miércoles, 5 de febrero de 2020

Maratón de Murcia (1) - El ambiente

Con una población de casi medio millón de habitantes, no podemos referirnos a  Murcia como de una ciudad pequeña, aunque si lo podemos hacer cuando hablamos de su coqueto casco histórico, cuyo centro neurálgico es su catedral barroca ubicada a pocos metros del río Segura, que cruza la ciudad. Lógicamente, la mayoría de hoteles y restaurantes están esparcidos por el centro, que también ejerce de anfitrión de un maratón bastante novato que este año ha incrementado de manera notable su participación, pero que tendrá que seguir mejorando para hacerse un hueco definitivo en el listado de maratones españoles.
Yo reservé un hotel de los que ofertaba la organización, pues ofrecía desayuno temprano y el check out tardío y al igual que el resto de hoteles oficiales, se situaba a escasos metros de la Plaza de la Catedral, donde finaliza la prueba; además cuenta con la ventaja que no es necesario caminar más de 10 minutos para encontrar un buen restaurante donde reponer fuerzas antes o después de la competición, una actividad que realizan prácticamente todos los participantes y acompañantes de la prueba. En resumen, el pequeño centro histórico murciano se llenó de corredores durante el fin de semana y aunque la presencia no era  masiva porque tampoco lo es la participación, si era posible respirar ese sano ambiente atlético previo a una competición de estas características.
Peor antes de llegar a mi hotel, ya había pasado por la feria del corredor, más bien mini-feria, ubicada en un pabellón anexo a una piscina; el lugar es coqueto y el ambiente escaso, pues no eramos muchos los que estábamos recogiendo el dorsal y la oferta de stands, lógicamente, era bastante limitada, aunque con algunas cosas interesantes y un personal bastante agradable.
Llegamos ya al domingo y como es habitual,  la zona de salida estaba plagada de atletas, acompañantes y curiosos para ver las evoluciones de los esforzados corredores en los primeros metros, pero tras el pistoletazo de salida la animación en las calles es muy escasa, concentrada en algunos cruces y en dos puentes que cruzan el Segura, mientras que el resto del recorrido se hace con la única animación de algunos puntos que coloca la organización; durante la segunda vuelta, el número de espectadores cae drásticamente, de manera que el espectáculo es desolador porque el número de maratonianos no es muy numeroso. Sólo se recupera en ambiente en los últimos 200 metros, cuando se llega a meta en ese magnifico marco que  ofrece la Plaza de la Catedral que se cruza sobre una alfombra negra mientras el público jalea a los corredores.
Como todos sabéis, tengo la buena costumbre de llevar mi propia animación y en esta ocasión también tuve la suerte de coincidir con Jaime y Pili que me me presentó a varios atletas de su club, también de la partida; en cuanto a mis "fans", esta vez a Marisa le acompañaron mi hermano Juan Carlos y mi cuñada Nita que acudieron con mi sobrino Rubén que disputaba la media; me animaron en varios puntos del recorrido, e incluso Rubén se les unió tras una ducha y me dio los últimos ánimos a unos 8 km de meta; no tengo que recordar que su actuación fue sobresaliente.
Murcia es un maratón modesto y como suele pasar en estas ocasiones, el ambiente no es lo más destacable, aunque esperemos que el crecimiento de la prueba conlleve una mejora de este aspecto.

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