Aterricé en Saigon nueve días antes de la carrera, el calor y la humedad se notaban nada más pisar suelo vietnamita, pero lo realmente preocupante fue mi primer entramiento en tierras asiáticas, pues me resultaba muy complicado llevar un ritmo decente debido a las duras condiciones climáticas; las cosas mejoraron un poco los días siguientes, el día siguiente en Saigon y posteriormente en Hoi An y Hue, dos ciudades más al norte en las que las condiciones eran un poco más soportables. El viernes, ya en Hanoi, empecé a pensar que iba a ser posible correr el maratón a un ritmo decente que no rápido, pero la fortuna meteorológica me iba a sonreír esta vez, pues el día de la prueba a las 3 de la mañana, el viento soplaba sobre Longbien y aunque la temperatura era de 24º, la humedad no era tan alta como preveía.
Empezar un maratón a las 3 de la mañana es bastante inusual, por lo menos en las latitudes donde habito; la logística es difícil de organizar y aunque cené a las 8 de la tarde y me fui a la cama, a las 1:30 ya estaba esperando al taxi tras comer (que no desayunar) algo en la habitación. A pesar de tener que caminar el último kilómetro debido a los cortes de la calle, me presenté en la salida con tiempo suficiente para prepararme, hacerme las últimas fotos y dirigirme a la línea de salida para ubicarme en el primer cajón, junto con la élite, ya que había acreditado mara para salir en esa posición. La salida fue tranquila, sin agobios y en cabeza, pero a un ritmo cómodo, sabía que no estaba para correr mucho con esas condiciones meteorológicas, pero además, las piernas no estaban muy despiertas, a esas horas, el cuerpo está programado para descansar por la noche y no para correr 42 Km.
Casi de sorpresa apareció mi afición animando cuando sólo llevaba 5 Km, eran los únicos espectadores del evento en el que yo seguía manteniendo un ritmo de unos 5 min/Km que pronto empezaría a decaer; era noche cerrada, no había público y las calles estaban desiertas, un panorama poco motivador que fue haciendo mella en mi rendimiento. Tenía calor, la humedad no era muy alta porque corría el viento, pero me sentía cansado, tenía sueño, pensaba más en acostarme en una cama que en seguir adelante y la velocidad media se resintió claramente, me fui por encima de los 5'10''/Km. No había llegado a la media maratón y me sentía sin fuerzas y sin ganas, me esperaba un largo calvario hasta meta, porque no quería retirarme. Empecé a parar en los avituallamientos para beber y a plantear una carrera de resistencia para minimizar el sufrimiento, pero sorprendentemente, las cosas iban a cambiar.
Tras cruzar la media en poco más de 1h45' me tomé mi primer gel, afortunadamente de mi marca favorita y ese gel con cafeína resultó decisivo porque al poco tiempo empecé a sentirme mas animado, sin sueño y con ganas de correr; quedaban muchos kilómetros, pero ya no pensaba en sufrir, sino en disfrutar del maratón. Empecé a acelerar mi ritmo para ponerlo de nuevo por debajo de los 5 min/km y empezar a adelantar atletas; la tarea era ahora más complicada, pues ya había se había puesto en marcha la media maratón y tocaba superar a los numerosos atletas más lentos de la prueba, pero las calles eran suficientemente anchas para que no hubiera problemas en los adelantamientos, pero si en los avituallamientos, muy saturados de atletas, por lo que tomé la decisión de pararme en cada estación para hidratarme bien con agua y bebida isotónica, porque el calor apretaba.
Mi afición volvió a darme ánimos y eso fue otro motivo más para seguir esforzándome y hacer un buen papel, ellos estaban allí pasando la noche en vela para animarme y lo mínimo era dar todo lo que pudiera para llegar a meta con alegría; los kilómetros iban cayendo poco a poco, mi ritmo se mantenía estable a pesar de las paradas para beber y poco a poco el cielo iba clareando, estaba amaneciendo y la meta estaba cada vez más cerca. Poco después de las 6:30 de la mañana, cruzaba la meta del maratón de Longbien, el número 52 completado y tercero en el continente asiático; la marca, 3h33'41'', no es para tirar cohetes, pero teniendo en cuenta las condiciones climáticas y la hora de celebración, me parece que es una marca que hay que valorar en su justa medida.
La experiencia de Hanoi ha sido positiva, pero también me ha hecho reflexionar sobre ciertos destinos; correr en el Sudeste Asiático es duro, no se puede ir a Vietnam a hacer una buena marca, el objetivo sólo puede ser acabar y disfrutar de la carrera; sin embargo, espero volver alguna vez por estas latitudes a competir en una carrera atractiva. pero de momento toca volver a destinos más adecuados a mis condiciones después de los dos difíciles de CDMX y Longbien. Ahora toca pensar en los retos de 2025 en la mejor compañía, como siempre, en eso, si soy el mejor.
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