jueves, 17 de septiembre de 2009

La suerte está echada


Hace casi dos años visité Berlín por primera vez con Marisa. Recuerdo que salí a correr muy temprano para no perder tiempo en la visita; mi hotel estaba al lado de Unter der Linden, por donde empecé mi ruta que continuaba cruzando la puerta de Brandenburgo, Postdamer Platz y atravesando el Tiergarten para volver al hotel. El recorrido coincide con la parte final del maratón de la ciudad, pero aquel día las calles estaban desiertas debido a la hora, era otoño y aún recuerdo el sonido de mis pisadas sobre las hojas secas. Fue una auténtica experiencia correr en ese improvisado circuito, disfrutando a solas de la ciudad, un lujo reservado sólo para runners.
El domingo, otros 40.000 atletas me acompañarán en mi recorrido, esta vez de carácter competitivo. Vuelvo a Berlín para correr mi séptimo maratón, mi segundo "major" y para intentar mejorar mi marca una vez más. No va a ser tarea sencilla, pues, a pesar de la bondad del recorrido totalmente plano, mi estado de forma es una incógnita después de una preparación marcada por mi lesión de junio. A falta de tres días me siento bastante fino, al final de una progresión que comenzó después de la media Cabezón y que tuvo su constatación en la media del Melón. Pero esto es un maratón y me preocupa que no está preparado para aguantar los 42 km.
En cualquier caso, voy a Berlín a disfrutar de esta gran carrera, para algunos la mejor del mundo, como debe pensar Gebreselasi que intentará batir una vez más su record mundial. Es un aliciente más para una maratón donde volveré a ser animado por mis hijos, Marisa y como novedad por mi sobrino Manuel, mi hermana Feli y mi cuñado Jesús.
Acabo de terminar mi último entrenamiento antes del viaje y este será el último post que escriba antes de la salida de la carrera. Es un buen momento para agradecer a todos mis seguidores vuestro apoyo y para recordar que mi primer objetivo es terminar y que luego hay que intentar hacer una buena marca, pero, sobre todo, para ser consciente de que pase lo que pase, el trabajo ya está hecho y creo que bien hecho y que a partir de ahora sólo queda esperar al domingo a las nueve de la mañana, porque, como dice mi entrenador, la suerte ya está echada

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