuentro con los familiares en la llegada, donde también han quitado los roperos; en definitiva, te tratan como ha ganado, pero cada año, aumenta el número de peticiones.
Que el atletismo popular se haya convertido en un negocio boyante y que muchos organizadores se hayan echado en manos de los grandes almacenes más importantes de España para que les consigan participantes o tan sólo para que les presten un espacio para organizar la recogida de dorsales en vez de hacerlo horas antes de comenzar la prueba, parece inevitable; no creo que sea negativo que haya algunos que hacen negocio, pero lo es, que el aumento de participantes no redunde en un mejor servicio al corredor, sobre todo porque los precios de las carreras han subido, a pesar de la disparatada idea que ha pergeñado el Ayuntamiento de Madrid para reducir el importe y ya de paso  el número de carreras. Sinceramente, creo que si alguien quiere meter las narices en este deporte, debe estar mínimamente informado de como va y procurar que la gente disfrute de las competiciones sen las mejores condiciones posibles.
Pero no quiero acabar sin pedir respeto a los corredores por parte de los propios corredores; os comenté en mi ultimo post que los participantes del Derbi de las Aficiones hicieron caso omiso a los cajones de salida, que no estaban controlados por la organización, es cierto, pero considero que cualquier participante debe saber que una mala ubicación en la salida perjudica a otros e incluso puede ser peligroso. Más peligroso aún es el caradura que se cuela en los primeros metros de carrera porque no ha conseguido dorsal o quizás no quiere pagar por ello y además se permite el lujo de pedir la bolsa del corredor en la llegada. Y para remate, está la afición creciente a correr carreras de 10k con niños menores de 16 años, una actividad contraindicada por los profesionales sanitarios y que cada vez es más frecuente; los niños tienen que correr distancias cortas, carreras de niños, no de adultos y hay que fomentar que se celebren de manera paralela a la de los mayores, como desde hace más de 20 años lleva haciendo el ejemplar Trofeo José Cano, la Canillejas de toda la vida.
En fin, aunque este blog no tiene mucha difusión, espero que mis reflexiones sirvan para algo y que nadie se moleste; cuando corres debes respetar al que corre a tu lado, dejarle pasar si es más rápido, echarte a un lado si te paras, no cruzarte cuando tienes que avituallarte con agua y no aprovisionarte de cuatro o cinco botellines de agua o plátanos en la llegada porque son gratis, ya que hay otros que van a llegar mas tarde y los van a necesitar también. Estas y otras normas básicas, nos ayudarán a ser más felices en nuestras próximas competiciones.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

El derbi de las aficiones

Hasta este año nunca había contemplado correr esta carrera, pues me parecía un tanto insulsa, ya que no veo la gracia de una competición entre dos aficiones futboleras en una carrera atlética y menos aún, cuando todos sabemos que el Rayo Vallecano también existe. Sin embargo, su recorrido me tentaba, pues al ser casi todo el rato cuesta abajo, era una buena oportunidad para intentar hacer un marcón, así que recapacité y pensé que podría ser interesante comprobar si era capaz de volver a bajar de 40 minutos y para que Marisa debutara en la distancia de los 10 kilómetros.
Quizás porque estoy mayor y más gruñón de lo normal o quizás porque nunca me ha gustado el espíritu de esta carrera, pronto empecé a arrepentirme de mi decisión, pues la recogida del dorsal requería peregrinar al Corte Inglés de Castellana los días previos; no es que me moleste este centro comercial, ni que piense que me hacen ir hasta allí para que compre algo, sino que me parece absurdo que todos los atletas tengan desplazarse a un lugar específico, independientemente de donde viva; yo lo considero una falta de respeto a los atletas. 
El día de la prueba nos convocan en las afueras del Estadio Bernabeu y aunque la participación es muy numerosa, se habilita sólo la mitad del Paseo de Concha Espina, de manera que se preveían problemas en la salida; pero me equivoqué, los problemas empezaron antes porque la cola para dejar la ropa era enorme y excesivamente lenta debido a la escasez de voluntarios y eso que fui con tiempo suficiente. Al terminar la larga espera, me sobraron cinco minutos para calentar y meterme en la zona de salida correspondiente a mi tiempo. Y aunque soy un gran defensor del auge del atletismo y de que gente nueva se incorpore a este bonito deporte, me da la impresión que carreras tan "festivas" como estas, son caldo de cultivo para que atletas novatos con muy poco respeto a los demás, se cuelen en las primeras filas de la salida a pesar de no tener intención alguna de salir a la velocidad que indican los carteles de cada zona; es decir, que cuando comencé, los lentísimos corredores que se encontraban delante de mi, impidieron que pudiera correr sin problema y pasé un buen rato haciendo quiebros, giros, choques y paradas que lógicamente, se reflejan en el crono.
Pero no quiero echar la culpa al empedrado, porque yo tampoco tenía mi día, por un lado porque he llegado corto de entrenamientos y por otro, porque tuve molestias en ambas piernas los días previos y por eso, no tiraba ni para atrás y eso no me permitió recuperar el tiempo que había perdido en el primer kilómetro, en el que hice 4'20''. Después, cayeron kilómetros  ligeramente por encima de cuatro minutos, insuficientes para aspirar a un sub40, a pesar de hacer os dos últimos kilómetros muy rápidos.
Al final 40'57'', un crono discreto visto el recorrido, pero que me puede ser un buen punto de partida para conseguir una buena marca en mis próximas citas con los 10.000 metros. Pero para eso, hay que esperar hasta diciembre.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

I´m a believer

Ha pasado ya un mes de la agridulce experiencia de Chicago y he tenido tiempo suficiente para digerir lo que pasó y pensar en como encarar el futuro. Es evidente que mis registros han sido muy discretos en 2015 y que mis intentos por acercarme a las 3 horas han sido claros fracasos, así que se podría pensar que el objetivo por el que he peleado tanto en estos últimos años, está ya fuera de mi alcance, pues a mi edad, mejorar es francamente difícil, aunque no imposible. Pero como bien decían los Monkees en su famosa canción, me ha bastado pensar en el maratón para volver a ser un "believer", es decir, un ferviente creyente en mis posibilidades. 
Analizando lo ocurrido este año, no puedo negar que llegué mal de forma a Marrakech, sin entrenar a tope en Viena y corto de preparación en Chicago, a lo que se unió el cansancio del viaje. Algunos me aconsejan correr menos maratones, pero a mi me no me gusta la solución, porque me encanta descubrir nuevas carreras; de hecho, ya he planificado dos en 2016, Hong Kong en enero y Estocolmo en junio y aún me queda por decidir un tercero en otoño. Está claro que no puedo pretender estar a tope en las tres citas y mucho menos en la carrera de China, pues quedan dos meses y no da tiempo a preparar nada; Estocolmo podría haber sido una buena opción, pero no me han hablado muy bien del recorrido y además se corre a una hora extraña y puede que haga más calor del deseado. Por todo esto, parece que la mejor opción para volver a intentar el sub3h tiene que ser el maratón de otoño, para el cual tendré más tiempo de preparación y quizás me pueda garantizar una temperatura acorde a mis preferencias.
En resumen, he decidido que a partir de ahora, sólo voy a preparar a conciencia un maratón al año y si corro más, el objetivo será simplemente llegar a meta; esto no significa que hacer un maratón sub3h vaya a ser fácil, pero creo que aún tengo posibilidades si lo hago de esta manera. El lograrlo, dependerá de muchos factores, sobre todo de conseguir entrenar bien y con constancia, algo que me parece que está dentro de mi alcance si me organizo, pues estoy convencido que aún tengo esa marca en las piernas.
De momento he vuelto a los entrenamientos, con el objetivo de hacer un buen papel el próximo domingo en el "Derbi de las Aficiones", correr algún 10k más en diciembre y rematar con la San Silvestre el último día del año. Dos semanas después correré en Hong Kong y a partir de ahí empezaré mi preparación para Estocolmo, combinando algún objetivo intermedio. Y después el verano y tras el calor, el otoño; os preguntaréis, ¿pero que maratón vas a correr en otoño? Sinceramente, no está decidido, pero hay sólo dos candidatos: Valencia y Frankfurt. 
Valencia es el maratón más llano de Europa, con un recorrido espectacular y además está al lado de casa; sin embargo, el viento y el calor pueden aparecer y arruinar mi marca, por lo que he pensado que Frankfurt puede ser una buena alternativa, pues también es completamente llano, está relativamente cerca y además el clima es más apropiado a mis gustos.
Os contaré mi decisión; por el momento, toca seguir entrenando, seguir compitiendo y seguir disfrutando de la carrera a pie y quién sabe, quizás dentro de un año esté celebrando mi entrada en el club de los sub3h; me conocéis, yo no me rindo y además sigo creyendo en mis posibilidades, sin duda, I´m a believer.





viernes, 23 de octubre de 2015

Chicago Marathon (3) - La carrera

Dicen muchos corredores que los maratones masivos no son muy apropiados para conseguir una buena marca y aún menos si previamente te has metido entre pecho y espalda un viaje de 10 horas de avión; en cualquier caso, yo estaba confiado en mis posibilidades de cara a mi sexto major, pues mis sensaciones eran buenas, sobre todo durante las dos semanas previas a la disputa de la carrera.
Puede que esa fuera la razón de mis nervios durante la noche previa a la carrera, en la que dormí a ratos y me levanté a menudo para beber agua pues la habitación era muy seca y necesitaba hidratarme. Cuando me levanté, a las 5 de la mañana, hice un desayuno más frugal de lo acostumbrado en mi habitación y descansé un poco hasta que llegó la hora de vestirse y salir hacia la salida. En la puerta de mi hotel esperaban Mario y Raquel, con los que había quedado para entrara la salida, así que después de despedirme de Marisa, me zambullí en la riada humana que hacía cola para acceder al parque Grant. Tras los consabidos problemas de acceso, por fin alcanzamos el corral A, donde Mario y yo estábamos ubicados; tras una breve espera, la ingesta de un gel y los últimos ánimos mutuos, nos pusimos en marcha tras el pistoletazo de salida.
Era una mañana soleada, con pocas nubes en el cielo y una temperatura cercana a los 14º que no me gustaba demasiado, pero mi principal temor era que soplara el viento, que a la temprana hora del comienzo (7:30 de la mañana) aún no había empezado a notarse. Las condiciones meteorológicas provisionales me animaron en la salida, pero intenté no perder la cabeza y salir a un ritmo aproximado de 4'18''/km manteniendo a la vista a Mario, que salió ligeramente más rápido. El público abarrotaba las calles y animaba sin parar, pero no podía dejarme llevar por las emociones y había que mantener el ritmo, que en ese momento me resultaba muy cómodo de llevar. En el kilómetro 9 recibí los primeros ánimos de mi afición, iba bien y saludé sin demasiados aspavientos pues había que seguir concentrado.
La carrera discurría por el centro de la ciudad y mi ritmo seguía inalterable, pasando los 10 Km en 43:30, que no es un buen tiempo, pero era remontable; incrementé un poco el ritmo y aprovechando que tenía a la vista el globo de las 3h05', me propuse adelantarlos, sin prisa, a ritmo, sin desgastar. Llegue a la cola del grupo y decidí seguirles un rato, pero empecé a notar que mi ritmo decaía, de manera que al paso por el kilómetro 14, mi tiempo se había ido a 1h 01', es decir, un minuto por encima de un posible sub3h. No me podía poner nervioso, sabía que mi ritmo no era el ideal, pero había que mantenerlo hasta que me sintiera mejor, cosa que no estaba pasando, a pesar de haber tomado el segundo gel unos kilómetros antes.
El viento ya había empezado  aparecer y cada vez soplaba con más fuerza y empezaba a afectarme, porque lejos de sobrepasar al globo de las 3h05', me di cuenta, con impotencia, que iba perdiendo metros poco a poco; en eso momento ya era consciente de la imposibilidad de asaltar las 3 horas, pero aún así era posible hacer una buena marca, sobre todo porque sabía que estaba preparado y tenía la voluntad de conseguirlo. Pero no era posible, no tenía fuerza, las piernas no respondían como lo habían hecho las semanas previas y mi paso por la media en 1h33' presagiaba problemas en la segunda mitad de la carrera; me tomé mi segundo gel y me conjuré para intentar bajar de 3h10', al menos.
El gel no hizo efecto, ni mucho menos y poco a poco me fue sintiendo peor, pues el "hombre del mazo" me estaba golpeando con fuerza, como nunca lo había hecho. Empecé a perder minutos a saco, de manera que en el km 25 me había ido a 1h51', tenía isquios y gemelos muy cargados y casi ninguna gana de correr, pero había que seguir. Paré a estirar, me ayudó y seguí corriendo un poco más cómodo, pero seguía sin fuerzas, mi ritmo había disminuido notablemente y crucé el km30 en 2h16' y muy castigado. Sabía que por el 32 volvería ver a Marisa y mis amigos, pero por entonces me sentía fatal, apenas me acuerdo de por donde pasaba y a pesar de mis esfuerzos para seguir, tuve que hacer otra parada para caminar y descargar un poco las piernas.
Por fin veo a mis fans, me paro, abrazo a Marisa y le cuento lo mal que voy, pero que quiero llegar; me alejé con remordimiento porque sabía que se iba a preocupar y tenía razones porque por entonces ya estaba hecho puré; me paraba, los voluntarios me ofrecían ayuda, peor yo siempre respondía que estaba bien porque mi única obsesión era llegar. No me acuerdo de mucho más, sólo de las múltiples paradas y el sufrimiento constante que tuve que soportar hasta llegar a meta, con el viento y el calor cada vez más fuertes.
No recuerdo muy bien el kilómetro en el que me adelantó Jaime, que tras preguntarme si estaba bien se fue alejando porque yo era incapaz de seguirle, pero por entonces mi lucha no era hacer un tiempo determinado, era llegar lo mejor posible a meta. Por fin llegó el kilómetro 40, que pasé en 3h14' y de allí hasta meta me volví a parar otra vez, para encarar el último kilómetro sin ganas, sin emoción, sin gloria y con mucho sufrimiento. Por fin cruzaba la meta en 3h27'05'', un tiempo que no importa, sólo importaba haber llegado y haber sido capaz de sufrir como nunca lo he hecho para recibir la medalla de mi sexto major y mi maratón número 22.
Sin duda, este maratón ha sido el más duro de mi carrera, he sufrido mucho y prácticamente no he disfrutado de la segunda media que he realizado arrastrándome. Analizando lo ocurrido, creo que hay muchos factores que han influido, como el poco descanso de la semana previa y el largo viaje en avión, el madrugón del día de la carrera, el calor, la humedad y el viento; pero además de todo esto, mi preparación no era la más adecuada para intentar el sub3h, pues el caluroso verano y mis vacaciones han sido determinantes para que mi preparación no fuera lo suficientemente regular. Creo que he entrenado bien, pero para hacer una gran marca, hay que entrenar muy bien o salirse. No obstante, no me arrepiento por haberlo intentado, pues mis sensaciones las semanas previas a la carrera eran inmejorables y pensaba que estaba plenamente preparado, equivocadamente, eso si. Quizás mi entrenamiento no valiera un sub3h, pero si valía una marca inferior a sub3h10' y por eso no entiendo que pasó la mañana del 11 de octubre en Chicago. ¿Fue el cambio horario? ¿Los geles que me provocaron un efecto rebote? ¿Por que me deshidraté si bebí suficiente agua? ¿Por que una pájara tan repentina? No tengo las respuestas, sólo la voluntad de evitar errores en las siguientes citas.
Ahora toca pensar en el futuro y plantearse los objetivos a corto y medio plazo; Chicago se ha acabado, de una manera decepcionante, pero esto no es el final de mi carrera, ni de mis aspiraciones a luchar por el sub3h, de hecho, ahora tengo más motivos para seguir entrenando duro. Habrá que cambiar cosas que han fallado, mejorar otras y trabajar aún más. El maratón es así, tan grande que a veces te transporta al cielo y otras veces te lleva al infierno; pero un maratoniano no se rinde, se levanta y sigue. Aún me quedan muchas crónicas maratonianos por contar, eso os lo aseguro.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Chicago Marathon (2) - La organización

El maratón de Chicago forma parte de la élite de los maratones, es uno de esos seis majors considerados como los mejores del planeta; es evidente que esta organización cuida mucho los detalles organizativos y que cualquiera de sus integrantes tiene un nivel organizativo muy alto, pero eso no supone que no haya cosas que depurar y en Chicago, aunque no muchas, hay cosas mejorables.
Como es habitual, comienzo mi análisis por la página web de la carrera, bien estructurada, en varios idiomas, fácil de utilizar y con la información precisa para realizar la inscripción. Yo entré por tiempos, no por sorteo y estuve informado puntualmente del proceso, así como recibí en mi mail toda la información necesaria el mes previo a la prueba. Este aspecto, lo bordan.
Una vez en Chicago, ofrecen un buen servicio a los corredores, con autobuses rebajados del aeropuerto al centro de la ciudad y autobuses gratuitos para llegar a la feria del corredor, que está muy apartada de la ciudad; este servicio es bueno, con varias paradas en diversos puntos de la ciudad con una frecuencia aceptable, pero mejorable y además te llevan en los famosos School Bus.
La feria está muy bien, en un espacio grande y muy organizada. En la entrada te piden los datos y cuando llegas al mostrador de entrega de dorsales, un simpático voluntario te llama por tu nombre y te da el primer paquete, que no incluye la camiseta, pues se entrega en otro punto de la feria; luego te acercas a buscar la camiseta, también sin esperar y allí te entregan tu talla tras comprobar tu dorsal. Todo este proceso no lleva más de 5 minutos y luego puedes seguir disfrutando de la feria, o no.
En mi caso, me quedé por la feria, quizás la más divertida de las que he estado porque aparte de los stands típicos de ropa deportiva y alimentos energéticos, hay varias zonas donde te puedes hacer bonitas fotos o participar en algún concurso. En cuanto al merchandising, es caro, pero hay tallas suficientes, variedad y lo que es más importante, hay ropa de corredor y no sólo de "postureo".
Vamos ya al día de la carrera; la organización advierte que hay que pasar las bolsas por un arco de seguridad para acceder a la zona de salida y que los corredores deben llegar con tiempo suficiente. Pero ya sabemos que los corredores somos un poco indisciplinados y en Chicago también pasa, así que la mayoría llegamos un poco cortos de tiempo y aunque yo decido acceder sin bolsa porque mi hotel está al lado de la salida, la entrada al parque es lenta y un tanto desorganizada; repito que en gran parte la culpa es debida al retraso de los atletas, pero la organización debería prever estas cosas y ser un poco más eficaz, porque desde que se accede al parque hasta llegar a mi cajón, estuve atascado todo el rato, ya que sólo hay dos puertas de acceso y creo que sería necesaria alguna más. Lo bueno, es que la organización es flexible y deja acceder a todos a su cajón a pesar de haber rebasado la hora límite, incluso después de haberse interpretado el himno americano, una bonita tradición, por cierto.
Ya estamos en la línea de salida, suena el pistoletazo y a correr, sin atascos, sin agobios, por avenidas amplias y mucha animación. Es una buena salida, de las mejores que he visto por su amplitud, aunque el paso por alguna calle es molesta pues corres encima de rejillas metálicas, a veces mitigadas por moqueta. El recorrido es bueno, bien señalizado, tanto en millas, como en kilómetros, aunque en este caso, los carteles son más pequeños. Hay alfombras intermedias para contar el tiempo cada cinco kilómetros y en general se corre por grandes avenidas y sin hacer demasiados giros. La animación es espectacular durante todo el recorrido, salvo en una zona que se recorre tras pasar la media, en la que se sale un poco de la ciudad y eso influye notablemente, pero se recupera enseguida. Como defecto, yo apuntaría el mal estado de alguna calle, precisamente de esos tramos tras la media, pues había que ir esquivando baches del terreno; que eso pase en una ciudad vieja como Praga, es comprensible, pero Chicago debería cuidar esos detalles.
Y al final llego a meta, tocado, pero llego; allí el trato es fenomenal, sin llegar al nivel de Tokio, pero muy bueno. Acabas en el parque, en una avenida grande donde no te molesta nadie para seguir andando y recoger tu medalla, tu capa, algo de beber, algo de comer y seguir en plan "zombie" hasta la zona de encuentro con la familia, porque en Chicago saben que los finisher tenemos familia y amigos y facilitan tu encuentro, no como en Nueva York, donde te dejan literalmente tirado en la calle tras abandonar el recinto de llegada. Pues bien, tras caminar un rato, allí encontré a Marisa y mis amigos, nos hicimos las fotos correspondientes y nos fuimos al hotel, también sin atascos.
La organización del Chicago Marathon raya a gran altura, es uno de los mejores que he corrido, a pesar de esos pequeños defectos que he descrito. En realidad, después de correr los seis majors y otros muchos maratones de prestigio, no acabo de entender porqué unos siguen teniendo la fama, mientras otros cardan la lana.




lunes, 19 de octubre de 2015

Chicago Marathon (1) - El ambiente

Chicago es la sede del tercer major que se disputa en Estados Unidos y digo que el tercero, porque parece que todo el mundo tiene como gran objetivo correr en New York, mientras que Boston queda por encima de cualquier otro maratón popular, al ser el más antiguo del mundo. Estas razones y la ventaja de ser el major en el que es más fácil inscribirse, me llevaron a programarlo en la última posición para completar mi objetivo de completar los seis majors, algo que he logrado el pasado 11 de octubre. Os cuento esto, porque la "Ciudad del Viento" parece ser el hermano pequeño de la élite maratoniana mundial, pero tras disfrutar de un excelente fin de semana maratoniano, mi percepción ha cambiado notablemente.
Chicago no es una ciudad ni tan grande, ni tan turística como New York, a pesar de competir arquitectónicamente con la ciudad que nunca duerme; eso es una ventaja a la hora de palpar el ambiente que se respira los días previos a la prueba, pues las calles más céntricas de esta urbe se llenan de corredores, fácilmente reconocibles por sus bolsas, sus zapatillas de corredor o su aspecto "chupado". Además, los habitantes de Chicago están muy orgullosos de su carrera y participan masivamente en el evento, por lo que el parque Grant, donde comienza y acaba la prueba, es un hervidero constante de atletas haciendo sus últimos rodajes.
Llegué el viernes a mediodía a la capital de Illinois, así que decidí visitar la feria ese mismo día; como la feria está muy apartada, la organización fleta unos School Bus gratuitos, en los que se comienza a tener contacto con el resto de "runners". Ya en la feria, el ambiente es impresionante, llena de corredores y curiosos recorriendo los pasillos de un inmenso pabellón donde además de los típicos stands de material deportivo, hay muchas zonas de entretenimiento, lo que hace que sea una visita muy distraída.
Con el "subidón" de tener ya el dorsal y todo preparado para la carrera, llegó el sábado mañana, día en el que suelo salir a rodar tranquilamente; esta vez, lo hice por el mismo parque Grant, ubicado frente a mi hotel y os puedo decir que el ambiente era espectacular, lleno de corredores de todas las nacionalidades calentando en la misma zona donde al día siguiente tomaríamos la salida y posteriormente llegaríamos a una meta que ya estaba montada. El parque del Milenio, pegado al Grant, era también lugar de peregrinación de los "runners" para hacerse fotos en la famosa alubia que se ubica en ese espacio tan contemporáneo. Como pasó en Marrakech, estuve acompañado por Marisa y por la gran Pili Isidro, con la que he coincidido por tercera vez este año y que es, sin duda, mi maratoniana favorita. Después del rodaje, un paseo por la ciudad en la que restaurantes, tiendas y calles de la estaban sembradas de runners por la  tarde y a la hora de la cena; una cena temprana, pues este major empieza a las 7:30 de la mañana y a pesar de la intempestiva hora, vaya ambiente.
Toda la ciudad se había echado a la calle esa mañana y aunque los visitantes de otros países daban una exótica nota de color con sus banderas, los naturales de Illinois no les quedaban a la zaga, pues animaban sin parar con sus típicas frases, como "good job", "go runners" etc. Los primeros kilómetros fueron realmente emociones, plagados de público, pero en realidad el público está presente durante todo  el recorrido, aunque después del paso de la media hay unos kilómetros que se hacen fuera del centro y merma un poco la afluencia de público, que vuelve a ser masiva al final. Un público entregado, muy ruidoso, que incluso te impedía escuchar bien a los corredores que tenías al lado.
Había muchos españoles en las calles de Chicago y muy animosos, como siempre, pero una vez más, mi afición, mis amigos capitaneados de nuevo por Marisa, me volvieron a dar una lección de como se sigue y como se anima a un maratoniano; volvieron a ser los número uno, los mejores entre el público, los que más colorido y más ruido hacían; correr con ellos en la cuneta es una gran experiencia.
No podría decir en que posición se encuentra Chicago en función del ambiente, es difícil después de correr tantos maratones, entre ellos los majors, pero sin duda estaría en las primeras puestos de la clasificación. En Chicago se vive el maratón, se arropa al corredor y se respeta su esfuerzo y su sacrificio a base de ánimos, lo que permite que los últimos kilómetros y la llegada a meta sean realmente emocionantes
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miércoles, 7 de octubre de 2015

Bésala

Supongo que muchos de vosotros y en especial mi amiga la "tía Disney", recordaréis la canción que interpretaba el cangrejo Sebastián en "La Sirenita", instando al príncipe Erick a besar a Ariel para romper el hechizo; aquel beso no se hizo realidad, pero el título de la canción me viene como anillo al dedo para contaros uno de los "ritos" que siempre hago cuando cruzo la línea de meta de un maratón y me cuelgan la medalla de finisher: besarla.
Dejando al margen el tiempo conseguido, el hecho de terminar un maratón produce una enorme satisfacción, aunque no siempre se puede celebrar de la misma manera, pues puede que llegues casi entero o literalmente hecho picadillo. Hay muchas cosas que se pasan por la cabeza una vez que cruzas la línea de meta y te diriges a la zona donde los voluntarios esperan con las medallas; durante ese corto espacio de tiempo, piensas en que podías haber corrido más rápido, o que te has encontrado mejor de lo previsto y debías haber tirado más, o simplemente que te duelen mucho las piernas y que apenas puedes caminar, pero cuando el voluntario te cuelga la medalla con su mejor sonrisa y te da la enhorabuena en el idioma que corresponda, te das cuenta que acabas de terminar otro maratón y que para conseguirlo has tenido no sólo que esforzarte entrenando durante meses, sino que has sido capaz de vencer al cansancio y el dolor de tus piernas durante la prueba, hasta cruzar la línea de meta. Por eso beso la medalla, porque acabo de grabar otra muesca de mi, cada vez más extenso, historial maratoniano. Si todo va bien, en Chicago me colgarán mi vigésimo segunda medalla y sea cual sea el tiempo en meta, será una medalla especial porque habré competido y terminado todos los majors.
Queda muy poco para que mi fin de semana maratoniano empiece en Barajas embarcando en el avión que me llevará a Chicago, donde espero volver a disfrutar de un bonito ambiente atlético, de la visita a la feria, del paseo al lado de los preparativos en la zona de salida y de meta y por supuesto de la compañía de mis amigos y a la vez "supporters" que me volverán a animar en esta bonita aventura.
Habrá que ver como evoluciona el clima, pues parece que el famoso viento de Chicago nos acompañará durante la carrera, además de una temperatura elevada para mi gusto. Quizás no sean las mejores condiciones para intentar el asalto a mi mejor marca, pero hay que esperar y ver que pasa el día de la carrera; en cualquier caso, voy a llegar a Chicago en un buen estado de forma y espero poder realizar una buena carrera, cercana a las 3 horas y sin descartar nada.
Este domingo,a orillas del lago Michigan, me esperan de nuevo 42,195 metros que espero volver a disfrutar, porque cuanto más se ama a esta prueba, más disfrutas disputándola. Al final, me volverá a esperar una medalla que espero besar con pasión para celebrar que he vuelto a cruzar una línea de meta de un maratón.


martes, 29 de septiembre de 2015

Sexto y último major

El próximo 11 de octubre a las 7:30 de la mañana, hora de Illinois, tomaré la salida en mi sexto major, el último que me queda para completar los auto-considerados principales maratones mundiales; según parece, la organización que dirige este "holding atlético" no va a tener en cuenta mi participación en Tokio 2010, pues por aquel entonces la carrera japonesa no formaba parte de este grupo de élite; no obstante y a riesgo de no recibir la pertinente felicitación del organismo oficial, mis piernas habrán completado los seis maratones y eso es lo que cuenta, al fin y al cabo.
Pero lo que me quita el sueño en estos días previos a la competición no es ese formalismo, sino mi verdadero estado de forma para afrontar mi vigésimo segundo maratón; la semana que ha terminado ha sido irregular, con un entrenamiento muy malo y otros mejorables, aunque buenos. No puedo decir que esté en un estado de forma espectacular, pero tampoco puedo decir que mi estado de forma sea malo, porque sigo haciendo buenos tiempos a pesar del cansancio acumulado. Y es que si a los casi 100 km de esta semana, les uno las anteriores que se acercaron a los 90 km y además incluyo viajes, trabajo y ciertas reparaciones caseras, os podéis imaginar que puedo estar de muchas maneras menos fresco.
Sólo faltan doce días y aunque aún queda algún entrenamiento exigente, Depa ya me ha dicho que me ponga en "modo" descanso y que empiece a reservar fuerzas para la cita que me espera a orillas del lago Michigan. El descanso es fundamental en estos días previos, no sólo desde el punto de vista muscular, sino también desde el punto de vista psicológico, pues ya estoy un poco cansado de exigirme día a día , sumado a la cercanía de la carrera y la aparición de los primeros síntomas de nerviosismo. La parte más dura ha pasado, así que hay que esperar con tranquilidad hasta que llegue el momento de disfrutar de la carrera en las calles de la Windy City.
Algunos pensaréis que después de tres párrafos, aún no he desvelado como voy a afrontar la carrera; no es un secreto, o quizás si, porque ni yo mismo lo sé. Insisto en creer que estoy en buena forma y espero que la mañana del sábado 10, cuando salga a rodar por el parque donde empieza la carrera, mis piernas me hablen y me digan que están preparadas para lo mejor; parece una tontería, pero las sensaciones del día previo a la carrera siempre han sido muy significativas en mi historial maratoniano, así que espero sentirme como un potro  al que hay que sujetar para que no se desboque. En términos cuantitativos, algunos  sabréis que el ritmo que permite bajar de tres horas en un maratón es inferior a 4'15'' por kilómetro y ese va a ser mi objetivo final; lo que tengo que meditar es la estrategia y en ese aspecto, gana enteros la idea de salir conservador y esperar a que mis piernas empiecen a estar a tono, lo que suele pasar a partir del kilómetro diez; para ello, no tengo que perder la calma y debo saber regular bien mi ritmo para no perder demasiado tiempo. No es fácil correr de esa manera, pero es la manera que me puede llevar a mi victoria personal.
Chicago será el sexto y en principio, último major, el cuarto maratón en Norteamérica y el vigésimo segundo global; sin embargo, aún sigo intentando bajar de esas tres horas que parece que otorgan una categoría superior al que se considera un maratoniano de vocación, como soy yo. Dicen algunos de mis amigos, que el maratón me debe ese sub 3h, pero yo no pienso eso, pues normalmente el maratón premia a quién mejor puede soportar los duros entrenamientos que permiten conseguir una buena marca. Y aunque yo siempre he trabajado con ilusión y todo lo duro que he podido, quizás me ha faltado algo que me ha impedido lograr una marca que ya se me antoja a medio camino entre el sueño y la obsesión. En 12 días saldremos de dudas, pero sea cual sea el resultado, volveré a disfrutar apasionadamente de esos nervios previos a la salida, de unas calles repletas de gente animando, de la mirada al crono en cada hito kilométrico, de ese atleta que ofrece su agua por si alguien se ha despistado, del dolor de piernas de los últimos kilómetros y por supuesto del mágico momento en el que se cruza la meta. 

jueves, 24 de septiembre de 2015

XVII Media Maratón de Valladolid

Correr una media tres semanas antes de una cita maratoniana tiene sus pros y sus contras, pero teniendo en cuenta que Valladolid es mi ciudad y además mi media favorita, no dudé en inscribirme a sabiendas del riesgo que corría en caso de no cosechar un buen resultado; junto a mi, compitieron buenos amigos como Duquito, Jaime, Saul y Andrés, otro aliciente más, unido a la participación de Marisa en la prueba de la legua.
Llegaba a Valladolid con la moral alta, pues tras la aventura africana, los entrenamientos se estaban dando bien y todo presagiaba una buena marca; sin embargo, mi objetivo era más modesto, porque no quería exponerme a quemar mis naves en una fecha tan cercana al maratón y por eso decidí salir a rodar a ritmo de maratón, esperando que no hubiera margen para el desgaste.
No pasé buena noche, debido aun incipiente resfriado, pero llegue con tiempo suficiente a la salida para calentar unos 4 km dando vueltas al Campo Grande; no me sentía mal, pero tampoco bien, aunque tras el viaje del día anterior y el resfriado, lo consideré normal.
Me coloqué muy bien en la salida, junto con Duquito y Jaime, al que acompañé durante los primeros tres kilómetros, pues su ritmo se ajustaba a lo que to quería, unos 4'15'' por kilómetro: sin embargo, Jaime se descolgó pronto y Duquito se había ido más adelante, así que continué solo, intentando buscar algún grupo o compañero de viaje. Aparentemente no iba mal, pues rodaba sin esforzarme demasiado, pero mi ritmo empezó a resentirse con el paso de los kilómetros y empezaba a notar que no iba tan cómodo como pretendía al principio.
Al paso por el kilómetro 10, mi crono se había ido a los 43 minutos, un poco por encima del objetivo de la 1h30', pero lo malo es que no me veía con frescura para acelerar en la segunda parte de la carrera. Aún así, entre el kilómetro 12 y el 15 me empecé a sentir mejor, con las piernas más sueltas, pero sin el consiguiente reflejo en el reloj. Decidí llegar sin gastar demasiado y sin perder demasiado tiempo, aunque el calor y el resfriado cada vez me pesaban más.
En el kilómetro 17, me adelantó Joselete, que me sugirió que le siguiera, pero no podía, así que le dejé ir y seguí mi camino sin pena ni gloria hasta que a un kilómetro de meta también me pasaba Jaime, al que seguí hasta cruzar la meta del Campo Grande; 1hora 31' 33''.
No es un gran tiempo, peor de lo esperado, pero tampoco es un resultado decepcionante, pues creo que conseguí mantener el tipo; echar la culpa al resfriado no es muy muy valiente, así que habrá que pensar que fue un día regular y nada más. Obviamente, si hubiera rodado a ritmo de maratón, hoy estaría mucho más satisfecho y confiado, pero el resultado me ha dejado un poco confuso, porque si bien la media no ha salido bien, mis entrenamientos siguen demostrando que estoy en buena forma.
Y como no me gusta tirar la toalla, voy a seguir esforzándome durante las duras sesiones de entrenamiento que me quedan para poder llegar a  Chicago con la convicción de poder superar la barrera de las tres horas, porque conformarme con menos no me vale esta vez; esta vez voy a por todas.

martes, 15 de septiembre de 2015

A Chicago se llega por África

Este año, mi familia y yo decidimos pasar nuestras vacaciones en Sudáfrica, un gran país donde se puede disfrutar de hermosos paisajes, excelentes vinos, animales salvajes, un legado histórico reciente apasionante y por supuesto, también se puede correr. Y es que, a dos meses vista del Maratón de Chicago, no me podía plantear unas vacaciones sin salir a machacarme, aunque el tipo de viaje (mucho tiempo en el coche, excursiones, vida salvaje...) no parecía muy propicio para la práctica de la carrera a pie, a priori, a pesar de que la temperatura se ajustaba a mis preferencias, pues en el hemisferio sur es invierno y así evitaba los rigores de las temperaturas en la Península Ibérica.
Había que preparar bien todo, así que escribí a todos los hoteles para pedir información sobre las condiciones para correr y aunque con algunas restricciones (no correr por la noche), todos me aseguraron que era posible, excepto en el parque Kruger, donde no está permitido, pues correr entre animales salvajes no parece una idea muy atinada. Luego hablé con Depa, le comenté el esquema de mi viaje y los días en los que podía correr y me programó los entrenamientos en función a mi disponibilidad; el resultado fue una programación de 4 a 5 días semanales, pero todos duros, dejando al margen los entrenamientos que sólo suman kilómetros a la preparación.
Es duro entrenar en vacaciones, levantarse muy temprano, hacer un entrenamiento exigente y luego pasar el día de excursión, pero no estoy descontento con las sesiones que he hecho, aunque quizás hubieran sido mejores en condiciones normales; no sé cual será el resultado de estas dos semanas de entrenamientos "no standard", habrá que esperar a lo que pase en Chicago, pero espero que no me afecten mucho, porque no me he quedado tan falto de kilómetros y porque lo que hice, lo hice bien.
Y como he hecho en otras ocasiones, os voy a contar, de manera sucinta, los lugares por donde corrí, por si alguien viaja por esas tierras y también se anima a correr.

Ciudad del Cabo es una de las ciudades más bonitas que he conocido y cuenta con un espectacular paseo marítimo en la zona de Greenpoint, junto al famoso estadio construido para el Mundial de Fútbol 2010. En el paseo puedes encontrar infinidad de runners y ciclistas practicando deporte desde primeras horas de la mañana. Correr al lado del encabritado océano Atlántico es una gran experiencia, que puedes completar si continuas hasta el espectacular Watarfront, donde incluso hay una ruta exclusiva para corredores.

Santa Lucia es una pequeña población al norte de Durban, ubicada junto al estuario del mismo nombre y a poco kilómetros del famoso Cape Vidal. No es aconsejable correr tras la puesta de sol debido a la presencia de hipopótamos en el estuario, pues suele acercarse al pueblo a alimentarse por la noche y pueden ser agresivos. Sin embargo, correr al amanecer es una experiencia muy agradable, disfrutando de las vistas del estuario, donde puedes cocodrilos, hipopótamos e infinidad de aves, si recorres el camino que lleva al estuario; desde allí, la carretera enlaza varias playas y como el tráfico es escaso, se puede correr sin problemas, salvo que tengas miedo a los monos o las gallinas africanas, compañeros habituales en el recorrido.

Suazilandia es un pequeño país integrado en el territorio sudafricano; pasamos una noche en el coqueto hotel Forrester Arms, situado a pocos kilómetros de la capital, Mbabane. Estuve rodando en las inmediaciones del hotel, disfrutando de caminos que cruzan un campo de golf, bosques de explotación madereros e incluso un poblado del cual salieron varios niños a saludarme mientras corría; en un entorno realmente bonito, siempre recordaré ese rodaje realizado en pleno corazón de territorio zulú.

Hazyview se encuentra a la puertas del famoso Parque Kruger y es un buen punto de partida para visitar el espectacular River Clyde Canyon. La ubicación de mi hotel, en plena carretera, no me permitía muchas opciones validas, así que hice un entrenamiento por carretera, con bonitos paisajes, pero soso, en general.

Parque Kruger; peligro, leones sueltos

Johannesburgo me sorprendió, pues esperaba una ciudad menos dinámica y moderna; no pude comprobar si era tan insegura como dicen algunas, aunque a mi no me pareció cuando hice la visita turística de rigor. Sin embargo, decidí correr en la cinta del hotel, eso si, con vistas al lujoso barrio de Sandton.

He disfrutado corriendo en Sudáfrica y por supuesto, visitando ese gran país; ya de vuelta en España, hay que centrarse en las últimas semanas de preparación, hacer más kilómetros y esperar que la chispa que tienen aún mis piernas no se apague. El domingo, en la media de Valladolid, tendré un importante test.


martes, 11 de agosto de 2015

De carreras por Guada

El fin de semana pasado se presentaba duro, tanto en el aspecto atlético como en el social, pues había que compaginar dos entrenamientos fuertes con una fiesta de cumpleaños el sábado noche en Fuentelviejo, un pequeño pueblo de La Alcarria a una media hora de Guadalajara. Como no tenía intención de renunciar a la fiesta ni a mis entrenos, decidí compaginar todo de la mejor manera y eso contribuyó la disputa de la II Legua de Fontanar el domingo por la mañana, a la que me inscribí para "obligarme" a madrugar y salir a correr, a pesar de trasnochar el día anterior.
Pero antes de nada, había que hacer cuatro series de 1 Km el sábado por la mañana y había que hacerlas rápidas, a tono con una preparación que se está basando en mejorar mi velocidad y dar menos importancia a la resistencia, muy difícil de entrenar con estos calores. Hice los miles en Torrejón, como es habitual y salieron bastante bien a pesar de los baches, entre 3'42'' y 3'44'. Satisfecho con el resultado, me fui a pasar la tarde/noche a Fuentelviejo, con la intención de pernoctar en Guada y correr en Fontanar el domingo a las 10.
Y aunque a Marisa y a mi se nos hizo un poco "larga" la fiesta, nos levantamos con tiempo suficiente para desayunar en el hotel y salir hacia Fontanar, donde nos esperaba una legua modesta, pero bien organizada, exenta de aglomeraciones y con un circuito nuevo, que ha mejorado mucho la prueba. Recogimos el dorsal, calentamos y a correr, aunque mi objetivo no era competir, ni mucho menos, sino completar la primera parte de mi rodaje programado de noventa minutos.
Por eso salí tranquilo, sin forzar, aunque ya se sabe, en una carrera siempre vas un poco más rápido, así que los dos primeros me salieron alrededor de 4'30'' el kilómetro; me sentía bien y poco a poco fui incrementando el ritmo, adelantando atletas y haciendo los kilómetros a 4'10'', sin forzar nada, pues me queda mucho entreno por delante. Al final, 23'32'' en meta, que para haber salido a rodar, no está nada mal.
Recogí mi botella de agua y seguí mi camino, rumbo a Marchamalo, por una carretera cómoda, aunque con más tráfico de lo esperado; obviamente mi ritmo se aminoró bastante y es que seguir al ritmo de la legua era una locura, así que me dediqué a ir cómodo para sacar una media de 4'40'' en la hora de rodaje que hice por las carreteras de Guadalajara. 
El fin de semana ha salido mejor de lo que esperaba, pues he realizado dos entrenamientos muy buenos y a eso tengo que añadir la MMP que se marcó Marisa en la carrera de Fontanar. Hasta ahora, la preparación para Chicago para ir sobre ruedas, pero aún quedan dos meses y muchos entrenamientos duros por delante; pero estoy satisfecho, porque es mejor estar a un buen nivel y no tener que esperar a que llegue. He recuperado chispa, fuerza y sobre todo ganas, porque ahora vuelvo a soñar con hacer algo grande en mi próxima cita maratoniana, una sensación que no tenía desde que corrí en La Coruña el año pasado. 


miércoles, 15 de julio de 2015

A tres meses vista: calor

No me gusta correr con calor, bien lo saben todos los que siguen este blog, pero si quieres preparar un maratón que se disputa en octubre, no tienes más remedio que entrenar fuerte en pleno verano, como llevo haciendo varias semanas. Las sucesivas olas de calor que azotan España, han condicionado mis entrenamientos desde hace días, pues siempre busco las mejores condiciones posibles para salir a  correr y las mejores no son equivalentes a óptimas.
En definitiva, que no hay manera, porque si madrugas mucho, el cuerpo está inactivo y cuesta bastante ponerse a punto justo después de levantarse y más aún si no se ha descansado mucho por culpa del calor; si salgo a correr al atardecer, la temperatura no suele bajar de los 30º y hasta me ha tocado hacer unas series de 1000 metros a 35º, con el sol escondiéndose en el horizonte, pero con un calor intenso. Personalmente prefiero madrugar, porque la temperatura es siempre más baja y el cuerpo se refrigera un poco, al menos.
En estas condiciones, sigo preparando el maratón de Chicago, donde estaré el próximo 11 de octubre a las 9 de la mañana. Falta lo más duro, pues quedan tres meses por delante en los que me esperan series a ritmos altos, ritmos controlados y tiradas largas, es decir, muchos kilómetros por recorrer y si es posible, deprisa; no me asusta el reto, ya tengo experiencia en el tema, pero me resulta incómodo salir a entrenar pensando en que lo voy a pasar mal por culpa del calor. A mi me gusta entrenar, disfruto cada rodaje, cada serie, cada sesión de gimnasio... pero en verano las cosas cambian y a veces es un suplicio correr mientras el sol te aplana sin piedad alguna y el sudor empapa la camiseta evitando una refrigeración adecuada del cuerpo, lo que puede incluso provocar un golpe de calor.
Los expertos aconsejan reducir el ritmo en los entrenamientos que se realizan con tanto calor, pero no les hace falta que me lo aconsejen, porque mi ritmo se resiente con las altas temperaturas y por eso, después de entrenar con calor, no sé si estoy bien, mal o regular, ya que se supone que en otras condiciones los tiempos hubieran sido mejores, pero ¿como de mejores?
De hecho, estoy entrenando bien, haciendo rodajes a buen ritmo y series cortas muy rápidas, pero no puedo valorar si serían más rápidas en otras condiciones. A día de hoy, creo que mi preparación va bien y espero afrontar las 26,2 millas de Chicago con ambición, en busca de una buena marca, obviamente un sub3h si soy capaz o al menos acercarme mucho; no quiero tirar la toalla antes del kilómetro diez, aunque si lo hiciera, tampoco sería una gran decepción. Sin embargo, mi estado de forma es una incógnita y me temo que tendré que esperar para comprobar como estoy de forma, cuando las temperaturas den una tregua.
Hasta entonces, seguiré luchando contra el calor, hidratándome bien y conservando intacta la ilusión que siempre supone una preparación maratoniana. En Chicago me espera mi sexto y último major y espero que, por fin, venga con sorpresa.

martes, 16 de junio de 2015

Legua de Titulcia

Mi segundo test de pretemporada volvía a ser una legua, esta vez en Titulcia, un pueblo enclavado en las vegas madrileñas, donde me desplacé en busca de un recorrido llano que a la postre, no lo era. Había entrenado bien las últimas semanas, poco kilometraje, pero haciendo buenas series cortas, por lo que tenía  esperanza en conseguir un buen crono.
El caso es que llegué con tiempo suficiente para recoger mi dorsal, tomarme un café y calentar un rato por los caminos aledaños; tras calentar las piernas, unos progresivos y a la salida, a tiempo y bien colocado.
No quería fundirme en el primer kilómetro, así que no salí demasiado rápido al principio, aunque por debajo de 4 min/km. El recorrido no era plano, sino que se recorría una calle picando hacia abajo hasta salir del pueblo e internarse por un camino en buen estado y con suficiente amplitud. Pero si mi primer kilómetro fue esperanzador (3'46''), en el segundo ya me fui por encima de 4 min/km (4'04'') y a partir de ahí se me fue la carrera, pues tras girar para volver al pueblo y completar la primera vuelta, el recorrido picaba hacia arriba, el viento soplaba de cara y mis piernas no respondía, así que se acabaron mis posibilidades de hacer una buena marca al irme por encima de 4'15''.
Consciente de mis limitaciones, cambié el objetivo para intentar estar por debajo de 24' en meta, un objetivo modesto que pude lograr, pues aunque fui ligeramente más lento, no sufrí tanto como en la primera vuelta y pude acabar en 23'48'', una marca discreta, pero mejor que la de Valverde.
No estoy satisfecho, pues esperaba más, pero ni se me dan bien las distancias cortas, ni estoy bien preparado; en realidad no es necesario, mi objetivo está aún mi lejos, el 11 de octubre en Chicago y hay que ser paciente e ir dando los pasos con seguridad y sin venirse abajo. Es cierto que podía estar mejor, pero no estoy tan mal y estoy recuperando esa chispa que había perdido después de tanto maratón; eso lo noto en los entrenamientos día a día, aunque no quedara reflejado en esta prueba.
En definitiva, hay que mirar hacia adelante y seguir entrenando, disfrutando de este deporte sin perder la esperanza. Yo no me he rendido, ni lo voy a hacer.


jueves, 4 de junio de 2015

La legua de Valverde del Majano

Elegí la Legua de Valverde del Majano para volver a la competición tras el Maratón de Viena; había que empezar sin forzar demasiado y una legua es una distancia ideal para evitar sufrir más de lo necesario. Además, los entrenamientos que me ha estado programando Depa, no han sido demasiado fuertes, con poco volumen de kilometraje, cuestas y velocidad. En cualquier caso, nada específico para competir. El objetivo era volver a tener contacto con la competición y correr lo más rápido que se pudiera y se cumplió, en parte.
Debido a la celebración de las elecciones municipales el domingo, la legua se disputó  el sábado, en la jornada de reflexión. Acudí en familia a la provincia de Segovia y es que en Valverde volvimos a correr en varias categorías, pues Marisa y mis sobrina Esther corrieron la general conmigo y mis sobrinos Hugo y Mauro, las carreras para más pequeños; todos dejamos el pabellón bien alto.
Calenté bastante por las calles de este coqueto pueblo segoviano, pues quería tener los músculos a punto antes de iniciar una carrera rápida y corta; hacía calor, viento y la inspección previa del circuito, una sucesión de tramos hacia arriba y hacia abajo en tres vueltas, presagiaba una carrera dura.
Éramos poco y me coloqué muy bien, así que la salida fue muy rápida, a la estela de atletas mucho más rápidos que yo. El nivel era alto y obviamente no estoy a ese nivel, menos aún, después de no haber preparado específicamente la prueba, así que después de mantener bien el tipo los tres primeros kilómetros, corriendo por debajo de 4 min/km, el viento, las cuestas y mis piernas me devolvieron a la realidad y me quedé casi clavado hasta que conseguí cruzar la línea de meta en 23'58''.
El tiempo no es muy bueno, pero teniendo en cuenta los factores que se daban, sobre todo el poco entrenamiento, es para estar satisfecho. Queda mucho camino por delante antes de empezar a preparar específicamente Chicago, el calor aprieta cada día más y los entrenamientos empiezan a restringirse a horarios tempranos o nocturnos, el resto del día es imposible. Toca volver a sufrir los rigores estivales, pero convencido que estoy en el buen camino y recuperando esa chispa que había perdido en los último doce meses.


domingo, 17 de mayo de 2015

Sin renunciar a nada

Con el de Viena, he dado por finalizada una serie de seis maratones en doce meses: Coruña, Praga, Quebec, Atenas, Marrakech y Viena. Se puede considerar un poco excesivo el esfuerzo realizado, pero no me arrepiento de ninguna de mis participaciones en esas carreras y no puedo decir si repetiré o no experiencia, simplemente, esas carreras ya forman parte de mi lista de maratones terminados.
Aparte de descansar, estas últimas semanas me han servido para reflexionar y plantear mis retos atléticos futuros. No tengo claro ni el número ni los maratones que voy a correr el año que viene y tampoco tengo prisa por decidirlo; por el momento, quiero preparar bien mi participación en el Maratón de Chicago, con el que completaré los seis majors: Berlín, Londres, Nueva York, Boston, Chicago y Tokio.
Aunque aún queda mucho tiempo hasta octubre, he comenzado ya a entrenar, aunque con la vista puesta en objetivos más cercanos; Depa me está programando sesiones cortas, con trabajo de fuerza (cuestas y gimnasio) varias veces a la semana, pero sin desgastarme demasiado. Se trata de intentar mejorar esa velocidad que me falta en las carreras cortas y que me puede venir muy bien a la hora de afrontar la parte final de un maratón. Y para ver como está funcionando el plan, ya me he inscrito a una competición, una legua que correré en Valverde del Majano (Segovia) el próximo sábado.
Como he dicho al principio, he abierto una etapa de reflexión, con el objetivo de evitar tomar decisiones precipitadas; el objetivo del sub3h sigue estando sobre la mesa, pero es complicado saber si aún soy capaz de correr tan deprisa o si mis piernas ya no dan más de si y es que la edad no perdona. Creo que el entrenamiento y el posterior Maratón de Chicago, me va a servir para calibrar mis posibilidades, pues en esta ocasión voy a poder planificar bien el entrenamiento y eso supone llegar a la cita en el mejor estado de forma posible.
No me preocupa que mi sexto major salga por encima de las 3 horas, porque lo voy a seguir intentando, pero espero que mis sensaciones me transmitan si el objetivo soñado es aún factible o empieza a ser utopía. No sería un drama el darme cuenta que mis objetivos tienen que empezar a ser más modestos, pues mi pretensión es que mi idilio con el maratón dure muchos años más, independientemente del tiempo que consiga. No puedo negar que siempre entreno para conseguir la mejor marca posible, pero para si para un atleta profesional el objetivo debe ser siempre la mejora de su marca, el objetivo de un popular como yo, debe ser siempre disfrutar del maratón y de las sensaciones que producen momentos que no son susceptibles de medición, pero que aportan igual o superior satisfacción que una buena marca; me estoy refiriendo al agradable cosquilleo antes de la salida, a los aplausos del público durante el recorrido, al paso por lugares emblemáticos de las ciudades por donde gasto zapatillas, a los gritos de ánimo de mis inseparables seguidores en las carreras y por supuesto, a la sensación difícilmente explicable que me produce volver a cruzar una línea de meta y detrás de ella, siempre encontrar el abrazo de Marisa y de mis hijos. 
Espero lograr superar  mis 3h 01' 35'' en los próximos meses o años, pero lo consiga o no, seguiré corriendo maratones, porque tengo suficientes motivos para seguir amando esta carrera.

domingo, 19 de abril de 2015

Vienna City Marathon (3) - La carrera

No descansé bien la noche anterior al maratón de Viena; estaba nervioso y sin razón, porque sabía que un posible asalto a mi marca era imposible y mi único objetivo era hacer una buena carrera si las piernas me acompañaban, aunque  tampoco era una posibilidad factible, pues sabía que no había entrenado lo suficiente como para hacer un buen registro.
Llegué con Pili a la zona de salida en metro, con tiempo suficiente para cambiarnos, visitar el baño y dejar la ropa en el camión correspondiente; luego, caminamos tranquilamente hasta nuestro cajón donde estuvimos charlando un rato hasta que empezó el jaleo. Empecé tranquilo, sin presión, pero como ya he comentado, había demasiados atletas lentos ubicados en la parte delantera y la carrera se convirtió en un adelantamiento  continuo de corredores, con los consiguientes frenazos, giros y cambios de ritmo que la final se pagan.
A pesar de las dificultades, Pili y yo procuramos ir juntos, aunque nos despistábamos con tanta gente corriendo, sobre todo cuando entramos en el parque del Prater, donde la carretera se estrecha y es aún más complicado correr. Mi ritmo no era muy bueno, alrededor de 4'30'' de media, pero enseguida me di cuenta que no daban para más, me faltaba esa chispa necesaria para poder mantener un ritmo alto sin esfuerzo, así que decidí disfrutar de la carrera sin más.
El atasco de atletas llegó hasta el kilómetro 10 por lo menos, donde empezó a despejarse el panorama un poco porque lo más lentos se habían quedado atrás. Sin embargo, seguían habiendo muchos corredores y Marisa ni siquiera pudo verme en el kilómetro 11, donde me esperaba. Pili estaba fuerte y tiraba de mi casi todo el rato, salvo en contadas ocasiones en las que yo tomaba un poco la delantera, pero mi ritmo no era bueno, notaba cansancio en mis piernas y aunque alternaba kilómetros buenos con otros un poco peores, sabía que la tendencia era ir perdiendo segundos a medida que avanzaba la carrera.
Por el kilómetro diecisiete empiezo a quedarme y veo a Pili alejarse poco a poco, pero era una buena decisión, yo no estaba para más y haberme empeñado en seguirla no me hubiera aportado nada positivo. Por fin llego a la media y muchos corredores acaban su participación, afortunadamente para los maratonianos, aunque los de los relevos nos van a acompañar toda la carrera. Mi paso es lento, 1h36', pero los ánimos de Marisa me hacen ser positivo de cara a la segunda mitad que encaro con ilusión.
Entonces llegan mis peores momentos, ya no veo a Pili ni a lo lejos y empiezo a tener molestias en los isquios que se quejan de falta de descanso. En el km 24 me da un fuerte tirón en el abductor izquierdo, estoy a punto de pararme, pero decido reducir el ritmo y seguir; no quiero caminar y mucho menos retirarme, así que me olvido de las molestias, readapto el ritmo y pienso en mi siguiente objetivo, el km 31, donde volveré a ver a Marisa y los niños.
El km 31 está al lado del precioso estadio Ernst Happel y se llega cruzando, de nuevo, el Prater; vuelvo a ver a Pili, pues me cruzo con ella y calculo que no me lleva tanto, pero no creo que sea capaz de pillarla. Ya por entonces me he tomado mis primeros dos geles, estoy animado y aún más cuando vuelvo a ver a Ángela y a Marisa en una curva; sólo quedan 10 km y mis piernas están bien, lentas, pero bien.
No me gusta cruzar parques en los maratones, pero Viena me ofrece dos tazas, porque el segundo paso por el Prater me parece aún más tedioso, aunque sea un lugar agradable. Por fin abandono la parte verde y quedan 6 kilómetros en los que volveré a cruzar el centro de la ciudad para llegar a la meta. Mi ritmo ya está en torno a los 4'45-4'50'' y me propongo intentar no bajar de 3h18'.
La parte final es la más emotiva de la carrera, el centro está lleno de gente y aunque no animan demasiado, parece que voy en volandas hacia la meta, sin miedo a las molestias ni al cansancio.
Acelero lo que puedo tras el km 40 y acabo casi espiritando en la recta de meta, para conseguir un cono de 3h17'58'', que como me comentó mi amigo Alfredo Varona, es un tiempo muy digno.
Pili me espera detrás de la línea de meta, nos abrazamos, nos felicitamos y comentamos la carrera. Ha caído el 21º maratón, he vuelto a derrotar a la distancia de Filípdes y he disfrutado mucho en el intento. A pesar de la discreta marca, mi balance de este maratón es positivo, pues la experiencia ha sido buena y he disfrutado corriendo esta bonita carrera. Ahora toca descansar y reflexionar sobre el futuro, pero eso os lo contaré en otro post.

jueves, 16 de abril de 2015

Vienna City Marathon (2) - La Organización

La organización del Vienna City Marathon se ha tomado muy en serio, desde hace unos años, el poner a su carrera entre las primeras de Europa. Para conseguirlo, había que hacer bien las cosas, empezando por ofertar un circuito atractivo, un buen trato al corredor e incluso la contratación de figuras como el "semidiós" Gebreselassie hace dos años, que consiguió una valiosa difusión de una carrera no demasiado conocida hasta entonces. La carrera ha crecido, tanto como para que los touroperadores oferten este maratón por todo el mundo, tanto como para atraer atletas de casi cien nacionalidades y tanto como para superar los 42.000 inscritos, aunque en esta cifras se incluyen los participantes en la media, los relevos e incluso las carreras infantiles.
Es cierto, los austriacos han hecho bien las cosas, pero eso no significa que el evento sea perfecto, empezando por el estacazo de 90 euros euros que te clavan para inscribirte y además sin incluir camiseta conmemorativa, por la que hay que pagar 30 euros más. Por este precio, de los más caros de Europa, no es de extrañar que la web funcione como un reloj y que la información a los corredores fluya por mail cada semana. La inscripción es sencilla y la información es constantemente actualizada.
Ya metidos en el fin de semana maratoniano, la organización de la feria es realmente notable; la recogida del dorsal es ágil y sin colas, aunque luego te obligan a dar un paseo entre stands hasta llegar a la recogida de la camiseta. En la feria se puede encontrar la típica información sobre maratones, merchandansing de la carrera y muchos stands con ropa deportiva, productos energéticos y otros gadgets interesantes para corredores; aunque lo que más me gustó, fue el pequeño bar donde te puedes recostar en un pub saboreando un cerveza, sin alcohol, claro.
El sábado acudí a la comida de la pasta, que se celebra en un enorme salón dentro del ayuntamiento; el entorno del evento es impresionante, pero a la hora de la verdad, las mesas con sillas son escasas y toca comer de pie. Todo ello, por el precio de 10 euros, que incluye un plato de pasta con tomate y nada más, porque la bebida se paga a parte a 3,50 euros la pieza. A mi me pareció un timo, a pesar de  que músicos en directo amenizan la comida y de las clases de baile exprés que se ofrecen en un salón contiguo; todo muy organizado, pero muy caro.
Por fin llega el gran día, el domingo y me dirijo a la zona de salida en metro, como la mayoría de los corredores; los vagones van llenos, pero sin agobios porque se han reforzado las frecuencias de los trenes que van a la salida. Se accede fácilmente a la zona de salida, muy amplia, en una avenida donde se sitúan los baños, en número suficiente, y los camiones ropero, aunque eché de menos algún puesto para tomar café o beber agua. Al final de la avenida están los cajones de  salida, donde el control de paso es inexistente, por lo que supongo que la organización se fía del buen criterio de los atletas, si es que previamente se han leído el folleto ilustrativo.
Cuando se da la salida, empiezan los problemas y es que si decía James Bond que el vodka martini ha de estar agitado, no revuelto, creo que cualquier atleta que se precie, debe estar de acuerdo conmigo que se pueden correr varias distancias en una misma carrera, pero mezclar a todos los corredores en la misma a salida es una barbaridad. En Viena se corre maratón, media y relevos de 10k y todos salen a la vez, de manera que en mi cajón había infinidad de atletas  lentos, con diferente objetivo al mío y eso supone estar adelantando atletas un buen rato, por lo menos los diez primeros kilómetros. Además, tras dejar la avenida de partida, la carrera pronto se adentra en el parque del Prater y ahí la carretera es un poco más estrecha el problema se agrava. Con este comentario, no quiero cercenar el derecho de los atletas que quieren correr distancias más cortas, pero en otros maratones que he corrido como Munich o Tokio, las salidas están separadas y la llegada espaciada, para evitar aglomeraciones al final. Tampoco critico que la organización se quiera colgar la medalla de los 42.000 inscritos contando atletas de todas las distancias, pero los corredores merecen un respeto, no sólo por los 90 euros que pagamos, sino porque una carrera popular debe pensar primero en la seguridad y comodidad de los que corren y el resto viene luego.
Una vez pasados los primeros agobios, la carrera discurre por un recorrido que me gustó, plano, con muchas avenidas amplías, pasos por lugares emblemáticos de la ciudad, mucha animación en los laterales y buenos avituallamientos,  con agua e isotónicos cada cinco km a ambos lados y uno intermedio de agua a un sólo lado; un pequeño defecto es que los vasos de plástico no son muy útiles y ya puestos a no ofrecer botellas, deberían dar vasos de cartón que son mucho más fáciles de manejar cuando corres. También hay avituallamiento sólido de fruta y un gel en el km 35.
La llegada es muy bonita, dividida en dos arcos para mayor comodidad y nada más cruzar la línea de meta te cuelgan la medalla y de ahí pasas a la recogida de agua, una bolsa del corredor con avituallamiento sólido y luego por el stand de la cerveza sin alcohol, algo muy de agradecer tras el esfuerzo. Una vez que sales de la zona acotada para corredores, hay un punto de encuentro para familiares y amigos señalada con letras y también una especie de feria con casetas a la que no acudí porque no tenía las piernas para fiestas; para finalizar, la recogida de la bolsa de la ropa es rápida y sin esperas.
Como ya he dicho, el Vienna City Marathon ha puesto el listón organizativo a un nivel muy alto, pero aún le falta mejorar muchos aspectos, sobre todo la salida. El precio me parece muy elevado, pero no sé si achacarlo sólo a la organización, porque está visto que la popularización de este deporte y la entrada, cada vez más agresiva, de tour operadores en busca de negocio, están encareciendo mucho el producto y lo peor, perdiendo el respeto a los participantes en algún caso.

martes, 14 de abril de 2015

Vienna City Marathon (1) - El ambiente

Viena es conocida como la capital de la música, pues, no en vano, en esta ciudad centroeuropea han vivido los mayores genios de la música clásica, como Strauss, Beethoven, Mozart... Seguramente por eso, los vieneses se enorgullecen por tener una gran cultura musical y por contar con una de las mejores orquestas filarmónicas del mundo o por tener la ópera con el programa más variado que se pueda encontrar en los cinco continentes. En este pequeño país centroeuropeo (como ellos mismos dicen) y en particular su capital, se puede escuchar buena música clásica todos los días, en cualquier pequeña sala de conciertos, iglesias, ópera o en su archifamoso Musikverein, donde se celebra el mítico Concierto de Año Nuevo cada 1 de enero. Imagino que muchos estaréis pensando en la relación que tiene el maratón con la música clásica y en realidad yo no había encontrado esa relación hasta el viernes que aterricé en el coqueto aeropuerto vienés y comencé un nuevo fin de semana maratoniano, esta vez en la capital de la música: el Vienna City Marathon.
Sin ánimo de ofender, considero que los vieneses son bastantes antipáticos, por lo general y un tanto prepotentes, pero eso no es impedimento para que sean muy eficientes en su trabajo y eso también se nota en la celebración de un maratón. La organización del Vienna City Marathon está haciendo bien las cosas y eso ha supuesto un incremento anual de la participación, sobre todo de la foránea, que ocupaba de manera visible el centro de la ciudad los días previos a la carrera.
Aunque no estoy de acuerdo con el aumento de la participación de manera artificial (lo explicaré en el siguiente post), hay que reconocer que en los alrededores de la catedral de San Esteban, de la Staatsoper o del palacio imperial, se respiraba ambiente atlético, pues infinidad de runners pululaban de un lado a otro, haciendo turismo antes de enfrentarse a la distancia de Filípedes, el domingo. Es de imaginar, por tanto, que la bien organizada feria del corredor, estaba muy animada, incluso el viernes tarde, cuando acudí junto a la gran Pili a recoger el dorsal. Recorrimos todos los pasillos y todos los stands que había que ver, compramos camisetas conmemorativas y acabamos la tarde bebiéndonos una cerveza sin alcohol bien fresca para poner la guinda a una visita muy divertida y es que a Pili, como a Marisa y a mi, le encanta vivir el ambiente atlético de la feria y en el caso de Viena,  vale la pena la visita.
Por primera vez en un maratón, acudí a la la comida de la pasta del sábado, pues se celebrara en el espectacular ayuntamiento de la ciudad. Aunque analizaré un poco más el evento en el siguiente post, el ambiente fue espectacular, con representación corredores de casi cien naciones, música y clases de vals en las que hice mis pinitos con Marisa; como es de suponer, Dios no me ha llamado por el camino de la danza y no pude dejar el pabellón muy alto, pero me tiré al ruedo sin miedo, como buen español.
Satisfecho con el ambiente, tenía que corroborar mis buenas sensaciones el día de la carrera, en la que la animación en las calles no me decepcionó; ya en la salida, mucha gente se acercó al otro lado del Danubio a aplaudir a los participantes, pero donde más se concentraba el público era en el centro de la ciudad, por donde la carrera pasaba dos veces. Como he dicho antes, los austriacos no son la alegría de la huerta, pero había muchos espectadores disfrutando del espectáculo atlético, aunque había que motivarles con gestos para que aplaudieran tímidamente. Por suerte, la organización es consciente de la frialdad de los vieneses y colocó un gran número de animadores por todo el recorrido: bandas de música, majoretes y lo que más me gustó, parejas bailando los famosos valses de Strauss, justo antes de llegar a la ópera.
Obviamente, el color y los gritos de ánimo llegaron, fundamentalmente, del público que sigue a sus atletas, con sus banderas y pancartas que motivan a todos los que corremos; como es habitual, la presencia española era numerosa y se hizo notar, especialmente la de Marisa, que como siempre está al pie del cañón, esta vez junto a mis hijos y la madre de Pili. Su seguimiento de la carrera volvió a ser sobresaliente y es que cuando se tiene una hinchada tan buena como la mía, es mucho más fácil soportar el paso de los kilómetros.
En resumen, creo que Viena es una buena carrera para empaparse de ambiente maratoniano; la organización ha sabido pulsar la tecla que hace atractiva la participación en el evento a todos aquellos que nos sentimos maratonianos.

martes, 7 de abril de 2015

¿Otro maratón?

El próximo domingo volveré a poner en la línea de salida de un maratón, esta vez, en Viena; se puede decir que ya soy un veterano en estas lides y por eso se podría pensar que correr esta prueba se ha convertido en algo casi rutinario para mi, pero no es cierto y si lo fuera, ya hubiera perdido el interés por competir en esta distancia. Llevo veinte maratones completados y puedo asegurar que recuerdo todos ellos con cariño, pues en todos disfruté una gran experiencia , independientemente del resultado final.
Un maratón comienza el día que decides inscribirte en la prueba, a veces con casi doce meses de antelación; a partir de ahí se prepara el viaje y se planifica la preparación. En mi opinión, todas las preparaciones son diferentes, distintas sesiones de entrenamiento, distintos lugares de entrenamiento en algunos casos y distinta meteorología, dependiendo de la época del año, pero en todas las preparaciones me dejado la piel y he intentado esforzarme al máximo, que es lo que me divierte de verdad; no creo que se pueda correr a buen nivel sin esforzarse, ni creo que se pueda correr un maratón sin sufrimiento antes y durante la carrera, porque si no existiera esa voluntad de exprimirse al máximo, esta prueba no sería tan divertida.
Obviamente, los recuerdos más fuertes de mis maratones corresponden al fin de semana maratoniano y por supuesto, a la carrera en si; me gusta palpar el ambiente atlético que se crea en la ciudad durante los días previos en los que identificas a los participantes en el maratón por sus zapatillas, por su atuendo o simplemente porque suelen estar muy delgados. Me he cruzado con corredores de cientos de nacionalidades, he visto el nerviosismo, la ilusión y la emoción por la cita en sus gestos y en su cara. Me encanta visitar la feria del corredor, hablar con la gente de los stands que publicitan maratones, enterarme de los recorridos, de las características de cada prueba, pero también visitar el resto de puestos, de ropa, de geles, de zapatillas, de calcetines... La feria es el punto de encuentro de los corredores en los días previos, el lugar donde recoges con enorme ilusión tu dorsal, tu bolsa de corredor y esa camiseta que lucirás orgulloso unas semanas después corriendo por tu barrio.
Pero claro, el recuerdo imborrable llega el día de la competición; el madrugón correspondiente, la llegada a la zona de salida, los preparativos previos y por fin, el pistoletazo de los jueces y las puesta en marcha de todos los corredores; luego empieza lo importante, intentas poner el ritmo que te interesa, miras tu reloj, los hitos kilométricas, te animas cuando te aplaude la gente e intentas mantener la concentración en las zonas menos animadas. 
Además, yo soy un corredor afortunado, porque siempre he estado acompañado durante la carrera, pues Marisa me ha seguido durante mis veinte aventuras maratonianos, acompañada a veces por mis hijos y a veces por mis amigos; alguna vez, echo la vista atrás y me pongo a mirar las fotos de los maratones pasados y veo a mis hijos cuando eran pequeños, con sus pancartas de ánimo o a mis amigos cubiertos con banderas españolas y me emociono, al igual que me emociono cada vez que están esperándome en el lugar pactado previamente y me inyectan ese ánimo que tanto se necesita cuando estás realizando un esfuerzo tan grande.
¿Y que puedo decir de la llegada a meta?, cuando cruzo la línea final y me doy cuenta que he batido mi marca o simplemente he vuelto a derrotar a la distancia de Filípedes; puede que me esté haciendo mayor porque cada vez me emociona más ese momento mágico y aún más el momento en el que me reencuentro con mi familia, en el que me abrazo con Marisa y a mis hijos, o en el que recibo las felicitaciones de mis amigos.
Es evidente que cada maratón es una historia distinta, divertida y apasionante, al menos para mi; por eso corro maratones, porque me permite vivir una nueva aventura cada ocasión y me permite contarlo para todos los que leéis este blog. Espero poder seguir contando mis andanzas durante muchos años, aunque lo que toca hoy, es pensar en Viena, pues en cuatro días estaré corriendo el maratón por las calles de esa ciudad imperial, famosa por ser la ciudad que cruza el Danubio, la ciudad del Prater o de la Staatsoper, donde Mozart estrenó sus más famosas óperas o la ciudad donde se puede degustar la deliciosa tarta Sacher en el hotel que lleva su nombre. Una nueva aventura que os contaré, con pelos y señales, los próximos días.