martes, 24 de marzo de 2009

Lisboa: la peor organizaçao du mundo


Culpar a la organización de la 19 edición de la Media Maratón de Lisboa de no haber logrado mejorar mi marca en esta distancia puede sonar a excusa, pero lo vivido en los previos al pistoletazo de salida de la prueba ha sido más surrealista que me ha pasado en mi vida de corredor.
Teniendo en cuenta que no conocía el recorrido desde el hotel a la salida, madrugué para llegar con suficiente antelación y de hecho estaba en la estación de destino una hora antes de la hora prevista para la salida. En los vagones conocí a unos españoles y me dirigí con ellos hacía la zona de salida siguiendo a una gran cantidad de gente que se dirigía allí como nosotros. La media de Lisboa se corre simultáneamente a una masiva carrera de 7,5 Km, por lo que calculo que los participantes llegábamos a la cifra de 15.000.
Después de andar durante 5 minutos me doy cuenta que la gente se agolpa al fondo y que hay un gran atasco para acceder al puente 25 de abril. No veía nada pero tras varios minutos de espera alguien me dice que el atasco se produce porque hay que saltar una valla y luego bajar por unas escaleras muy estrechas y por eso se ha formado ese monumental embudo. Al principio no creo la versión, pensaba que la policía estaba regulando el acceso, pero el tiempo pasa, avanzo a paso de caracol y me voy percatando que el policía que anda por allí no hace absolutamente nada, sólo admirar el monumental lío que se está produciendo.
Va pasando el tiempo y me pongo nervioso, veo que va a ser imposible calentar y empiezo a dudar si realmente voy a llegar en hora. Faltan 5 minutos y llego a la valla, ¡es verdad!, ahí está, hay que saltar una valla de un metro aproximadamente para llegar a una angosta escalera que discurre al lado de un canal de desagüe. No me lo pienso y bajo por el canal jugándome los tobillos y el tipo. Por fin llego a la autopista y veo la líena de salida, corro hacia ella, un voluntario (joder, hasta hay voluntarios) me para, le enseño el dorsal y corro hacia una salida donde ya ha comenzado la carrera.
Así que sigo corriendo, pero con muchas dificultades pues tengo que adelantar a toda la cola de la carrera mini; gente trotando, paseando... y yo zigzagueando, esprintando, parando... una locura. El primer kilómetro lo paso en 4'26'', pero a pesar de que el tiempo no es malo, me doy cuenta que estoy corriendo alocadamente y que así las cosas no van a salir. A base de acelerones y aprovechando la cuesta abajo paso los 5 km en 41' 05'', un buen registro, pero logrado con demasiado esfuerzo. A los 10 km todavía mantengo el tipo, pero ya empezaba a notar el calor y poco a poco empecé a pagar factura del loco comienzo hasta acabar en un tiempo que no es malo, pero que no satisface mis expectativas.
La media maratón de Lisboa puede que sea una de las más rápidas del mundo, su comienzo cuesta abajo y su perfil completamente plano son atrayentes para los runners en busca de una buena marca. Pero una media tan prestigiosa (considerada Gold Race por la IAAF) merece una organización mejor; no sólo es deficiente el acceso a la salida, sino también la ubicación de los avituallamientos, la poca presencia de voluntarios y una masiva participación de la carrera mini que se mezcla con la media y que genera unas aglomeraciones inadmisibles.
No creo que vuelva a correr en Portugal de momento y si lo hago me informaré mejor de lo que se cuece antes de acudir. Sin embargo, voy a guardar un recuerdo especial de esta media porque esta vez además de Marisa y los niños, mi hermana Feli, mi sobrino Manuel y mi cuñado Jesús acudieron a animarme. Como siempre me dieron el ánimo que necesitaba, durante la carrera y sobre todo cuando llegué enfadado y decepcionado. Ahí estaba Ángela, Alonso, Manuel... al menos algo había salido bien.



jueves, 19 de marzo de 2009

Me voy a Lisboa


Tiempo primaveral, una bonita ciudad y un recorrido rapidísimo me esperan en Lisboa, donde voy a disputar la última media de cara al maratón de Boston. Es la primera vez que salgo de España para hacer una media, pero es una buena oportunidad por varias razones: cercanía, circuito y sobre todo, aprovechar el puente de los niños para irnos todo a pasar unos días de vacaciones.
No estoy nervioso por lo que pueda pasar, pero me he propuesto bajar de la hora y treinta en esta media y espero que no me pese la presión. Llego un poco cansado, pero creo que un estado óptimo para afrontar el reto después de los excelentes registros de Getafe y La Latina. además, un buen tiempo en Lisboa me elevaría mucho la moral de cara a la cita importante, Boston.
Me decía Javier en su correo semanal que conozco el ritmo al que debo correr y lo que valgo.; creo que tiene razón y creo que debo arriesgar desde el principio saliendo a un ritmo que me permita estar "en tiempo" desde el kilómetro 1. Dicen que el recorrido es muy rápido, plano, a nivel del mar... pero lo cierto es que el trabajo de estos meses atrás y mi estrategia de carrera son los que van a decidir el resultado. Por eso confío en mis posibilidades, porque sé que estoy entrenando bien y que ultimamente estoy fino en la estrategia de carrera.
Si lo consigo, será mi cuarta media consecutiva mejorando mi tiempo. Y creo que lo voy a conseguir, porque además de mi estado de forma y de mi estrategia, esta vez cuento con el mejor aliciente: Marisa y los niños animándome.

jueves, 12 de marzo de 2009

Invierno en Pirineos


He pasado el fin de semana pasado en Artíes, un bonito pueblo enclavado en el Valle de Arán. Por primera vez visitaba el Pirineo en invierno con intención de pasar un fin de semana de esquí con mi familia. Conocía Artíes pues pasé una semana allí hace unos años y ya por entonces disfruté del lujo de correr entre montañas en el valle de Arán, probablemente el valle más hermoso de los Pirineos. Pero me voy a olvidar un poco de esa grata experiencia para relataros la que tuve oportunidad de vivir este fin de semana.
Debido a que iba a practicar esquí de fondo, Javier me dejó libertad para que saliera a correr pero sin forzar demasiado, de 30 a 40 minutos. Decidí madrugar y salir a correr el sábado, día en el que las previsiones meteorológicas auguraban una mejoría del tiempo. Pensaba correr 40 minutos para volver pronto al hotel y prepararme para otra jornada blanca. Lo que no estaba previsto era que al bajar de la habitación y salir a la calle me encontrara con un manto blanco cubriéndolo todo. Joder, estaba nevando. No eran las mejores condiciones para salir, pero teniendo en cuenta que era muy temprano y nadie había pisado al nieve decidí aventurarme y probar la experiencia.
El día anterior había planeado correr por la carretera, pero tuve que cambiar esos planes debido al peligro que entrañaba correr por una carretera con tránsito de quitanieves y coches. así que me puse a dar vueltas por el pueblo, pisando al nieve virgen, hundiendo la zapatilla en un mullido suelo de nieve polvo. No me resbalaba, aunque el esfuerzo es mayor, pero a pesar del desagradable viento que provocaba que la nieve me cegara a veces, creo que la experiencia de correr en nieve vale la pena.
Di cuatro vueltas al pueblo, unos cuarenta minutos que disfruté plenamente. Tenía que parar después de ese tiempo aunque me hubiera gustado seguir. Subí a la habitación contento por haber vivido una experiencia tan bonita. Entonces pensé que al salir había estado tentado de quedarme un rato más en la cama, así que pensé: pero gilipollas ¿y te lo querías perder?