jueves, 31 de octubre de 2013

Cambio de planes

Hace unas semanas, os anunciaba mi intención de disputar los maratones de Praga y Chicago en 2014; el mal resultado cosechado en Munich, junto a un cambio de planes a finales de año, han motivado un cambio considerable de mi calendario atlético en 2014.
Este año, por primera vez en mi vida atlética, voy a correr tres maratones en un año, aunque no es probable que salga a disputarlos todos ellos. Mantengo Praga, porque ya tengo planeado el viaje, estoy inscrito y además me apetece mucho correr en esa bonita ciudad, aunque me ha comentado Depa que no es una buena prueba para hacer marca debido a que la parte final es dura y además hay unos cuantos kilómetros de empedrado.
Por esa razón, he decidido volver a Sevilla, el maratón donde he realizado mi mejor marca este mismo año, una prueba que me gusta por su recorrido y por su clima y que además, puedo preparar con garantías porque hay tiempo de sobra. Por tanto, el próximo 23 de febrero, estaré en la línea de salida del maratón de Sevilla 2014 con un objetivo claro: bajar de las 3 horas.

Posteriormente, el 11 de mayo, correré en Praga, tras casi tres meses de descanso e imagino que con pocas posibilidades de acercarme a mi mejor marca, aunque eso será algo que decidiré más adelante.
Ya en otoño, he decidido posponer de nuevo mi participación en Chicago, ya que en 2015 tendré la oportunidad de coincidir con mis amigos Andrés, Mario y Raquel. En 2014 correré en Atenas, el maratón original, ese que discurre entre la localidad de Maratón y el antiguo estadio olímpico ateniense. No es el de la capital griega, un buen maratón para hacer marca, pero, a buen seguro, va  a ser una experiencia inolvidable recorrer esos míticos 40 kilómetros que recorrió Filípedes en su día.
Esta es la programación definitiva de maratones para 2014, sujeta a cambios, claro, pero espero que se pueda mantener el calendario. En cuanto a medias, diezmiles y otras carreras, seguid atentos a mi blog.


miércoles, 23 de octubre de 2013

Maratón de Munich (3) - La carrera

El despertador de mi teléfono sonó a las 6 de la mañana, después de una noche en la que no dormí tan mal como otras veces; bajé a desayunar lo de siempre antes de un maratón, es decir, fruta, cereales y una tostada, regadas con un café bastante malo. Había varios atletas desayunando a la misma hora y en sus caras se percibían esos nervios que acompañan las horas previas a la carrera. Tras volver a la habitación, cambiarme y despedir a Marisa, me dirigí al metro para llegar con tiempo a la salida; estaba cayendo una finísima lluvia a la que acompañaba una temperatura no excesivamente baja. Teniendo en cuenta que el pronóstico no auguraba agua a la hora de la salida, todo indicaba que las condiciones iban a ser ideales, aunque con un poco de humedad.

Tras recorrer Munich bajo tierra junto a otros atletas, llegué al parque Olímpico, donde ya había un buen número de participantes preparándose; pasé pronto mi cita obligada por el baño y tras ello me cambié en las gradas del estadio, dejé la bolsa en el ropero y comencé a trotar hacia la salida.
No estaba nervioso, más bien concentrado en lo que había planificado con Depa la tarde anterior, salir a 4'15'', no desgastarme en la primera mitad cruzando la media alrededor de 1h30' e intentar incrementar levemente el ritmo en la segunda parte para bajar de las 3 horas. Me coloqué más o menos bien, o eso creía, pero pronto me di cuenta que el globo de las 3 horas quedaba bastante por delante y ya no había manera de acercarse; así que me relajé, escuché el himno alemán  y tras desear suerte a los atletas que me rodeaban, comencé a correr mi decimosexto maratón.
Comencé a un ritmo cómodo, se podía correr a pesar de que me vi obligado a adelantar a muchos corredores, pero enseguida fui colocándome en zonas de corredores que iban a mi ritmo; el globo de las 3 horas estaba a la vista, pero no había prisa, me quedaban muchos kilómetros para alcanzarle y no quería realizar sobreesfuerzos. Los kilómetros iban cayendo de acuerdo a lo previsto, siempre a ritmo de 4'15'' el kilómetro, cumpliendo casi en todos los pasos; iba relajado y sin signos de cansancio cuando "recibí" la primera visita de mis amigos, en el kilómetro 8, dentro ya del English Park, un parque inmenso en el que se entra por el kilómetro 4 y que no se abandona hasta el 17.
El recorrido por el parque se me hizo pesado, no sólo por la escasa afluencia de público, sino porque el camino se estrechaba y el suelo estaba muy mojado, a consecuencia de las lluvias de la noche; el problema es que la frondosidad de los árboles impedía que el sol, que ya lucía en el cielo, secara la carretera, que además de estrecha era un tanto resbaladiza. Eso no me impedía seguir a mi ritmo, metido dentro de un grupo de atletas que marchaban a la velocidad que me interesaba. Al paso por el kilómetro 15, volví a ver a mi "afición" y las cosas seguían rodando bien, ritmo constante, globo a la vista y moral intacta; pero no iba a seguir así...

Por fin salgo del parque, tenía ganas, pero empiezo a notar la pierna derecha cargada, un tanto rígida; es la pierna derecha, la misma donde tuve la rotura fibrilar hace años y la misma que me ha dado algún problema durante la preparación,  pero decido olvidar el tema y seguir como si nada. Pero mi ritmo disminuye, parece que el globo se aleja y aunque intento acelerar, mis piernas no responden y empiezan a caerme segundo de propina en cada kilómetro; cuando paso la media, ratifico que mi maratón se ha ido al garete, 1h31'30'', minuto y medio por encima de lo planeado, casi imposible remontarlo. Está claro, no va a poder ser, me digo, pero tirar la toalla es de cobardes, así que pongo en orden mis ideas y me digo que el nuevo objetivo debe ser bajar de 3h 05' y con esa ilusión continúo corriendo.
Pero la ilusión no basta cuando las piernas no van y mis piernas no sólo no van, sino que la derecha se carga cada vez más, hasta el punto que empiezo a correr con dificultades, alargando menos la zancada para prevenir problemas. No es una sensación nueva, en Amsterdam y en Nueva York me había pasado lo mismo, pero en esos casos me pasó a falta de tres kilómetros para meta y aún esta vez, me queda poco menos de la mitad.
En el kilómetro 26 hay una pequeña bajada, intento ganar ritmo y "zas", dos pinchazos agudos en el isquio me obligan a parar en seco, se acabó; la calle está casi desierta, no hay apenas corredores, estiro, pienso y me digo: "o me retiro aquí mismo o acabo como sea". Pero claro, me conocéis y lo de la retirada no entra en mi ideario, así que tomé como bandera esa frase tan repetida por los atletas: "el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional" y me conjuré para llegar a la meta del Olympiastadion, aunque sabía perfectamente que restaban 15 kilómetros de sufrimiento.

Podía correr, no a un ritmo alto, pero si a ritmo de rodaja, es decir, a ritmo de entrenamiento; tomé el gel que da la organización el km 27 (ya había tomado otro antes) y recuperé un poco las fuerzas, pero cualquier intento por alargar la zancada, acababa en un aviso de mi isquio, que amenazaba con romperse. Al paso por el 30 vuelvo a ver a Marisa y mis amigos, les cuento que estoy lesionado, que voy a intentar llegar, pero que no sé cuanto tardaré. Me adentro en la parte más espectacular de la carrera, pasando por Marienplatz y todo el centro de la ciudad, que está plagada de gente, pero mi paso no es muy glorioso, estoy sufriendo, el isquio cada vez está más cargado y mi ritmo se resiente metro a metro. Me van pasando atletas, pero soy capaz de adelantar a alguno que va aún peor que yo y aunque había decidido pasar de los geles, me tomo uno más a falta de 7 km para aguantar mejor hasta meta.
Obviamente las 3h05' no van a ser posibles, ni siquiera las 3h10', así que nuevo objetivo consiste en llegar sin que me adelante el globo de las 3h15'. Miro al crono y mi ritmo sigue cayendo hasta los 5'/km, pero es suficiente para lograr el objetivo. Los últimos 5 kilómetros son de gran sufrimiento, me arrastro más que correr, fuerzo al máximo unas piernas cargadas, doloridas y contracturadas; no recuerdo una sensación de tanto deterioro físico desde el maratón de Londres, pero ya queda menos, entro en el Parque Olímpico y a lo lejos diviso el majestuoso Olympiastadion, ese donde había soñado una entrada gloriosa, el mismo en el que Mariano Haro hizo una de las carreras más recordadas por la afición española, aunque su esfuerzo no supuso una medalla. Esos pensamientos y la certeza de tener a Marisa y mis amigos dentro, me ayudaron a llegar al estadio y a recorrer unos emocionantes últimos 400 metros, tras cruzar el túnel de entrada y enfilar la contra recta ante con los ánimos de mi particular afición. Llego en 3h13'06'', físicamente roto y moralmente hundido.

No he logrado mi objetivo, no es momento de analizar porqué, habrá tiempo para eso; lo positivo es que he acabado mi decimosexto maratón,  me he sobrepuesto a una lesión y he sabido sufrir para cruzar la línea de meta, sin la gloria de la marca, pero con la satisfacción de haberlo conseguido.


martes, 22 de octubre de 2013

Maratón de Munich (2) - La organización

Un paseo por Munich puede dar idea al visitante de la eficacia y meticulosidad germana, pues es una ciudad bien urbanizada, limpia, poco ruidosa y agradable para recorrer a pie; además, parece que existe unanimidad cuando se piensa en Alemania como país bien organizado y todo esto nos puede llevar a pensar que el maratón de la ciudad de Bavaria debe estar perfectamente organizado, pero es una suposición no muy exacta, como voy a pasar a explicar.
Empecemos con la página web, resultona, colorida y agil, en la que me pude inscribir al maratón con comodidad y rapidez; la información se revisaba periódicamente, pero el problema surgía cuando enviaba las newsletter periódicas a mi correo, pues estaban escritas en alemán y es un idioma que poca gente no alemana domina. En cualquier caso, hay que dar buena nota a este servicio.

Ya en Alemania, el primer contacto con la carrera lo tomo en la feria del corredor, ubicada en el excepcional Parque Olímpico de Munich, que albergó la Olimpiada de 1974, aquella recordada por el triste suceso de los atletas judíos y por la gran actuación del nadador Mark Spitz. El parque está cuidado al detalle, sin signo alguno de deterioro y con las instalaciones funcionando a pleno rendimiento, como es el caso de la piscina olímpica y hasta hace poco el coqueto Olypiastadion, famoso por sus cubiertas de poliuretano y que ha sido la sede del Bayern de Munich hasta hace pocos años; ahora, al estadio le han quitado el tartán y el césped es artificial, pero conserva un buen aspecto.
La feria se desarrolla en los bajos del estadio, en un espacio demasiado pequeño, lo que genera que todos los stands estén muy juntos y no sea cómodo pasear por allí; la recogida del dorsal es ágil, pero luego hay que ir moviéndose de lado a lado del local para hacerse con la camiseta y la bolsa del ropero, un mareo del que no llego a entender el porqué. En cuanto a los expositores, se echan en falta a las grandes marcas deportivas y hay un exceso de tiendas de deportes. También se pueden ver stands promocionado maratones, fundamentalmente alemanes.
Vamos a lo importante, la carrera. La base de operaciones se sitúa en el estadio olímpico, al que se puede acceder sin problemas para cambiarse o simplemente soñar con la llegada horas más tarde; hay baños suficientes, se puede estar a cubierto en caso de necesidad, aunque eché en falta algún lugar en el que poder beber agua o tomar un café. La salida no se efectúa en el estadio, sino a unos 2 kilómetros en una amplia avenida dentro del parque a la que se accede con comodidad mientras calientas. 
Además del maratón, se disputa una carrera de 10 kilómetros y una media maratón, pero la salida ni es simultánea, ni en el mismo lugar, de manera que se evita esa mezcla tan antipática para los que corremos, de atletas de diferentes distancias en una misma línea de salida.
La salida está organizada por cajones, pero son demasiado amplios, pues empieza en las sub 3h30' y aunque no es una carrera masificada, la mezcla de ritmos es evidente. Aún así, no hay demasiados problemas en la salida pues como he dicho, la avenida es bastante amplia y enseguida la carrera se interna por calles lo suficientemente anchas en la ciudad. El recorrido está bien indicado y cerrado al tráfico, aunque cuando se entra en el English Garden, por donde se recorren casi 15 kilómetros, hay zonas sin apenas voluntarios pues los caminos se estrechan notablemente. En general la carrera está bien señalizada y los hitos kilométricos bien colocados, pero en algunos tramos, la gente cruzaba la carrera sin reparo, sobre todo al finalizar y entrar de nuevo en el Parque Olímpico, donde tuve que sortear a alguna persona paseando. 

El recorrido es bastante plano y tras salir del Parque Olímpico, discurre en su primera parte por un gran parque y tras la media se adentra de nuevo por la ciudad recorriendo el centro histórico, para regresar de nuevo al estadio.
En cuanto a los avituallamientos, son en vaso, hay agua e isotónicos y también avituallamiento sólido, pues dan fruta y un gel GU en el kilómetro 27.
La llegada está bien organizada y tras cruzar la línea de meta, puedes acceder al césped artificial central, donde aparte de la medalla, te dan bebida, comida y cerveza (sin alcohol) sin límite. Lo malo, es que para salir del césped te hacen subir escaleras equivalentes a unos tres pisos, que después de 42 kilómetros de esfuerzo, no es lo más adecuado para los corredores.
La organización de Munich es buena, no excelente, pero suficiente para una carrera de participación media, rápida y bonita.



lunes, 21 de octubre de 2013

Maratón de Munich (1) - El ambiente

Munich, capital de Baviera y sede del equipo más importante de la Bundesliga, El Bayern,  organiza el maratón más importante del sur de Alemania, una carrera sin tanto renombre como lo tienen los maratones de Frankfurt o Hamburgo, ni por supuesto tan importante como el "major" Berlín, porque se centra más en el corredor popular, dejando a un lado la contratación de grandes figuras y poner el acento en los verdaderos protagonistas de la prueba, los corredores populares.
Quizás por esta razón, no es un maratón tan conocido en el mundillo atlético, a pesar de su recorrido favorable  y de un clima muy adecuado a la práctica atlética; por eso, cuando llegué al aeropuerto Joseph Strauss, me di cuenta que las referencias a la prueba eran nulas, del mismo modo que ocurría al pasear por el centro de la ciudad después de recoger el dorsal en la feria del corredor. Apenas se veían atletas de otros países por la calle, algún que otro italiano y poco más, aunque supongo que habría de alguna nacionalidad más. Además, la feria se ubica en el famosísimo Parque Olímpico, lejos del centro, de manera que el escaso ambiente que se palpa en la modesta feria, apenas tiene reflejo en la coqueta ciudad bávara.
Obviamente, las cosas cambian el día de la carrera; la salida se da en el Parque Olímpico y al llegar a ese magnífico complejo, ya se pueden ver a miles de corredores, acompañantes y curiosos en las inmediaciones. La salida se efectúa fuera del estadio, con escasa presencia de público, pero en cuanto se cubre el primer kilómetro, empieza a verse a público en las calles, no muy ruidoso, pero animan a los corredores en esos primeros kilómetros. A partir del kilómetro 7 se entra en un enorme parque y entonces la presencia de público disminuye drásticamente, tanto que pasan kilómetros sin ver a nadie en las cunetas, salvo los voluntarios. Se sale del parque alrededor del kilómetro 18 y enseguida se alcanza la media maratón, también escasa de público.
Las cosas cambian a partir del kilómetro 30, en el que se pasa por el centro de la capital y entonces si, la animación es constante mientras se recorren lugares emblemáticos como la Marienplatz o la explanada de los museos, pero enseguida se sale del centro y la carretera  enfila de nuevo hasta el Olympiastadion por calles semidesérticas hasta que al final se llega al estadio, donde un buen número de aficionados esperan la llegada de sus amigos o de sus seres queridos.
En definitiva, no vayas a Munich si estás buscando un ambiente espectacular, es un maratón modesto, con poca participación foránea y eso se nota en la escasa presencia de banderas o pancartas en las calles y lo que es más importante, la afición que los porta. Afortunadamente, yo siempre llevo a mi afición conmigo y como siempre, estuvieron de 10.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Calma chicha

Queda menos de una semana para que se celebre el Maratón de Munich; la semana previa a la carrera suele ser tranquila, los entrenamientos se reducen a la mínima expresión e intento descansar lo más posible, evitando ir de compras o hacer trabajos domésticos. En estos días, comienzo a preparar todo mi aparato logístico; ya tengo decidida la camiseta con la que voy a correr, zapatillas, calcetines e incluso tengo preparados los geles, aunque puede haber cambios de última hora.
Estoy relajado, no sé si es bueno, pero intento no pensar en la carrera y en ese objetivo tan ambicioso que me he propuesto: bajar de 3 horas. he entrenado bien, he soportado el calor de verano, entrenamientos de series muy duros y el consiguiente dolor en las piernas. Sin embargo no estoy del todo satisfecho, pues mi creo que he sido demasiado irregular y he tenido más sesiones malas de lo normal; por un lado, no debería preocuparme, pues nunca he entrenado tan "rápido" un maratón, pero por otro, el hecho de no tener las mejores sensaciones posibles, me hace dudar. Claro que si echo la vista atrás, me doy cuenta que no siempre he llegado a los maratones con las mejores sensaciones y que las veces que he conseguido acabar los entrenamientos eufórico, no se ha correspondido en la marca final.
¿Qué me espera en Munich? Creo que ya lo he dicho, pero lo repito, un maratón duro, en el que tengo correr rápido y por tanto, en el que tendré que sufrir; no me importa sufrir, es la opción que he elegido, lo que me importa es poder aguantar ese sufrimiento y llegar a meta antes de tres horas. El perfil es llano, la temperatura va a ser fresca, como me gusta y pos si fuera poco, voy a tener a mi grupo de incondicionales animándome durante el recorrido, de manera que voy a tener pocas excusas a las que agarrarme.

Hoy por hoy no he perfilado la táctica, no sé si saldré un poco más lento para acelerar en cuanto las piernas estén a punto, no sé los kilómetros en los que me voy a tomar los geles y tampoco he decidido si seguiré al globo de las tres horas, rodaré solo o intentaré unirme a un grupo que lleve un ritmo que se adecue a mis necesidades. En realidad, nada de eso me preocupa ahora, habrá tiempo para decidirlo y para contarlo. Hay que intentar seguir relajado y no pensar en la carrera, pero tengo muy claro que cuando llegue el momento, debo tener todo perfectamente planeado para, esta vez si, bajar de tres horas.  
Acabo con un dato importante, mi dorsal, el 05077, que luciré en mi camiseta de la selección española, como siempre que corro fuera de mi país. El color, blanco o rojo, lo desvelaré más adelante, así que... seguid atentos.