martes, 14 de junio de 2016

Maratón de Estocolmo (3) - La carrera

En esta ocasión mi despertador sonó a las 8 de la mañana pues no es necesario madrugar para correr al mediodía; lo bueno de empezar a una hora tan extraña es que evitas la ansiedad que produce pegarse un madrugón, desayunar sin ganas e ir a la salida con las legañas en los ojos. En esta ocasión, bajé a desayunar tranquilamente con Marisa y luego regresé a la habitación a descansar un rato, pues quedaba mucho tiempo para empezar.
Mis amigos me esperaban en el hall y todos justos nos desplazamos a la salida en un corto viaje en metro; los alrededores de la feria estaban ya llenos de corredores preparándose para la "batalla". El sol en todo lo alto y a me preocupaba la temperatura, 17 grados, muy cálida para mi, aunque sospechaba que ya no iba a subir mucho más durante la competición. Después de los preparativos típicos (vaselina, chip, camiseta etc), me despedí de Marisa y de mis amigos y comencé a calentar brevemente, ya en mi cajón. Estaba relajado, pero, insisto, me preocupaba el calor.
Sonó el pistoletazo de salida y me dispuse a hacer la carrera que tocaba hacer; aunque en un principio tenía pensado hacer una especie de rodaje largo como hice en Hong Kong, después de la media de Vitoria, Depa me recomendó  que saliera más fuerte y que intentara hacer un buen tiempo y obviamente, así lo hice. Teniendo en cuenta que no había preparado este maratón de manera específica y que estaba muy corto de kilometraje, planteé correr  a ritmo de 3h15' para intentar conseguir una marca en torno a ese tiempo.
Por esa razón, me pegué al globo de las 3h15' desde el inicio, a un ritmo bastante cómodo para mi en teoría, aunque consciente que los kilómetros podían hacer mella más tarde. Fueron unos primeros kilómetros un poco nerviosos porque había mucha gente en el grupo, lo cual provocó una caída de una atleta que me hizo reflexionar sobre el peligro de correr junto a tanta gente, así que decidí adelantar al globo y colocarme unos 100 metros por delante, pero manteniendo el ritmo.
En el kilómetro 4 me esperaba mi primer contacto con mis animadores, que pudieron verme a un ritmo de unos 4'30'' por kilómetro, que mantuve hasta el 10 más o menos; como podéis ver, el ritmo era un poco más rápido que el que buscaba, pero una vez despegado de los globos, fui acelerando sin darme cuenta y eso me puedo afectar en la segunda parte de la carrera, aunque no creo que demasiado.
Ya por entonces, había experimentado los repechos que tenía el recorrido y un viento no demasiado fuerte que también molestaba; sin embargo yo seguía con mis buenas sensaciones al paso por el km 17, donde volvía a ver a Marisa y mis amigos; justo después, la carrera se interna en el parque Djugardeens donde me esperaba el paso por la media. Sigo corriendo bien y sin forzar, pero me doy cuenta que mi ritmo se resiente, aunque siempre dentro de los márgenes que me he marcada; normalmente no me gustan los recorridos por los parques y éste no fue una excepción, pues la carretera se estrechaba y los toboganes se sucedían; sin duda, la parte más dura de la carrera.
Justo antes de cruzar la media, el globo de las 3h15´se puso a mi lado y aunque el tiempo de paso era esperanzador, 1h36'17'', sabía que doblar era una utopía y que debía prepararme para una segunda vuelta dura. Dejé ir al grupo del globo, aunque haciendo la goma, tras descartar hacer el esfuerzo de seguirlos; la decisión fue, a la postre, muy acertada, pues no quería que me pasara lo que me pasó en Chicago o en Marrakech, donde me quedé sin fuerzas a falta de muchos kilómetros y tuve que sufrir un calvario. Esta vez quería llegar entero, cansado, pero sin sufrir más de lo necesario, así que lo inteligente era bajar el ritmo y adaptarme a los que me transmitían mis piernas, a las que faltaba volumen de entrenamiento y por tanto, capacidad para continuar con el ritmo que había seguido.
Sin ponerme nervioso y sin frustrarme, fui disminuyendo el ritmo con el paso de los kilómetros, disfrutando de la segunda vuelta del recorrido, que me siguió pareciendo tan bonita como la primera. Volví a correr junto al puerto, volví a cruzar el puente y me conjuré para acabar entero cuando pasaba el km 29 y recibí mi último gel anímico; allí estaban otra vez y ya no les volvería a ver hasta meta.
En esta ocasión tampoco fallé en los avituallamientos, pues seguí a rajatabla la secuencia agua/isotónico en los líquidos y me tomé mis tres geles en los puntos previstos (km 22, 29 y 35). La última aparte me resultó dura, pero me animaba al ver que aún habiendo bajado el ritmo, empecé a "recoger cadáveres" mientras seguía entero y sin sensación de flaquear, aunque ya a un paso alrededor de los 5 min/km.
Sólo restaba llegar y decidí disfrutar de la espectacular animación de los dos últimos kilómetros, pero sobre todo de mi entrada en el estadio, sorprendido por Marisa que me esperaba fuera para animarme para luego volver a animarme dentro. Entré por una de las puertas de sus majestuosas torres, eché un vistazo a las gradas y se me pusieron los pelos de punta; allí estaban mis amigos, dándome el último empujón, que aproveché para incrementar el ritmo y adelantar a muchos atletas antes de  cruzar la línea de meta en 3h20'57'' y pleno de felicidad.
En Estocolmo he vuelto a disfrutar plenamente de un maratón y he recuperado la confianza en mis distancia favorita; aunque lejos de las 3 horas, mi tiempo cumple las expectativas que me marqué, pues sin una preparación específica, pedir más, es mucho pedir. La próxima cita será en octubre, la ciudad elegida Frankfurt y el objetivo, bajar  de las 3 horas. Habrá tiempo y posts para hablar de todo esto, pero espero que cuando cruce la línea de meta de la espectacular llegada de Frankfurt, sienta, al menos, la misma felicidad que experimenté al cruzar la línea de meta de Estocolmo. Y es que el maratón, te obliga a esforzarte, a planificar, a entrenar duro, a sufrir, pero sobre todo, te hace ser un poco más feliz.

domingo, 12 de junio de 2016

Maratón de Estocolmo (2) - La Organización

Soy corredor de maratones, me parece una distancia que se adapta como un guante a lo que me gusta de verdad, no sólo competir, sino vivir una experiencia que se inicia el día que te inscribes, pasa por tu preparación y culmina en un fin de semana en el que recoges tu dorsal, respiras el ambiente atlético  en la feria y fuera de ella y finalmente culminas compitiendo en una carrera que da mucho de si por sus características; desde hace tiempo tenía en mente correr en Estocolmo, uno de los maratones más importantes de Europa, en una de la ciudad más importante de Escandinavia, que además es espectacular para correr, por sus edificios, sus canales, sus jardines y porque es llana. Y después de haber cumplido mi propósito, la experiencia no me ha decepcionado en absoluto, al contrario, es uno de los mejores maratones que he corrido de mi ya , extensa lista.
Antes de empezar a analizar los detalles, es necesario remarcar que en el Stockholm Marathon es eso, un maratón, no es un compendio de carreras destinadas a engordar a cifra de inscritos globales, no es un Week-End Run, ese apelativo tan rebuscado con el que se maquilla la realidad, no; en Estocolmo, todos los participantes corren 42,195 Km y eso, creedme, es de agradecer en los tiempos que corren. 
Pues bien, empezamos por la página web, con mucha información, buen diseño, ágil y muy fácil de usar para inscribirse y para buscar información pertinente los meses anteriores a la carrera; una vez inscrito, la organización de envía por correo postal tu comprobante de inscripción junto con un mapa de la carrera, alrededor de un mes antes, de manera que se puede planificar la carrera  a la perfección.
Yo llegué a la capital sueca un viernes, aunque se corría el sábado, pero no tuve problema para acercarme a recoger el dorsal a la feria porque está abierta hasta las 21 horas y si no hubiera llegado a esa hora, no hubiera pasado nada porque también entregan dorsales el día de la carrera, de 9 a 11., dado que se empieza a mediodía. Parece que a esta organización no le cuesta mucho poner las cosas fáciles a los corredores.
La feria está bien, correcta; se instala en un pabellón polideportivo que está en el centro de la ciudad, de manera que el acceso es muy sencillo. En el pabellón no sobra espacio, pero tampoco se pasan agobios; la recogida del dorsal es rápida y sin esperas y posteriormente hay un stand muy grande para el merchandising donde hay tallas de sobra de todo lo que venden, algo de lo que deben tomar nota en otros sitios. El resto, son stands de tiendas de artículos deportivos, maratones (con notable presencia española) y otros relacionados con medicina deportiva, masajes... lo típico, pero sin presencia de las grandes marcas deportivas, salvo la del patrocinador principal, que es Asics. Después de recoger el dorsal, puedes hacer una visita al espectacular Estadio Olímpico donde se celebraron las Olimpiadas de 1912, una joya que se conserva casi intacta y donde, como dije en el anterior post, se han batido más récords mundiales que en cualquier otro estadio del mundo.
Vamos ya con el día de la carrera, que comienza en la calle paralela a la feria y al estadio, donde posteriormente termina la prueba; la zona de salida es amplia, con baños suficientes, mucho césped para tumbarse un rato o para cambiarte y espacio suficiente para participantes y acompañantes. La calle de salida es ancha, con cajones que se controlan y además se respetan y vallada en los primeros metros; el maratón se disputa en un circuito de dos vueltas, aunque la segunda es más grande que la primera, siempre por la ciudad, salvo un recorrido de unos 5 km por los Djugardeens al comenzar la segunda vuelta, es decir, se pasa sólo una vez. Todo el recorrido discurre por calles principales y avenidas grandes, de manera que no suele haber atascos, aunque en este aspecto es criticable que nos encontráramos unos coches aparcados en los primeros kilómetros que suponían un peligro para los participantes y que debían haber sido retirados previamente.
El avituallamiento se ofrece cada 5 Km, aunque a veces hay puestos intermedios (hacía calor) y en general sólo se ubican en el lado derecho, aunque hay algunos casos, las mesas se disponen a ambos lados de la calle; se ofrece agua e isotónicos durante toda el recorrido y sólidos a partir de la media maratón, en la que te ofrecen, es cierto, los famosos pepinillos en vinagre escandinavos; quizás alguno piense que es una barbaridad, pero lo cierto es que casi todos los corredores tomaban, aunque yo no me atreví.
La animación también se reparte por todo el recorrido, aunque es más numerosa en la zona del parque, donde la afluencia de público es menor; un público que está presente prácticamente en todas las calles, aunque especialmente en las zonas más famosas de la ciudad. Obviamente, la presencia de público es más notable en los últimos kilómetros de la carrera, que acaba en el majestuoso estadio, cuya grada de la recta de meta estaba casi llena hasta la bandera; una d ellas llegadas más bonitas que he vivido.
Una vez llegas, te ponen la medalla, te hacen la foto y tienes que caminar unos 200 metros hasta la zona aneja a la feria, donde te dan una camiseta de finisher (sólo te la dan si acabas) y avituallamiento sólido y líquido, además de cerveza sin alcohol y salchichas y es que se llega a la hora de comer.
No exagero si califico este maratón como uno de los mejores que he corrido, no sólo por todo lo que he contado, ni por su espectacular recorrido, ni por el gran trabajo de los voluntarios, sobre todo porque la organización pone un gran empeño en que los corredores tengan todo lo necesario para disfrutar del evento; en Estocolmo, lo más importante son los corredores y eso, es de agradecer.

sábado, 11 de junio de 2016

Maratón de Estocolmo (1) - El ambiente

La ciudad de Estocolmo celebra su maratón casi al final de la primavera, cuando las temperaturas ya se han moderado y el sol luce desde bien entrado el amanecer; puede que por esa razón, la ciudad esté más bulliciosa y más viva que en otras estaciones, pero no es debido a la celebración del maratón, aunque paseando por las calles del centro el día anterior al evento, es posible reconocer a muchos corredores que competirán en la prueba el sábado por la mañana.
No me he equivocado, es correcto, la prueba se disputa un sábado a las 12 de la mañana y he de decir que la experiencia me ha gustado, aunque es evidente que es difícilmente exportable a otros países más cálidos. Pero en Estocolmo, el ambiente mejora debido al horario, no sólo porque hay más gente siguiendo la carrera desde el principio, sino porque también la feria se contagia del bullicio primaveral, pues en la víspera está abierta hasta las nueve de la noche.
Comenzando por la feria, resulta  muy cómoda de acceder, pues está ubicada prácticamente en el centro, con lo que te evitas los viajes interminables de otras ciudades; no es muy grande, pero está repleta de gente, por dentro y por fuera, ya que se celebra en un pabellón cubierto anejo a un polideportivo, donde se instala una carpa para la comida de la pasta, donde también puedes tomarte una cerveza sin alcohol en una terraza al aire libre y es que el tiempo acompañaba.
Justo al lado de la feria, se encuentra el Estadio Olímpico de Estocolmo, sede de las Olimpiadas de 1912 y en perfecto estado de conservación; la organización ofrecía visitas guiadas para explorar esta auténtica joya, en el cual se han batido 84 récords mundiales, más que en ningún otro estadio del mundo, lo cual es un orgullo para todos los holmienses. No llegamos a la última visita, pero estuvimos admirando sus gradas y paseando por la pista donde al día siguiente terminaría la prueba.
Ya el día de la carrera, la salida era un auténtico hervidero de gente, pues la feria se abre las horas previas al comienzo del evento para facilitar la recogida de dorsales de los rezagados, por lo que además de los participantes, la afluencia de animadores es mayor de lo normal y se respira maratón por los cuatro costados; de hecho, es la primera vez que toda mi "afición" al completo se desplazó a la salida para ver el gran ambiente y darme los últimos ánimos antes de comenzar a correr.
Y a las 12 en punto, empieza el lío, con mucha gente animando en la salida y en los primeros kilómetros, en los que se recorren los aledaños del estadio; la presencia en las calles es casi constante durante la primera vuelta, aunque no siempre es masiva, salvo algunos lugares especiales, como la primera subida al puente que cruza el río, en el kilómetro 10, donde la gente se agolpa animando a los corredores que superan el repecho con gran esfuerzo; en este punto, me pareció especialmente graciosa la pancarta "FUCK THE BRIDGE" que portaban unas aficionadas norteamericanas. Tras el puente, se entra de lleno en el centro de la ciudad de camino al estadio nuevamente y la animación sigue siendo constante hasta que se inicia la segunda vuelta, en la que se entra en el parque Djugardens, extenso y alejado de la ciudad y por tanto, escaso de espectadores. Sin embargo, la organización cubría las necesidades de apoyo, con una mayor presencia de grupos de música animando.
Una vez se sale del parque, el recorrido vuelve a estar repleto de público, aún más que antes hasta que se llega a los aledaños de la meta, repletos hasta la bandera, como lo está la tribuna principal del estadio, donde la gente anima sin parar en una llegada muy emotiva.
Por lo que a mi respecta, mi grupo de animadores en esta ocasión volvió a ser bastante numeroso, siete en total; como siempre, fueron los más ruidosos, los más coloridos y los que me empujaron, hasta cuatro veces, a llegar a la línea de meta del estadio Olímpico de Estocolmo. Una vez más, estuvieron de diez.