jueves, 16 de abril de 2015

Vienna City Marathon (2) - La Organización

La organización del Vienna City Marathon se ha tomado muy en serio, desde hace unos años, el poner a su carrera entre las primeras de Europa. Para conseguirlo, había que hacer bien las cosas, empezando por ofertar un circuito atractivo, un buen trato al corredor e incluso la contratación de figuras como el "semidiós" Gebreselassie hace dos años, que consiguió una valiosa difusión de una carrera no demasiado conocida hasta entonces. La carrera ha crecido, tanto como para que los touroperadores oferten este maratón por todo el mundo, tanto como para atraer atletas de casi cien nacionalidades y tanto como para superar los 42.000 inscritos, aunque en esta cifras se incluyen los participantes en la media, los relevos e incluso las carreras infantiles.
Es cierto, los austriacos han hecho bien las cosas, pero eso no significa que el evento sea perfecto, empezando por el estacazo de 90 euros euros que te clavan para inscribirte y además sin incluir camiseta conmemorativa, por la que hay que pagar 30 euros más. Por este precio, de los más caros de Europa, no es de extrañar que la web funcione como un reloj y que la información a los corredores fluya por mail cada semana. La inscripción es sencilla y la información es constantemente actualizada.
Ya metidos en el fin de semana maratoniano, la organización de la feria es realmente notable; la recogida del dorsal es ágil y sin colas, aunque luego te obligan a dar un paseo entre stands hasta llegar a la recogida de la camiseta. En la feria se puede encontrar la típica información sobre maratones, merchandansing de la carrera y muchos stands con ropa deportiva, productos energéticos y otros gadgets interesantes para corredores; aunque lo que más me gustó, fue el pequeño bar donde te puedes recostar en un pub saboreando un cerveza, sin alcohol, claro.
El sábado acudí a la comida de la pasta, que se celebra en un enorme salón dentro del ayuntamiento; el entorno del evento es impresionante, pero a la hora de la verdad, las mesas con sillas son escasas y toca comer de pie. Todo ello, por el precio de 10 euros, que incluye un plato de pasta con tomate y nada más, porque la bebida se paga a parte a 3,50 euros la pieza. A mi me pareció un timo, a pesar de  que músicos en directo amenizan la comida y de las clases de baile exprés que se ofrecen en un salón contiguo; todo muy organizado, pero muy caro.
Por fin llega el gran día, el domingo y me dirijo a la zona de salida en metro, como la mayoría de los corredores; los vagones van llenos, pero sin agobios porque se han reforzado las frecuencias de los trenes que van a la salida. Se accede fácilmente a la zona de salida, muy amplia, en una avenida donde se sitúan los baños, en número suficiente, y los camiones ropero, aunque eché de menos algún puesto para tomar café o beber agua. Al final de la avenida están los cajones de  salida, donde el control de paso es inexistente, por lo que supongo que la organización se fía del buen criterio de los atletas, si es que previamente se han leído el folleto ilustrativo.
Cuando se da la salida, empiezan los problemas y es que si decía James Bond que el vodka martini ha de estar agitado, no revuelto, creo que cualquier atleta que se precie, debe estar de acuerdo conmigo que se pueden correr varias distancias en una misma carrera, pero mezclar a todos los corredores en la misma a salida es una barbaridad. En Viena se corre maratón, media y relevos de 10k y todos salen a la vez, de manera que en mi cajón había infinidad de atletas  lentos, con diferente objetivo al mío y eso supone estar adelantando atletas un buen rato, por lo menos los diez primeros kilómetros. Además, tras dejar la avenida de partida, la carrera pronto se adentra en el parque del Prater y ahí la carretera es un poco más estrecha el problema se agrava. Con este comentario, no quiero cercenar el derecho de los atletas que quieren correr distancias más cortas, pero en otros maratones que he corrido como Munich o Tokio, las salidas están separadas y la llegada espaciada, para evitar aglomeraciones al final. Tampoco critico que la organización se quiera colgar la medalla de los 42.000 inscritos contando atletas de todas las distancias, pero los corredores merecen un respeto, no sólo por los 90 euros que pagamos, sino porque una carrera popular debe pensar primero en la seguridad y comodidad de los que corren y el resto viene luego.
Una vez pasados los primeros agobios, la carrera discurre por un recorrido que me gustó, plano, con muchas avenidas amplías, pasos por lugares emblemáticos de la ciudad, mucha animación en los laterales y buenos avituallamientos,  con agua e isotónicos cada cinco km a ambos lados y uno intermedio de agua a un sólo lado; un pequeño defecto es que los vasos de plástico no son muy útiles y ya puestos a no ofrecer botellas, deberían dar vasos de cartón que son mucho más fáciles de manejar cuando corres. También hay avituallamiento sólido de fruta y un gel en el km 35.
La llegada es muy bonita, dividida en dos arcos para mayor comodidad y nada más cruzar la línea de meta te cuelgan la medalla y de ahí pasas a la recogida de agua, una bolsa del corredor con avituallamiento sólido y luego por el stand de la cerveza sin alcohol, algo muy de agradecer tras el esfuerzo. Una vez que sales de la zona acotada para corredores, hay un punto de encuentro para familiares y amigos señalada con letras y también una especie de feria con casetas a la que no acudí porque no tenía las piernas para fiestas; para finalizar, la recogida de la bolsa de la ropa es rápida y sin esperas.
Como ya he dicho, el Vienna City Marathon ha puesto el listón organizativo a un nivel muy alto, pero aún le falta mejorar muchos aspectos, sobre todo la salida. El precio me parece muy elevado, pero no sé si achacarlo sólo a la organización, porque está visto que la popularización de este deporte y la entrada, cada vez más agresiva, de tour operadores en busca de negocio, están encareciendo mucho el producto y lo peor, perdiendo el respeto a los participantes en algún caso.

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