lunes, 1 de mayo de 2023

Maratón de Zaragoza (3)- La carrera

Se podría decir que la prueba empezó el domingo previo a la celebración del evento, cuando salí a hacer mi último rodaje largo y tuve muchas complicaciones para completarlo debido a una fuerte sobrecarga en la pierna izquierda; al acabar, me di cuenta que tenía que dejar de correr unos días para poder llegar con posibilidades de correr en la ciudad del Ebro. Tras cancelar tres entrenamientos y una sesión de fisio, llegué a Zaragoza el viernes, cojeando levemente y esperando que las cosas mejoraran. El rodaje suave del sábado fue esperanzador, las molestias eran menores, pero seguía sin tener claro si la pierna iba a aguantar 42 Km; mi amigo Chipi me recomendó tomar un antiinflamatorio suave en el desayuno previo a la carrera y así lo hice; sorprendentemente, cuando llegué a la línea de salida de la Plaza del Pilar, las molestias había remitido mucho y podía calentar con normalidad. 

La mañana era soleada en Zaragoza, la temperatura era fresca, pero el Cierzo soplaba con fuerza como se había pronosticado, iba a ser una carrera complicada. Salí decidido a correr tras el pistoletazo de salida, sin pensar en la lesión y con el objetivo de disfrutar; la preparación había sido buena, estaba seguro que podía mantener un ritmo alrededor de los 4'40''/Km, pero no sabía si la pierna podría aguantar, así que la decisión era fácil, correr hasta donde pudiera. No tenía molestias y me ubiqué detrás de las liebres de 3h15' que, para variar, iban a un ritmo absurdo, muy por encima del objetivo, así que decidí olvidarme de ese grupo y juntarme con grupitos que se formaban espontáneamente.

La carrera era complicada de gestionar, era difícil llevar un ritmo constante debido al viento, seguí el consejo de mi amigo Guzmán y evité luchar contra el dios Eolo, había que mantener una cadencia y el tiempo sería mejor o peor en función de la dirección en la que soplara. Mi ritmo medio de 4'40'' era suficiente, quizás estaba para ir más rápido, peor no quería arriesgar, la pierna estaba respondiendo pero no estaba al 100% pues de cuando en cuando me avisaba de su estado. La carrera pasaba varias veces por el mismo punto, así que recibí los ánimos de Marisa varias veces antes de la media; justo antes de completar la mitad del recorrido, tuve fuertes molestias y estuve a punto de parar, pero remitieron bajando el ritmo y apretando los dientes. 

Pasé la media en 1h38'xx'', más lento de lo que yo quería, pero el viento y las molestias me impedían ir más rápido; quedaba mucho aún y el desenlace era incierto, así que me tomé el primer gel e inicié la segunda parte de la prueba, más dura que la primera sobre el papel y en la práctica. Pensé en incrementar el ritmo, pero no era prudente, las molestias no cesaban, el recorrido se volvía más aburrido y se iban notando los kilómetros en las piernas. Me acercaba al final y sabía por la descripción del recorrido de mi amigo Lobo que iba a llegar una parte dura, aunque no pensé que lo iba a ser tanto. Desde el kilómetro 32 al 37 se sube constantemente, una pendiente ligera pera sin descanso aderezada por un molesto viento de cara. La subida al Parque Grande fue dura, parecía que no acababa nunca, el esfuerzo mental para no venisrse abajo era enorme. Pero tras entrar en el parque y dar la vuelta quedaban sólo 5 Km y además favorables, estaba casi hecho.

Justo al dar la vuelta oí un grito de "ánimo Chuli", era una voz conocida, de mi compañera Ana, que estaba pasando el fin de semana en su Zaragoza natal; no me lo esperaba, me animó mucho, ya no quedaba casi nada, había que echarle huevos y piernas y lo hice. Aproveché la bajada para aumentar el ritmo y recuperar lo perdido en la bajada y lo hice sacando mis mejores kilómetros. Miré el reloj, el tiempo iba a ser bueno dadas las circunstancias, pero a falta de dos kilómetros me encontré con un "accidente maratoniano" que odio especialmente, un túnel que dejó tocadas mis piernas tras la bajada y lsubida posterior. Y como me temía y justo en el kilómetro 41, "zas", un calambre en el bíceps femoral izquierdo y parada completa. Estiré, la gente me animaba a seguir, no sabía si llorar o apostarlo todo, así que decidí lo correcto, seguir hasta que pudiera llegar. Me puse a correr y fui aumentando el ritmo poco a poco, aunque había perdido casi un minuto.

A
falta de 500 metros todo mi grupo de animadores estaba aplaudiendo, un nuevo subidón, ya estaba, sólo faltaba llegar a la Plaza del Pilar, girar a la izquierda y ver la meta que crucé con gran alegría en 3h18'12'', un tiempo que vale mucho después de todo lo padecido durante la semana y la carrera. Recibí muy satisfecho mi medalla, había acabado mi cuadragésimo sexto maratón, uno más si, pero el primero que he corrido son evidentes problemas físicos que pude superar. Quizás correr no fue la decisión más prudente, pero tenía que hacerlo. Zaragoza siempre quedará en mi recuerdo como un maratón especial, ahora toca recuperar y pensar en los siguientes retos.

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