El sol ya lucía a las 4 de la mañana de Copenhague abriéndose paso entre unas nubes que cubrían el cielo danés pero que acabaron cediendo ante el empuje del astro rey; en mi hotel las cortinas no eran precisamente opacas y aunque el descanso no fue el adecuado, no me podía quejar cuando sonó el despertador a las 6:30 de la mañana y me dispuse a desayunar en la habitación. Las previsiones meteorológicas auguraban una mañana soleada con temperaturas que llegaría a los 18 grados de máxima y eso no me gustaba nada, pues afrontar un maratón con una temperatura y humedad altas no es precisamente lo que más se adapta a mis condiciones.
Había quedado con Jaime y con Pili en la zona de salida a la que me acompañó Marisa dando un paseo desde el hotel y de camino pude comprobar que las previsiones se iban a cumplir pues ya por entonces a los viandantes les sobraba hasta la chaqueta y se les veía en mangas de camisa. Tras acabar la preparación previa a la carrera, me dirigí a mi cajón sin calentar y con la intención de hacer la salida con Pili que se había ido a dejar la bolsa y que me localizó entre la multitud de corredores.
Ni Pili ni yo estábamos al 100% así que lo prudente era salir a un ritmo tranquilo e ir viendo como se desarrollaba la prueba; así lo hicimos desde el principio, marcando un ritmo cómodo entorno a los 4'50''/km que nos permitía ir calentando un poco el cuerpo para lo que nos esperaba. Sin embargo yo no iba cómodo, hacía calor, había muchos atletas y empecé a pasar un mal rato al recordar mis malas experiencias de Rotterdam y Tenerife donde sendos golpes de calor me hicieron sufrir más de la cuenta. Habíamos recorrido sólo 5 km y estaba a punto de entrar en pánico hasta que la carrera se empezó a abrir al llegar a un parque donde la sombra y una ligera brisa atenuaban un poco la temperatura y un poco más adelante se llegaba a la primera ducha del recorrido ubicada justo delante del primer avituallamiento que me sirvió para bajar mi temperatura corporal y a lavez reponerme y comenzar a correr más tramquilo y concentardo en la carrera.
Fui adelantando atletas en casi toda la segunda media e intenté acelerar un poco a partir del km 37 pero yo tampoco estaba a tope después de mi irregular preparación, así que no quise arriesgar demasiado para evitar males mayores; aún así pude hacer la segunda mitad más rápida que la primera cruzando la línea de meta en 3h22'49'' tras recibir el último aliento de Marisa, Jorge y Ana en la recta de llegada. Contento por lo conseguido recibí una merecida medalla y posteriormente pude ver a Jaime que me estaba esperando y tras esperar a Pili que llegó un poco por detrás de mi, nos tomamos una cerveza y nos dirigimos a la salida donde me esperaba Marisa para darme ese tradicional abrazo que tanto necesito en esos momento; hay que conservar las tradiciones y ésta aún más.
Con este ya son 37 maratones completados, una cifra que sigue engordando, pero que no es más que un reflejo de lo que disfruto de este bonito deporte y sobre todo de esta apasionante competición que nació en la Grecia antigua; entrenar, competir, viajar... forma parte de mi vida, me hace feliz y me ayuda a seguir peleando en mi día a día. No lo puedo asegurar, pero todo esto no sería igual si no tuviera la suerte de tener buenos amigos atletas como Jaime, un entrenador que comparte la misma filosofía que yo, unos fieles animadores que me acompañan cada carrera, si no pudiera compartir zancadas y proyectos con la mejor maratoniana del mundo, Pili, pero sobre todo si no tuviera a Marisa a mi lado, como la he tenido en todas mis competiciones maratonianas, las 37 y las que todavía nos quedan por experimentar juntos.
1 comentario:
Qué bonita entrada Chuli! Sorprende semejante temperatura en un sitio así, por un lado, por otro ya eres un experto gestionando todo tipo de carreras así que no has tenido mayor problema en sumar el 37. Quién pillara esos ritmos que tú haces silvando y a 20% ;)
La gente cercana, lo mejor de todo esto.
A recuperar y, de nuevo, felicidades. Fuerte abrazo!
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