La Coruña organiza un maratón modesto y por lo que pude ver, preparado con mucha dedicación e ilusión; sin duda, comparar el maratón Atlántico con uno de los grandes maratones que he corrido no sería justo porque el ambiente en una carrera de apenas 3000 participantes no puede ser tan vistoso como el de otros con participación masiva, pero como corredor, me ha resultado muy emocionante correr esto maratón y eso se explica por muchos pequeños y bonitos detalles.
Llegué a La Coruña el sábado a mediodía y me fui directamente a la feria del corredor, ubicada en el Palacio de Congresos Palexco; es una feria muy pequeña y no había demasiados corredores, pero se respiraba un sano ambiente atlético que se extendía al paseo adyacente, cuyas terrazas estaban llenas de corredores descansando para afrontar el reto del día siguiente.
La Plaza de María Pita es el centro de operaciones de esta carrera, que comienza en sus aledaños y termina en la misma plaza; desde primeras horas de la mañana del domingo, este punto neurálgico de la ciudad estaba tomado por corredores y por sus acompañantes, pues al no tener que manejar a un número elevado de corredores, la organización no necesitaba acotar demasiado la zona y eso me permitió estar con mi familia hasta la hora del comienzo de la prueba.
La entrada en la plaza de María Pita para cruzar la línea de meta es realmente emotiva, pues la gente anima sin parar en un entorno realmente espectacular. Un fin de fiesta también modesto, pero muy emocionante debido a la cercanía del público.
En mi caso particular, Marisa, Ángela y Alonso fueron de nuevo mis animadores y pude recibir su cariño con mucha frecuencia, lo cual me ayudó decisivamente en la buena carrera que realicé. Las fotos que veis están hechas por Alonso, cada vez mejor fotógrafo y la pancarta fue diseñada por Ángela con la ayuda, lógicamente, de Marisa. Una vez más me sorprendieron y me dieron esa fuerza extra que tanto necesito en un maratón.
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