martes, 5 de enero de 2010

Cross de ls Doce Uvas y San Silvestre de Alcazarén

No pensaba correr ninguna carrera el día 31, pero sorprendentemente mi entrenador me lo sugirió, así que me inscribí en el Cross de las Doce Uvas, que se celebra en Valladolid en horario de mañana. La carrera se prevía difícil, pues es un cross, o sea, una carrera que discurre por un circuito de tierra y no por asfalto. Las lluvias caídas durante la parte final de diciembre me hicieron prever una carrera entre barro y agua, pero cuando llegué mis malos augurios se quedaron cortos, pues las competiciones previas destinadas a categorías inferiores, había convertido el circuito en un terreno fandangoso y bien pisado, apto para caídas, resbalones y salpicaduras de barro en los ojos, todo ello aderezo por enormes charcos en los que las zapatillas quedaban invisibles por momentos. Claro, yo no me iba a arrugar por rebozarme un poco en el barro, así que con buen ánimo recogí mi dorsal donde me informaron que la carrera se adelantaba 15 minutos. Es curioso, cuando no lamentable, que una carrera cambie su horario sobre la marcha y encima adelantando la hora, de manera que varios runners, entre los que me incluyo, llegamos justo cuando sonaba el pistoletazo de salida, corto de calentamiento y con un cabreo monumental.
Pensando acerca de mi episodio en Lisboa el pasado mes de marzo, decidí tranquilizarme y correr, disfrutando del circuito sito en el Parque de la Ribera de Castilla, un bonito espacio verde que se ubica al lado del mi río, el Pisuerga. Lo de disfrutar del circuito no es ironía y es que correr con barro, entre árboles, con subidas, charcos, bajadas, etc es toda una experiencia, húmeda y fría, pero experiencia. Tras finalizar la primera vuelta (eran 3), me di cuenta que estaba bien de forma, pero nunca me cegué, de hecho, marqué casi idéntico tiempo en cada vuelva, pero mi ritmo constante me permitió adelantar durante toda la carrera. Al final, un tiempo de 42'03'' en un recorrido de casi 9.000 metros, que no está nada mal, teniendo en cuenta el circuito. Un aquarius y una libreta formaban el regalo, que no bolsa del corredor, suficiente para una carrera gratuita.
Satisfecho y frío, regresé a Alcazarén donde me dispuse a preparar la nochevieja junto a mi familia. Había acabado bien el año, pero esa misma noche y después de las uvas me esperaba otro reto ¿atlético?. Ese reto, se puede denominar San Silvestre de Alcazarén, evento organizado pro la Peña La Barraca y que se viene celebrando desde hace unos años. Básicamente consiste en correr unos 400 metros, con la particularidad que hay que hacerlo en calzoncillos. Alonso quería correr e insistió en que fuéramos juntos, así que me tiré a la piscina y aunque llegamos tarde a la salida, nos incorporamos al grupo para correr unos 300 metros en calzoncillos a una temperatura que no superaba los 2º. Superada la ardua prueba, nos vestimos y seguimos disfrutando de la noche.
Quiero agradecer a la Peña La Barraca que nos permitiera correr y en particular a mi cuñada Trini por recoger nuestra ropa, porque con las prisas empezamos a correr en calzoncillos pero con jersey. Como veis, el fin de año no ha podido ser mejor, así que os animo a que algún día os vengáis a Alcazarén a correr conmigo y con Alonso.
Ahora, sólo me resta desearos un feliz año a todos.

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