La primavera es mi estación favorita para correr un maratón, no sólo porque la temperatura normalmente suele ser suave para correr el día elegido, sino porque el entrenamiento se realiza casi por completo en invierno y eso es mucho más llevadero que hacerlo en verano, cuando el mercurio alcanza valores tan altos que es necesario restringir las salidas a entrenar a unas horas determinadas, ya sea muy temprano o al atardecer.

Obviamente no es baladí que te saquen medio litro de sangre, pero quizás sea más llevadero si no entrenas a diario, como hago yo. Los entrenamiento de Depa no son excesivamente cañeros todavía y sin embargo, he experimentado un aumento de las pulsaciones y una pesadez de piernas que desconocía hasta ahora. Quizás el trabajo de pesas también esté influyendo, ya que estoy realizando más trabajo de los miembros inferiores que anteriormente.
Sea como sea, no me arrepiento por haber ayudado a aumentar las reservas de sangre en Madrid y además me voy encontrando mejor día a día. El sábado pasado, debido a que no podía competir por la Comunión de Pamplona, Depa me programó un test de 8 Km que pasé con un aprobado raspado. El sábado que viene, vuelvo a probar con ritmos exigentes y espero que el resultado sea mejor. Aunque la verdadera medida de mi estado de forma, la obtendré el próximo 26 de junio, día en el que he tengo programado un diezmil, justo antes de las vacaciones.
Por entonces ya será verano y habrá concluido esta primavera tan típica en cuanto a lo climatológico y atípica en cuanto a mi preparación, llena de novedades. Espero que la primavera de 2011 sea el punto de partida para conseguir los retos que voy a afrontar en otoño, pero antes de eso habrá que seguir entrenando en un verano que se presume caluroso.
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