martes, 29 de noviembre de 2011

Ya llega el frío

Tarde, pero por fin ha llegado. He soportado un largo y caluroso verano de running al que le ha seguido un otoño mucho más cálido de lo normal, tan cálido que a algunos árboles aún no se le han caído las hojas, por lo que incluso el paisaje es extraño en estos días en los que diciembre está a la vuelta de la esquina. En todo este tiempo, mi indumentaria ha consistido en un pantalón corto y camiseta de tirantes, sustituida por una de manga corta hasta hace unos días; ¡a finales de noviembre y corriendo en manga corta! Por fin, ayer, las cosas cambiaron y tuve que salir a correr con malla pirata, guantes y un buff ligerito; ha llegado el frío.
Me gusta correr con frío, ya lo sabéis; no sólo por sentir el viento frío en la cara y poder llenar los pulmones de aire frío, sino porque el paisaje también me seduce: la escarcha en las cuentas, los árboles pelados, la gente abrigada... Puede que todo eso me recuerde a los días gélidos de mi Valladolid natal, donde disfrutaba paseando en un día de niebla o de frío intenso. El frío me motiva para correr y espero que ni se vaya hasta marzo, en la que deberé rendir cuentas en mi primera gran cita del año.
Falta mucho para eso, pero antes tengo que volver a la competición; lo voy a hacer el 11 de diciembre y aún estoy indeciso entre correr el tradicional Trofeo Akiles en la Casa de Campo o irme hasta San Martín de la Vega, para correr su Carrera de Navidad. Ambas pruebas son de 10 Km y aunque correr en la Casa de Campo siempre es agradable, el perfil de San Martín parece más favorable a priori; espero decidirme pronto, no sea que me quede sin dorsal por pardillo.
La programación de diciembre no acaba aquí, pues el día 31 volveré a estar en la línea de salida de la San Silvestre, después de dos años sin correr la carrera más multitudinaria de España. Este año seremos 36.000, una barbaridad, desde mi punto de vista, pero prefiero hablar de esto en otro post, porque aunque no me guste nada su carácter masivo, volveré a estar acompañado de mis hermanos.
A partir de enero comenzaré la preparación específica para Barcelona y de momento tengo programada la media de Getafe como primera cita importante; lo demás está por decidir, pero no me preocupa, hay tiempo, muchos entrenamientos y algunas carreras entre medias y todo eso con frío, mucho frío; que bien.


lunes, 21 de noviembre de 2011

El negocio de las carreras

Siempre he sido un defensor del deporte popular; muchos de vosotros me habéis oído decir que el verdadero deportista es el que se levanta un domingo a las 8 de la mañana en un frío invierno vallisoletano para ir a correr o a jugar al fútbol con sus amigos. Mucha gente no entiende este tipo de "locuras", pero no nos importa a los que lo hacemos, porque esas son las cosas que nos hacen sentirnos verdaderamente bien, mucho mejor que remolonear en la cama hasta las tantas después de una noche de copas. Sin embargo, también soy un gran aficionado a los grandes eventos deportivos; soy socio de "mi" Pucela desde pequeñito, soy un "friki" de los mundiales de fútbol y en los últimos años me he aficionado a vivir grandes eventos deportivos como protagonista y me estoy refiriendo a las carreras populares y a los maratones que me meriendo año tras año. Os cuento esto, porque en el último mes se han producido una serie de cambios que pueden suponer un antes y un después en el atletismo popular. 
Empezaré hablando del nuevo baremo que aplican los prestigiosos maratones de Nueva York y Boston, para conseguir un dorsal. Las marcas que se van a exigir a partir de 2012 son mucho más exigentes que las exigidas hasta este año; para haceros una idea, hasta hoy para un corredor de 45 años se pedía bajar de 3h 10' en maratón y ahora se exige 2h 58', es decir, doce minutos menos. ¿Qué hay detrás de esta medida? En mi opinión, es una vuelta de tuerca más para hacer negocio con los miles de participantes que cada año optan por un dorsal en grandes maratones como Londres, Nueva York o Boston. Con una marca mínima exigente, es más probable que los que quieran participar acudan a una agencia que les garantice un dorsal, aunque sea a costa de contratar su viaje; ni que decir tiene, que esa agencia paga un canon a la organización, que hace negocio por partida doble con los corredores. Entiendo perfectamente que es muy difícil lograr un sistema justo que satisfaga a los miles de runners que optan a un dorsal, pero si recurrir a la agencia es la única manera de correr uno de estos maratones (algo que prácticamente ya pasa con Londres), me parece realmente injusto, pues muchos runners no cuentan con los recursos necesarios para pagarse un viaje de ese tipo y más en los tiempos que corren.
Lo malo, es que el panorama en las carreras domésticas empieza a enturbiarse también, debido a la licencia de día que se ha inventado la Federación Española de Atletismo para "sacarse unas pelas" en época de crisis. Los que no sois runners os preguntareis, ¿qué es eso?. Pues bien, a partir de este año, todas las carreras inscritas en el calendario de la RFEA exigen un pago de 3 euros a los corredores para obtener una licencia de un día que les permita participar en esa carrera. Con esa licencia, el corredor tiene derecho a un seguro que le ofrece la federación, más bien, que le exige adquirir la federación. Os puede parecer que 3 euros no es demasiado, pero si a ese dinero le sumas el precio de la inscripción, que en muchos casos es elevada, volvemos a comprobar, que no todo el mundo está dispuesto a pagar 15 ó 20 euros por practicar su deporte favorito.
La polémica sobre este tema está a la orden del día, pues la Federación, lejos de rectificar, ha mantenido su postura, lo que ha provocado que grandes pruebas que formaban parte del calendario nacional (la Behobia, el Trofeo José Cano, el Maratón de Barcelona...)  hayan optado por estar  fuera de dicho calendario a fin de no "timar" a los populares que corren esas pruebas año tras año. Para rematar la faena, la RFEA ha prohibido a los atletas becados participar en pruebas fuera del calendario nacional, lo cual les supone un gran perjuicio, pues muchos de ellos sacaban unos cuartos corriendo alguna de estas pruebas y digo que se sacaban unos cuartos, porque el atletismo no da para más en España, a pesar de que el esfuerzo necesario para ser campeón de España de maratón sea mucho más notable que el que se necesita para ser lateral derecho de un equipo de segunda división y que nadie se ofenda porque yo era lateral derecho (y de los buenos).
En fin, triste panorama que espero que se arregle lo antes posible, porque si el auge de las carreras populares en los últimos años ha sido notable, lo inteligente sería intentar prolongarlo en el tiempo y no sacar partido como usureros. Además, es preciso recordar que la mayoría de los runners no van a correr a Boston, a Londres o a Tokio, como yo y que para muchos pagar los 19 euros de la San Silvestre supone un gran esfuerzo, como para obligarles a pagar una tasa más. Esperemos que reine la cordura y que en un deporte tan solidario como el atletismo seamos solidarios y evitemos que los burócratas se hagan ricos a nuestra costa. Quizás sea el momento para negarse a pagar el canon y que el calendario nacional muera e irrumpa un calendario popular mucho más justo.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Próxima parada: Barcelona

La familia Corral/Rabadán se ha reunido para elegir la ciudad en la que correré mi próximo maratón y la decisión ha sido unánime: Barcelona.
La ciudad de Gaudí, de las Ramblas, del barrio Gótico, del Liceo y del Barca, acoge el maratón más multitudinario e importante de España actualmente, pues en los últimos años ha desbancado al de Madrid, que este año intentará mejorar sus cifras de participación al convertirse en un Rock & Roll Marathon. Será el cuarto maratón que corra en España, tras los dos MAPOMA y el de San Sebastián.
El Maratón de Barcelona se ha venido disputando desde el año 1978 hasta la actualidad, con un parón en 2005 debido a problemas organizativos. Sin embargo, la carrera resurgió en 2006 con mucha más fuerza, más promocionada y con un circuito más atractivo que ha fomentado la participación de muchos corredores españoles y extranjeros.
El circuito discurre por lugares emblemáticos como el Paseo de Gracia, el barrio Gótico o la Sagrada Familia, pero además tiene el aliciente de ser bastante llano, lo cual siempre atrae a corredores en busca de buenas marcas, como es mi casa. Sin embargo, no hay que dejar de lado los posibles inconvenientes, como la humedad existente en una ciudad costera, el peligro de que el viento sople y sobre todo que pueda aparecer el calor, pues a finales de marzo en Barcelona la temperatura puede ser más alta de lo aconsejable.
Quedan más de cuatro meses para el evento en los que debo intentar alcanzar, al menos, el estado de forma con el que he acudido a Nueva York. Creo que con Depa dirigiendo mi preparación, el objetivo es asequible y mejorable, pero como todos sabéis la carretera es quién dicta sentencia al fin y a la postre. No puedo negar que la carrera más famosa del mundo me hizo ver que puedo aspirar a marcas mucho mejores, pero no puedo obviar que mi mejor marca sigue estancada en las 3h10'. Por supuesto, voy a intentar mejorar mi marca el próximo mes de marzo, pero, es más, voy a intentar acercarme o superar las 3h05' si todo va bien, pues estoy convencido que, al menos, esa marca la tengo en mis piernas.
Pero habrá tiempo para pensar en todo eso, de momento he vuelto a los entrenamientos y me esperan algunos retos antes de encarar la fase decisiva de la preparación para Barcelona y todo eso os lo seguiré contando por aquí.

lunes, 14 de noviembre de 2011

New York Marathon (3)- La carrera

A las 4:45 de la madrugada sonaba el despertador de mi habitación el día 6 de noviembre de 2011; como es mi costumbre, todo estaba preparado desde el día anterior, así que me  tomé con calma una ensalada de frutas y un yogur con cereales antes de vestirme y tras recibir los últimos ánimos de Marisa, salir hacía Times Square para coger el metro que me llevaría al ferry de Staten Island. La temperatura era agradable, no había nubes y apenas soplaba el viento, condiciones ideales para correr, me dije. En el metro me encontré con cuatro amigos del foro con los que tuve una agradable conversación hasta la llegada al muelle. Allí, nos separamos para entrar, pero nos volvimos a encontrar al llegar a Staten Island, después de cruzar el río Hudson al amanecer con la vista de la estatua de la libertad en el horizonte. Una vez en la isla, un autobús nos llevó hasta la zona de salida, a la que llegamos con dos horas escasas de antelación a pesar del madrugón. Allí, cada uno tenía una zona distinta de salida, por lo que  volvimos a separarnos tras desearnos suerte.
Tras cambiarme y dejar la ropa en el camión, me dirigí a mi "corral", donde me pude relajar un rato sentado en el suelo mientras esperaba la llamada para la salida, que se produjo poco más tarde, alrededor de las 9 de la mañana. Faltaban 40 minutos de nervios, algunos ejercicios de movilidad articular y una charleta con Sebastián, un argentino que corría por segunda vez en la gran manzana.
Por fin suena el himno americano interpretado por una cantante, sospecho que de color y justo al finalizar suena el pistoletazo de salida amenizado por el "New York New York" de Sinatra. Son momentos de gran emoción, pues, aunque salgo por el nivel del puente de Verrazano, la visión de Manhattan a mi izquierda es espectacular; procuro calmarme y poner un ritmo cómodo, sin forzar pues se empieza cuesta arriba durante la primera milla, que completo en 7'15'' antes de iniciar el descenso que me lleva a Queens.
Mi ritmo es bueno, algo rápido, por debajo de los 7 min/milla,  así que decido ir más lento, mis piernas están un poco frías aún, así que decido no forzar nada. La gente anima mucho, oigo varios "Go Chuli" y también "Vamos Chuli" y lo agradezco, pero con el paso de las millas empiezo a buscar a mis amigos en los laterales, hasta que alrededor de la milla 8 los encuentro, me gritan , la gente los mira debido a su colorido y entusiasmo y a mi me da el primer subidón de la carrera, pero sigo manteniendo la calma.
Al paso por la milla 10, mi ritmo se mantiene en unos 7 min/milla, sigo bien, sin síntomas de cansancio y ya cerca de la media que pretendía pasar entre 1h32' y 1h33', pero con mi ritmo puede que pase con bastante antelación, así que sigo aminorando un poco el ritmo para llegar fresco a la segunda mitad de la carrera, mucho más dura que la primera.
Paso la media en 1h31'07'', quizás demasiado rápido, pero tengo confianza porque voy como un tiro. El paso de las 13,1 millas se realiza cuesta arriba en un pequeño puente que es un simple aperitivo de lo que me espera: el paso del Queensboro. Dicen que si pasas bien el puente de Queensboro, el maratón es pan comido y puede ser que sea así porque el cruce es bastante duro; cruzamos el puente por el nivel inferior, en el que se produce un efecto de chimenea que incrementa la fuerza del viento, lo que unido a su considerable pendiente, hizo que me resultara bastante largo el llegar al punto medio en el cual se inicia un descenso, que tampoco pude aprovechar bien debido al dios Eolo.
Necesitaba recuperar y me tomé el primer gel antes de callejear un poco y entrar en la mítica primera avenida, repleta de un público entusiasta y colorido que lleva en volandas a los corredores. Había que mantener el ritmo, pero sin enloquecer, así que seguí el consejo de Depa y me pegué a la espalda de dos bigardos yanquis que llevaban un buen ritmo y me resguardaban del viento; noté sus miradas en alguna ocasión como preguntándose que hacía un español chaparro siguiéndolos, pero no me di por aludido y seguí a lo mío, hasta cobrar mi venganza unas millas más adelante cuando se quedaron tirados detrás de mi.
Mi ritmo iba disminuyendo poco a poco, pero mis cálculos seguían siendo muy esperanzadores, muy por debajo del objetivo de las 3h10'. No me importaba, sabía que podía perder algo más al final, pero tenía mucho margen. Se acaba la primera avenida, me tomo el segundo gel entro en el Bronx, donde el ambiente es más frío y el paisaje más feo; empiezo a notar cansancio, pero resisto pensando en mis tiradas largas por Alcalá, donde podía con todo. No he visto a Marisa y a mis amigos y sé que no van a estar en el Bronx, así que confío en verles en Central Park.
Por fin salgo del Bronx, me queda poca gasolina y agoto mi último gel. Ahora hay que llegar a Central Park y rematar la faena, pero la avenida pica ligeramente hacia arriba y se me hace interminable. Miro el reloj, voy bien, he bajado algo mi ritmo pero la previsión es machacar mi marca. Entonces llega el primer problema, un runner tirado en medio de la calle y atendido por el servicio médico; los esquivo, pero un voluntario sale del grupo y me hace frenar en seco y esquivarlo, noto que mis piernas se quejan. Me preocupo, pero queda poco y al fin, al fondo, el parque deseado.
Entro en Central Park, empiezo a notar sensaciones extrañas en las piernas, ¡hay que mantener el ritmo!. Voy bien de fuerzas, faltan dos millas, pero las piernas hacen cosas raras; comienza una cuesta, la penúltima y al fondo veo a Marisa y mis amigos. Me da un calambre en una pierna y al instante otro en la que me quedaba sana, me paro, estiro:"joder, la he cagado". Mis amigos miran con extrañeza, ¿qué le pasa?, pero yo continúo y justo cuando paso por delante de ellos otros dos calambres, más fuertes aún y vuelvo a parar, no puedo andar. Me preguntan que pasa y les digo que las piernas están acalambradas del todo; me animan, ni Marisa me pide que me retire, todos me animan a seguir y lo hago. Pero vuelvo a pararme, mis piernas no van; Rafa se acerca, me pregunta si puede hacer algo y Marisa llega y me besa, me dice que adelante. ¿Y que hago yo? Seguir, no hay más opción.
Comienzo a correr, llego a la cima en la que se pasa por el kilómetro 40 y allí Jorge y Camilo me gritan: "Vamos, con dos cojones" y así lo hago, porque mi reloj me dice que aún lo puedo conseguir y la cuesta abajo me permite volver a mantener un buen ritmo. ¡Puedo, coño, puedo!. Pero es un espejismo y unos metros más adelante otro zurriagazo y otro parón. Son momentos duros pero emotivos; la gente me grita, me anima en español: "vamos Chuli, no te rindas". No me puedo rendir, hay que llegar, vivo o muerto, pero quiero llegar. Corro, me paro, corro, me paro; la gente grita, las piernas me duelen, pero huelo la meta. Me da igual la marca, ¡Voy a llegar!.
Calculo que hice unas 10 paradas con sus consiguientes estiramientos antes de enfilar la línea de meta, que crucé prácticamente andando, sin gloria, sin conseguir la marca que merecía, la que me había ganado después de entrenar muy duro, la marca que tengo en mis piernas. Unos calambres me habían privado de redondear mi mejor maratón, pero no me habían privado de recibir mi medalla de finisher, una medalla que tiene un gran valor, porque no me rendí, porque supe sobreponerme al dolor físico y moral y porque un tío de Pucela nunca se retira y llega con dos... riñones.

Había acabado  mi decimoprimer maratón en 3h 12' 47''y era el momento de acordarme de mis amigos en España, de mi familia, de un genio llamado Depa, de mis amigos en Nueva York y sobre todo de mis hijos y de Marisa que volvió a ofrecerme el mejor momento de la carrera con su abrazo al reencontrarnos; un abrazo que, esta vez, tenía mucho más valor, porque después de tener la presa en la mano, se esfumó en dos millas de infortunio. Pero esto no se ha acabado aquí, queda Chuli para rato.


domingo, 13 de noviembre de 2011

New York Marathon (2)- La organización

El maratón de Nueva York es, sin duda, el más masivo de los que se disputan en el mundo; 47.000 runners han participado en la edición de 2011, por lo que no es de imaginar que hay que organizar muy bien todo para que el resultado final sea satisfactorio.
Las normas de inscripción para el maratón Nueva York son modélicas, porque permiten a todo el mundo participar por lo menos una vez, aunque para la edición de 2012 han incluido cambios endureciendo las marcas que dan derecho a participar sin entrar en la lotería; ese endurecimiento es notable y me da la impresión que responde a intereses económicos más que organizativos y es que los maratones se están convirtiendo en un negocio y eso puede ser perjudicial a la larga. No obstante, es un tema que prefiero dejar para otro post.
Una vez conseguida la inscripción  hay que estar atento a la página web para conseguir plaza en el autobús o en el ferry que lleva a la salida, así como para descargar e imprimir tu certificado de inscripción, con el que te debes presentar en la feria del corredor los días previos. 
En la feria, los voluntarios están por todos los lados haciendo su trabajo. En primer lugar te identificas con el pasaporte y luego pasas a recoger tu dorsal con chip incorporado sin esperar colas; de ahí te diriges a la recogida de la camiseta, cuya talla puede ser engañosa pues los americanos tallan más grande que los europeos, por lo que los voluntarios están muy atentos para cambiarte la talla si tienes problemas.
Dirimidos los trámites burocráticos, la feria en si está bien organizada y es muy animada, pero no le vendría mal un poco más de espacio, pues se queda pequeña, sobre todo si la comparamos con otros majors o incluso con Tokio o París. No sé si por la limitación de espacio o porque declinan su participación, lo cierto es que se echan en falta algunas grandes marcas deportivas y más información sobre maratones.
La carrera en si es el reto definitivo para una buena organización y sobre todo en Nueva York, pues hay que desplazar a todos los participantes hasta Staten Island, donde comienza la carrera. El jolgorio empieza a partir de las 5 y media de la mañana, hora en la que parte el primer ferry desde el muelle sito en el downtown de Manhattan hacia la famosa isla residencial. Mi ferry partía a las 6:15, aunque al final me enrolé en el de las 6:30. Tras unos 20 minutos de agradable travesía, una vez en tierra y sin apenas hacer cola, unos autobuses te llevan hasta la zona de salida situada al lado del mítico puente de Verrazano. 
Allí, hay tres zonas diferenciadas (verde, azul y naranja) en la que se reparten los corredores ya que cada zona tiene su salida diferenciada. En la zona de salida, los corredores se pueden avituallar con todo lo necesario, como agua, barritas energéticas, bebidas isotónicas y lo no necesario como bagels o un café malísimo, a tono con lo que se consume en el país de Obama. También hay baños portátiles suficientes para no tener que esperar demasiado antes de aliviarse. Me correspondió la zona verde, no demasiado grande, pero suficientemente cómoda para comer algo, cambiarse y dejar la ropa en los camiones, también sin demora.
Hora y media antes de la salida la megafonía llama a los corredores de la oleada uno (la que me corresponde) a los cajones de salida y allí me dirijo pertrechado con ropa vieja para tirar, al igual que el resto de corredores; aquello parece un desfile de ropa vieja y extraña, pero útil para combatir el frío, que tampoco era demasiado, sobre todo para mi, que soy de Pucela. En el cajón de salida hay que pasar un buen rato sin hacer gran cosa, salvo visitar el baño, porque no hay sitio suficiente para calentar. 
Del cajón, pasamos a la línea de salida unos 30 minutos antes del comienzo de la prueba; allí ya no hay baños, pero si muchos nervios y a pesar de la expresa prohibición de la organización, las cunetas se llenan de runners que expulsan sus últimas gotas... de nervios. Por fin llega la hora, suena el himno americano interpretado por una cantante a la que no pude ver y tras eso el pistoletazo de salida a los acordes de la mítica "New York New York" de Frank Sinatra. Hasta entonces, todo marcha bien, organizativamente hablando.
Comencé la carrera en el nivel inferior de Verrazano, menos vistoso, pero muy útil, pues no hay demasiada gente y se corre sin problemas; para haceros una idea, mi retraso respecto al pistoletazo de salida fue de solo 14 segundos. Puestos ya en carrera, las avenidas son amplias, se corre fácil, hay  baños cada milla y avituallamientos repletos de agua y Gatorade servidos por una legión de voluntarios; impecable.
Tras las 26,2 millas, se llega a la meta de Central Park, donde rápidamente recibes la asistencia de los voluntarios que te dan tu medalla, la famosa manta térmica y una bolsa de recuperación con una bebida que sabe a jarabe, además de agua y fruta. Se sigue hacia adelante donde se recoge la ropa sin ninguna demora y de ahí hacia la salida, previo paso por una zona de masajes que puedes visitar si es preciso.
Hasta aquí todo bien, pero lo que no acabo de entender es porqué en esta prueba se ha eliminado la zona de encuentro con los familiares. La salida por la calle 77 con Columbus Avenue es un auténtico caos, con familias buscando a runners y runners buscando a familiares. No me parece de recibo que la organización diga a los corredores que se busquen la vida, pues tras 42 kilómetros y pico lo que más anhelas es encontrarte con los tuyos y si te lo ponen difícil es frustrante. Afortunadamente para mi, encontré sin problemas a Marisa y mis amigos y me dirigí al hotel entre el caos reinante en la Avenida Columbus. 

Creo que la organización del maratón de Nueva York raya a gran altura, pero es difícil alcanzar la perfección cuando hay que manejar a 47.000 almas; sin embargo, la eficiencia organizativa americana queda patente y como me ocurrió en Boston, mi nivel de satisfacción es alto.

sábado, 12 de noviembre de 2011

New York Marathon (1)- El ambiente

Puede parecer exagerado, pero en una ciudad de ocho millones de habitantes, tan extensa y tan cosmopolita con Nueva York, el maratón es una de las citas imprescindibles del año. Prensa y televisión se afanan en ofrecer noticias del evento que ellos mismos consideran como la más importante carrera popular del planeta. Los miles de runners llegados de fuera, dan un aire distinto a Manhattan el fin de semana previo, pues se dejan ver con sus zapatillas de deporte o sus camisetas diseñadas para el evento por las zonas turísticas, tiendas y restaurantes, los sectores más beneficiados de la invasión masiva de deportistas.
Centrándonos en lo puramente deportivo, habría que empezar comentando el gran ambiente que se respiraba en la feria del corredor. Una feria muy animada por la que se pasaron atletas de renombre para animar a los atletas populares, como el caso de Ryan Hall, con el que charlé un minuto antes de que estampara su firma en un póster. Sin embargo, la feria en si me pareció pequeña y con pocos expositores comparado con otras majors. Quizás la crisis tenga alguna influencia, pero también debería tenerla el cada día más popular "turismo deportivo", claramente patente en la feria por la que deambulaban runners de todas las nacionalidades exhibiendo su bandera. En cualquier caso, la falta de algunas marcas deportivas importantes y la escasez de maratones internacionales con stand, no es lo que se espera de un maratón tan importante.
Claro que el verdadero ambiente se vive el día de la carrera y en ese aspecto a Nueva York hay que darle la nota más alta; y es que una vez que se cruza el puente de Verrazano, tras una emotiva salida, la animación es constante en todo momento. Las primeras millas se corren por Queens donde ya las calles están cubiertas por animosos espectadores que no paran de animar; el ambiente va incrementándose con el paso de las millas hasta llegar al animado barrio de Brooklyn, donde aumentan los aficionados y las animaciones, de las que destaco un excelente coro de Gospell. A medida que la carrera se acerca al río, disminuyen los espectadores hasta llegar al puente de Queensboro, donde, lógicamente, se cruza sin público para llegar a la parte más impresionante de la carrera: la primera avenida.
La primera avenida aparece tras una curva de manera espectacular; una recta amplísima con dos y tres filas de gente agolpadas en los laterales exhibiendo carteles de ánimo y banderas, gritando, animando... Para los corredores es difícil no dejarse llevar por la euforia y aumentar el ritmo al son del griterío, aunque se consigue cuando se echa la vista hacia adelante y se comprueba la longitud de la avenida en cuestión.
De Manhattan se pasa al Bronx, la zona mas deslucida y con menos público, pero corta, con lo que se llega pronto a Harlem, donde los aficionados vuelven a ocupar los laterales y es que, no en vano, el final se acerca.
Y en ese final llega lo mejor, pues en Central Park se vive un auténtico ambientazo. El entorno es inigualable, lo que unido a los miles de espectadores agolpados en las cunetas que animan sin cesar, hacen de esta llegada quizás la más espectacular de las que he vivido.
El maratón de Nueva York es especial y eso se percibe milla a milla en su espectacular recorrido. Es cierto que la meteorología ayudó, pero que una ciudad tan extensa y tan dividida en barrios se una para celebrar unidos este gran acontecimiento, dice mucho de esta carrera. Dice tanto, que me quedan ganas de repetir.





viernes, 4 de noviembre de 2011

Me marcho a Nueva York

En unas horas despega el avión que me llevará a mi y otros muchos maratonianos a la ciudad más universal del planeta; el maratón de Nueva York nos espera. Muchos de los participantes en la carrera ya se encuentran en la ciudad de los rascacielos, donde todo está preparado para que 50.000 runners ocupen sus calles la mañana del domingo.
Me decía ayer Depa que no pensará en la carrera y aunque intento no obsesionarme con la marca, es inevitable pensar en lo que me espera en unas pocas horas: la salida de Verrazano al compás de la mítica canción "New York New York", interpretada por el no menos mítico Sinatra, el paso por Queens, por Broooklyn, el cruce de Queensboro Bridge y la espectacular entrada en la primera Avenida, el pequeño trayecto por el Bronx, Harlem y la dura, pero maravillosa llegada en Central Park, el corazón de la ciudad por el que cada día corren miles de fanáticos de este deporte.
Nueva York es un maratón para disfrutar, para vivir intensamente sus 26,2 millas y voy a tener el privilegio de hacerlo el domingo, independientemente de mi marca; pero no os alarméis, mi espíritu competitivo no se evaporado ni un ápice en los últimos días y voy a encarar la carrera con el cuchillo en los dientes, con ganas, con confianza, porque no voy a pasearme, voy a batir mi marca y lo puedo hacer porque me he preparado a conciencia y lo llevo en las piernas.
Los últimos días, he recibido muchos ánimos por parte de compañeros y amigos y todavía faltan algunos que supongo lo harán mañana. Durante las últimas semanas habéis aguantado mis conversaciones sobre ritmos, tiradas largas, series... y además me habéis dado siempre vuestro ánimo. Creo que es el momento de dar las gracias a todos y deciros que todos esos ánimos me los llevo en una mochila y van a estar muy presentes en las 3 horas y pico (espero que piquito) de carrera. Gracias por haber estado ahí estos meses y gracias por seguirme el día de la carrera (sé que algunos lo haréis). Os mantendré informados y espero que con buenas noticias.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Probablemente ¿el mejor maratón del mundo?

El maratón de New York es, sin duda, el más conocido de los maratones populares que se disputan año tras año en el mundo. La cobertura mediática del evento tiene parte de culpa, pero la magia de la ciudad de los rascacielos es la razón principal para que la mayoría de los runners del mundo sueñen con correr esta prueba alguna vez en su vida.
Puede parecer extraño, pero en mi caso, no he tenido nunca un interés especial por este maratón por varias razones: la primera es su elevado número de participantes, que pueden entorpecer la expectativa de una buena marca, sobre todo si se sale de muy atrás; además, el recorrido no es muy favorable, pues aparte de los repechos que hay que superar al cruzar los puentes, el viento puede ser un factor determinante al correr por unas avenidas tan amplias; por último, la dificultad para inscribirse, aunque este problema ya se está generalizando en otras carreras y está tomando una deriva muy negativa. Pero todo esos argumentos no son suficientes para evitar correr este maratón, simplemente porque en New York hay que correr alguna vez y más aún si, como en mi caso, cuento con una marca que me permite inscribirme por derecho propio. Además, New York es un de  los cinco "majors" y como sabéis tengo la intención de completarlos todos; de hecho, el próximo domingo espero poder decir que ya he completado el cuarto.
Pero centrándome en el título del post, de lo que quiero hablar es la consideración de este maratón como el mejor del mundo, pues aunque todo el mundo quiere correrlo, no todos piensan que es el mejor. Ya sabemos que cada uno tiene sus preferencias, pero hay parámetros objetivos que nos pueden ayudar a resolver la duda planteada. Esos parámetros pueden ser la organización, la participación de atletas y el ambiente de la carrera. Y centrándonos en esos aspectos, no hay duda que los "majors" aprueban con nota en todos esos aspectos, pero también lo hacen maratones como el de Tokio o París e imagino que alguno más en los que no he competido. Personalmente me quedo con la organización de Boston y de Tokio y en cuanto a participación, los datos nos dicen que son Londres y Nueva York los más numerosos.
Pero puestos a decidir entre uno u otro, es preciso escuchar la opinión de los que lo viven por dentro, es decir, de los atletas y en ese aspecto mi experiencia me dice que hay dos maratones que comparten la consideración del mejor del mundo entre los atletas: Londres y Nueva York. Yo he competido hace unos meses en la capital británica y su organización es excelente, pero llama la atención la gran animación a lo largo de toda la prueba, con las calles atestadas de público entusiasta y colorido. Muchos atletas me han comentado que la animación es mayor que en la ciudad norteamericana, famosa por llenar todo su recorrido con aficionados de todo el mundo; quizás por eso, para algunos, Nueva York es insuperable.
En cualquier caso, a partir del viernes comenzaré a vivir la aventura de mi 11º maratón y tendré la oportunidad de juzgar por mi mismo el nivel organizativo neoyorquino, empezando por la feria del corredor, siguiendo por el traslado a la salida y culminándo con el desarrollo de la carrera y la animación que encuentre. Cuando todo acabe, seré capaz de tener un criterio más definido